Выбрать главу

– Siento los latidos de tu corazón -dijo él con voz aterciopelada-. Pero los siento mejor cuando estoy dentro de ti. Es como si todo tu cuerpo tomara vida y se cerrara en torno a mí. Apretado y suave como… -Cerró los ojos y tensó los labios-. Dios, no quería tocarte. No sé si voy a poder parar.

Por supuesto que la había tocado intencionadamente, y parar estaba totalmente fuera de lugar. Ella se acercó más a él.

– No necesitas… Te prometí que si tú…

– No. -Abrió los ojos y respiró hondo-. No, Selene. Sin condiciones. Sin tratos. Sin promesas. -Retiró la mano y se alejó un paso-. No tiene que haber pretextos para estar juntos. Cuando hagamos el amor, será porque tú lo desees, porque tú lo necesites y porque te hayas dado cuenta de que no puede ser de otra manera.

Ella lo miró fijamente, desconcertada.

– ¿Qué quieres decir? Eres tú quien ofreció el acuerdo.

– Porque era la única manera que vi para protegerte.

– Dijiste que deseabas un hijo.

– Y es cierto, pero nunca negociaría por ello.

– ¿Me has mentido?

– Estás levantando muros de nuevo. No lo hagas, maldita sea. No te escondas de mí. No me explico por qué siempre has pensado que tenías que protegerte de mí. Lo entendía cuando eras una niña, pero ahora eres una mujer. Confía en mí. Entrégate a mí. Déjame que me entregue a ti. Sí, te mentí, y lo haría otra vez si considerase que con ello podría ayudarte. Haría cualquier cosa para mantenerte a salvo y a mi lado. -Cambió el gesto-. Me he acostumbrado a coger las cosas y a moldearlas a mi antojo. Puede que siga haciéndolo. Pero ahora tengo que intentar dar un paso atrás y dejarte que elijas -dijo mirándola directamente a los ojos-. Te entregaré a Nasim hagas lo que hagas. Tómame. Recházame. No importa. Nunca he pretendido nada más. Habría ido tras él aunque me hubieras suplicado que no lo hiciera. ¿Crees que le voy a permitir seguir viviendo después de lo que te hizo a ti y a Haroun? -Se giró y fue hacia la puerta-. Así que piénsatelo. No hay trato, no hay excusa. Ésta es la última vez que vendré a ti. Si vienes a mí, será porque aceptas lo que soy y lo que tú eres y porque nos debemos el uno al otro.

Se marchaba, acertó a percibir en medio de la neblina de desconcierto que lo rodeaba.

– ¿Adónde vas?

– A algún lugar lejos de ti y de esta villa.

Se marchó dando un portazo.

Dios, qué estúpido.

Kadar atravesó el salón a grandes zancadas, procurando poner tierra de por medio entre los dos cuanto antes.

Idiota.

Ella había estado dispuesta. No hubo coacción. ¿Pero y la próxima vez? Había mucho más en juego que los escarceos amorosos de una noche.

Ese vestido de seda azul, colgando de su pecho, revelando la suavidad de sus hombros.

Deja de pensar en ella. Se sentía torpe y herido.

¿Habría hecho algún daño acostarse con ella esa noche? En ese caso no habría habido sinceridad entre ambos. Estaría dentro de ella y sintiendo el calor de la fricción que…

– ¿Dónde vas? ¿Por qué no estás con Selene?

Se dio la vuelta y vio a Layla de pie en la puerta. Lo único que le faltaba era tener que darle explicaciones, pensó exasperado.

No respondió y bajó las escaleras corriendo.

La había abandonado.

Selene se cruzó de brazos, intentando dejar de temblar. Se había ido.

Pues, buen viaje. Le había mentido y…

¿Pero acaso no se había mentido también a ella misma? ¿Quién era más culpable que el otro?

Excusas. Mentiras.

– ¿Qué ha ocurrido? He visto a Kadar abandonar la villa. -Layla entró en la habitación sin llamar-. Sabía que no le despacharías a menos que hiciera algo… Pareces una vaca enferma.

Selene negó con la cabeza. No podía vérselas con Layla en este momento.

– No ha hecho nada.

– No te creo -dijo Layla con rotundidad.

– No me importa si lo crees o no. ¿Me dejarías en paz?

Layla frunció el ceño.

– Tienes razón, no es asunto mío. Solo me preguntaba si te habría dicho algo de… Ya me voy. -No se movió-. Pero si quieres que vuelva, podría mandar a alguien para…

– No quiero que vuelva. -Claro que deseaba que volviera, pero no sabría qué decirle. Estaba confundida, dolida y asustada. Las palabras de Kadar tenían un tono terminante.

Es como si hubiera quitado todas las barreras y subterfugios a los que ella se había aferrado durante años, durante toda su vida.

¿Abandonar qué?

– Llámame si me necesitas.

Layla se marchaba, Selene la vio entre sombras. Apenas oyó cerrarse la puerta.

Sin tratos, sin excusas.

Ahora eres una mujer.

Confía en mí. Entrégate a mí.

– Ya te dije que no estaría listo hasta mañana. -Vaden estaba recostado en la silla y miraba a Kadar con curiosidad-. ¿Qué estás haciendo aquí?

– Esto es lo más lejos de la villa que he podido llegar. -Se sentó al otro lado de la mesa frente a Vaden-. ¿Deduzco que este repugnante lugar ahora tiene vino suficiente para ti?

Vaden asintió lentamente, con la mirada fija en el rostro de Kadar.

– En fin, puede que no tenga suficiente para mí.

– Interesante. Te considero un hombre al que le molestaría perderse entre los brazos de Baco. ¿Qué ha sucedido?

– Me he desposado hoy.

Vaden echó la cabeza hacia atrás y se rió con sonoras carcajadas.

– Por Dios, ésa es razón suficiente para cualquier nombre. ¿Quién es la novia? ¿Lady Selene?

– Sí.

– Una mujer difícil, pero nunca pensé que te echaría de sus aposentos.

– La situación es complicada.

– Es complicada la vida. Tengo experiencia con mujeres difíciles. -Hizo una pausa-. Pero no creo que hayas venido a mí solamente para alejarte de la dama.

– Tienes razón, soy un hombre precavido. Si bajo la guardia, debo estar con alguien en quien confíe no se aproveche.

– ¿Y yo soy esa persona? Qué raro. -Permaneció en silencio unos instantes y luego levantó la mano haciendo una señal a un criado-. Vino para mi amigo.

Kadar arqueó las cejas con sorpresa.

– ¿Me consideras un amigo, Vaden?

– Mientras el vino fluye todos somos amigos. -Vaden levantó su copa para brindar-. Además ¿cómo podría ser otra cosa que no fuera tu más honrado amigo si me eliges a mí para pasar tu noche de bodas en lugar de a tu novia?

CAPÍTULO 18

La puerta del aposento de Selene se abrió con tal fuerza que chocó contra la pared.

– Te he traído un regalo

Selene se incorporó de un salto en la cama y se arropó con la sábana para cubrir sus senos cuando Vaden entró en la estancia.

– ¿Qué estás…?

Vaden depositó a Kadar en la cama y dio un suspiro de alivio.

– Pesa más de lo que imaginaba. No lo habría animado a beber esa última copa de vino de haber sabido que tendría que hacer de mulo de carga. Quería marearlo un poco, pero no dejarlo inconsciente. -Se bamboleó antes de enderezarse-. Claro, se habría resistido si hubiera visto dónde lo traía. Seguramente esto es lo mejor.

– Estás borracho.

– Y mucho. Pero no tan bebido como tu Kadar. -Le sacó la túnica por la cabeza y luego se agachó para quitarle las sandalias-. No me sorprende… está claro que es un hombre que rara vez se deja llevar. Los que se lo proponen suelen arreglárselas para superarme en la bebida. Tu novio se lo propuso.

– Llévalo a su aposento.

Negó con la cabeza.

– Eso lo estropearía todo. Me contó que hubo complicaciones que le impidieron acostarse contigo. -Arropó el cuerpo desnudo de Kadar-. Mira, sin complicaciones. -Se dirigió hacia la puerta-. Es muy fácil.