Vaden lo miró incrédulo.
– Créeme, es cierto. Los seguidores de Nasim son fanáticos que morirían por él. ¿Morirían por ti tus hombres?
– Espero que no. Los prefiero vivos y causando estragos entre mis enemigos. ¿Pretendes que ataque a sus fuerzas de camino al lugar de encuentro?
– Eso no será posible. No verás a los asesinos hasta que quieran ser vistos, y con toda probabilidad él será quien elija el sitio y luego me enviará un mensajero una vez hayan llegado. Esperará que haga un reconocimiento de la zona y me cerciore de que todo es seguro para mí, pero estaré vigilado. No podrás acercarte mucho.
– Es difícil atacar desde cierta distancia -replicó Vaden secamente.
– No puedes atacar hasta que haya cumplido con mi parte.
– ¿Y cuál es?
– Matar a Nasim.
Selene sabía que llegaría a este punto, pero aun así se puso nerviosa.
Vaden levantó una ceja.
– ¿Y qué pasa con esos guardias dispuestos a morir por él? ¿Qué estarán haciendo ellos?
– Tendré que encontrar la manera de estar con él a solas. Una vez que lo haya matado, os haré la señal de ataque.
– Me he dado cuenta de que Nasim es un tipo de lo más desagradable, pero ¿por qué no podemos atacar y tú matas a Nasim después de haber asegurado el campo?
– Podría escabullirse. No es un guerrero con un código de guerrero. Yo me adiestré con él. Le conozco. No le importaría dejar morir a sus hombres en un ataque, si de ello dependiera su supervivencia.
– ¿Y cuál será la señal?
Kadar se encogió de hombros.
– No lo sabré hasta que se presente la oportunidad.
– Este no es un plan tan seguro como me gustaría.
– Nada es seguro con Nasim. -Kadar miró a Tarik-. Ya conoces a Nasim. ¿Se te ocurre un plan mejor?
Solo obtuvo una negativa por respuesta.
– ¿Y qué pasará con el grial?
– Será simplemente el señuelo. Tendré que llevarlo conmigo y enseñárselo. Si no, estaré muerto dos minutos después de llegar al campamento.
– ¿Y si Nasim se escapa? -intervino Layla-. Como podrás imaginarte, se llevará el grial.
– Tendrás que confiar en mí para asegurarte de que no huye.
– ¿Y yo qué? -preguntó Selene-. Este plan solo es para Vaden y para ti. He sido yo quien ha puesto todo esto en marcha. ¿Me tendré que quedar sentada esperando sin hacer nada?
– El motivo principal de la reunión descansa en el hecho de que ya no eres un rehén y estás fuera del alcance de Nasim.
– Entonces ya puedes ir pensando en otro plan.
Kadar negó con la cabeza.
Ella se volvió hacia Layla y Tarik.
– Es demasiado peligroso.
– Estoy de acuerdo -repuso Layla-. Tanto para Kadar como para el grial.
– Entonces dame otro plan que también tenga posibilidades de funcionar -propuso Kadar.
Silencio.
– No lo hagas -susurró Selene.
Sonrió.
– No es tan peligroso como parece. Siempre surgen oportunidades cuando uno menos se lo espera. La vida es así.
– No permitiré… -Era inútil. Había tomado su decisión y no había nada que pudiera hacer para que la abandonara. Quería gritarle. Debería haberse imaginado que urdiría un plan dejándola a ella al margen-. Esto no es justo. -Madre mía, qué pobre sonaba esta protesta. Era la típica queja que se había prometido no hacer nunca más.
– La justicia no tiene nada que ver con esto -intentó explicarle Kadar-. Es el único plan que nos llevará a conseguir nuestro objetivo.
– Podría funcionar -intervino Vaden frunciendo el ceño, pensativo-. Pero dependes demasiado de la suerte.
– O de una mente brillante y una magnífica ejecución. -Kadar sonrió furtivamente a Vaden-, Dudo que alguna vez hayas achacado alguna de tus victorias a la buena suerte.
– Ten por seguro que no.
– Pues bien, yo tampoco.
– ¿Cuándo irás a ver a Nasim? -se interesó Tarik.
– Mañana.
La palabra le asestó a Selene un duro golpe. Demasiado pronto. ¿Cómo encontraría con tan poco tiempo el modo de evitar que cometiera esta locura?
– Bien -dijo Vaden-. Me temía que quisieras volver al tálamo nupcial y que me tuvieras esperando otras dos semanas. -Se volvió hacia Selene-. Sus perspectivas no son tan sombrías. Hagámonos a la idea. Sería una locura intentar disuadirlo.
– No tengo intención de disuadirlo. -Se puso en pie-. ¿Por qué habría de hacerlo? Como tú bien dices, sería una locura. -Se dirigió hacia la puerta sin mirar a Kadar-. Es evidente que ya ha tomado su decisión.
– Selene.
No se detuvo. Tenía que largarse de allí. Todos eran fríos y sensatos, y ella era presa del pánico. Tenía que recuperar la compostura antes de enfrentarse de nuevo a Kadar. Tenía que trazar un plan o pensar en un buen argumento que le hiciera cambiar de idea.
Esa perspectiva estaba lejos de hacerse realidad.
Así que tendría que diseñar ella misma un plan para mantenerlo a salvo.
Mañana.
Por todos los santos, mañana.
– Está molesta -comentó Vaden-, pero es más sensata de lo que me imaginaba.
– Demasiado sensata. -Kadar estaba intranquilo. Esperaba que Selene hubiera discutido más. No había duda de que sus palabras la habían encendido, sin embargo no había explotado. Tenía que hablar con ella.
– La estás engañando -acusó Layla-. No aprecia el hecho de que la protejas a costa de su venganza.
– No podía hacer otra cosa. -Se encontró con sus ojos fijos en él e hizo un gesto de indiferencia-. Muy bien, no haré nada más.
– Entonces tendrás que aceptar las consecuencias -añadió Layla cambiando de tema-. Tarik y yo vamos con Vaden. Quiero asegurarme de estar allí si Nasim se te escapa de la red con el grial.
– Es tu privilegio. -Kadar miró a Vaden-. No quiero ni rastro de tu presencia en la zona mañana cuando me encuentre con Nasim.
– Como quieras. No tengo deseo alguno de que los asesinos se enteren de mi participación en esto antes de lo estrictamente necesario. Estableceré mi campamento a cierta distancia y nos veremos cuando dejes a Nasim
Kadar se volvió hacia Tarik.
– Además, quiero que traigas el grial al campamento mañana por la noche.
– ¿Y si Nasim te sigue y ataca con todo su ejército?
– Tendré cuidado. Nasim y Sinan me enseñaron a no dejarme seguir nunca y aprendí el modo de evitarlo. Dudo que Nasim ni siquiera lo intente. -Dirigió su mirada hacia la puerta-. ¿Hemos terminado? Necesito hablar con Selene.
– No te hará ningún bien a no ser que le digas lo que desea oír -dijo Layla.
– Ve. -La sonrisa de Vaden era maliciosa-. Te propongo un desafío. A ver si puedes convencerla para que te dé placer. Teniendo en cuenta su estado de ánimo, se pondría realmente a prueba tu mente brillante y tu magnífica ejecución.
Ni siquiera consideraría ese reto, pensó Kadar mientras cruzaba el salón a grandes zancadas. Se conformaría con hacer comprender a Selene que el peligro no era tan grande como ella imaginaba.
¿Y cómo iba a hacerlo si probablemente era incluso mayor?
– ¿Estás enfadada conmigo?
Selene se encontraba mirando por la ventana y giró para ver a Kadar en el umbral de la puerta.
– No -respondió ella tranquilamente.