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Notó que la respuesta lo había dejado desconcertado. Era evidente que esperaba sin duda tener que apaciguarla. No se daba cuenta de que no era enfado, sino temor y justicia.

– Supongo que encuentras natural intentar protegerme. Es lo que has estado haciendo desde el primer momento en que nos conocimos hace ya muchos años.

– Pero te lo aseguro, es la mejor manera.

– No desde mi punto de vista. -Sus miradas se cruzaron-. Aunque no puedo convencerte de hacer otra cosa, ¿o sí?

Obtuvo una negativa por respuesta.

– Tarik y Layla acompañarán a Vaden. Puedes ir con ellos.

– ¿Y estar a salvo?

– Vaden discutiría ese punto.

– A salvo en comparación con lo que tú haces.

– Quizá.

– No te quejes por tonterías. Sabes que es así. ¿Crees que yo no…? -Tuvo que parar para reafirmar su voz-. No me trates como a una idiota, Kadar.

– De acuerdo, es peligroso. -Cruzó la estancia para ponerse frente a ella-. Además quiero mantenerte a salvo. ¿Es eso tan terrible? -Extendió la mano y le acarició la mejilla-. Soy un egoísta. Siempre he estado más cerca del lado oscuro que de la luz, y cuando estoy contigo la oscuridad desaparece. -Las palabras que siguieron parecían forzadas-. Tú me das calor, y necesito esa tibieza. Nadie más que tú puede dármela, y no creo que quiera vivir sin ella.

Kadar nunca le había hablado de ese modo. Su tono era triste, las frases eran rígidas, no parecía Kadar, cuyas palabras solían fluir como miel tibia. Tenía ganas de extender su brazo y tocarlo, abrazarlo, rendirse a lo que le pidiera para erradicar ese dolor. No podía hacerlo.

– No, no es tan terrible. Simplemente no puedo aceptarlo.

Él se pliso rígido.

– Has dicho que no estabas enfadada.

Ella sonrió.

– ¿Por qué habría de estarlo? ¿Esperas que te rechace? Ya he cometido esa tontería en el pasado y no la repetiré. Yo también soy egoísta, y no tengo intención de perderte. Sencillamente no estamos de acuerdo. -Lo besó ligeramente en los labios-. Pero hay cosas en las que sí estamos de acuerdo. Deberíamos disfrutar de ellas durante el tiempo que nos queda. ¿A qué hora partes mañana para ir a ver a Nasim?

– Por la tarde. -La miró preocupado-. ¿Por qué?

– Entonces tendremos tiempo para pasear por el jardín, cenar, hablar. -Sonrió burlonamente-. Y disfrutar de de las cosas sencillas de la vida. -Él se estaba relajando. Eso era bueno. No quería que hubiera tensión esa noche-. Además, te prometo no procurar disuadirte de que vayas mañana. -Dio un paso hacia atrás-. No soy tan tonta como para desaprovechar mi tiempo. Ahora ve y date un baño. Vuelve a mí dentro de dos horas. Yo haré lo mismo y pediré que nos traigan la comida.

Sonrió.

– Si es tu deseo…

Le devolvió la sonrisa.

– Eso es exactamente lo que deseo… de momento.

CAPÍTULO 19

La luna se reflejaba en las aguas del estanque y la brisa ondulaba la superficie dando movimiento a las estatuas que lo rodeaban.

– No me gustan estas estatuas -dijo Selene-. Son demasiado frías. -Se inclinó hacia delante para verse la cara reflejada en el agua-. Pero yo también parezco fría. ¿No es extraño?

– Sí. Nadie es menos frío. -Él la sujetaba dándole seguridad-. Pero eso puede cambiar si te caes al agua.

Ella se echó a reír.

– ¿Te tirarías para salvarme?

– Siempre.

– Bien, dudo que necesites rescatarme. El estanque apenas tiene una vara de profundidad.

– Se han dado casos de hombres con armaduras que se han ahogado en aguas poco profundas.

– Les está bien empleado por hacer la guerra.

– Tú le estás haciendo la guerra a Nasim.

De repente se puso seria.

– Eso es distinto.

– Todos los contendientes dicen eso de sus guerras.

Hizo una mueca.

– Esta noche no quiero hablar de la guerra.

– Ni de Nasim.

– Mucho menos de Nasim. -Se alejó y fue a sentarse en el banco que había junto al estanque-. Así que hablemos de otras cosas.

– Estás demasiado tranquila. ¿No estarás planeando saltarla muralla otra vez? -preguntó Kadar.

Ella negó con la cabeza.

– No creo que pudiera engañar a Vaden igual que a aquel guardia de Sienbara, además estoy segura de que le habrás advertido que me vigile.

Se sentó junto a ella y le tomó la mano.

– Por supuesto. También Layla le ha avisado sobradamente. Ha tenido la ocasión de conocer muy bien tu temperamento en este corto espacio de tiempo.

– Pensamos igual en muchas cosas. Imaginaba que lucharía más por evitar que usáramos el grial.

– Fue Tarik quien tomó la decisión. Como yo tenía un arma a mi disposición, centré mis esfuerzos en él.

– ¿Qué arma?

– Culpabilidad.

Frunció el ceño, perpleja.

– Es Nasim quien tiene la culpa, no Tarik. No creo que Tarik tenga motivos para sentirse en deuda.

– No cabe duda de que Tarik es un hombre con escrúpulos de conciencia.

– No creo que te estés refiriendo a… -Estudió sus facciones-. Me estás ocultando algo.

– No es lo que te imaginas. No es que quiera tener ningún secreto, es simplemente que no es el momento. Primero tengo que tomar una decisión.

– ¿Tiene que ver con el grial?

Asintió.

– ¿Acordaste hacerte cargo de él por Tarik? ¿Por eso nos permite utilizarlo? Nunca deberías haber…

– Solamente le prometí que lo protegería de Nasim mientras estuviera bajo mi responsabilidad. -Le cogió la mano y le besó la palma-. ¿No crees que es hora de que vayamos dentro?

Ella lo miró con asombro.

– Me parece que estás empezando a creer a Tarik. ¿Cómo has podido? Es imposible.

– En ocasiones uno se ve forzado a considerar la posibilidad de lo imposible -dijo sonriendo-. Pero no debes preocuparte por ello. Tú misma me dijiste que la meta por la que Tarik y Layla han trabajado tanto no es de tu incumbencia.

Le dio un escalofrío.

– Me sentiría muy extraña y sola.

– Quizá no tan sola. Podríamos hacerlo… -Respiró profundamente y le apretó la mano casi con demasiada fuerza-. Dios mío, es una tentación intentar convencerte. Podría hacerlo. Sé que podría hacerlo.

– Me estás haciendo daño. -Y la estaba asustando-. ¿Convencerme?

Le brillaron los ojos al encontrarse con los suyos.

– Dices que ahora confías en mí. No te fíes de mí en esto. Me importa demasiado.

– ¿De qué estás hablando? -dijo abriendo los ojos como platos-. Tarik te prometió algo. No le creas. Es una locura. Eshe es un sueño.

– ¿Y si no lo es?

– Entonces sería una pesadilla. Prométeme que no dejarás que Tarik te diga cómo crear ese Eshe siguiendo las instrucciones del grial.

Permaneció en silencio unos segundos.

– Lo prometo.

Su alivio disminuyó por culpa de un malestar incesante. Aún sentía la tensión bajo la superficie.

– ¿Y tú me prometes que procurarás olvidar la pesadilla y considerar el sueño? Porque podría ser tal… -Murmuró una maldición y se puso en pie de un salto-. Ven, volvamos a la casa. Ya hemos hablado bastante. Parece que no puedo dejar de intentar…

Atravesó el jardín con pasos largos, dejándola atrás, ante su desconcierto.

Se puso a su altura llegando a la casa.

– Creo que voy a hablar de Nasim -dijo casi sin aliento-. Él no levanta semejante furor en ti.

– No hablaremos de ninguno de los dos. -En el corto espacio de tiempo que habían tardado en alcanzar la casa, Kadar había cambiado otra vez. Su sonrisa era muy seductora cuando la tomó de la mano-. No vamos a hablar en absoluto. Te he guardado algo muy especial para hacerte una demostración de los años que pasé en la casa de placer. Creo que esta noche es el momento de enseñártelo.