Sma era consciente de que Skaffen-Amtiskaw se encontraba detrás de ella y podía ver los reflejos de la bola roja en que se había convertido su campo. Acercó la criatura marrón y amarilla unos cuantos centímetros más a su cara.
—Escucha, Xenófobo…
—Xenito.
—De acuerdo, Xenito. Eres una nave estelar que pesa un millón de toneladas y, aparte de eso, eres una Unidad de Ofensiva Rápida de la Clase Torturador. Aun suponiendo que…
—¡Pero estoy desmilitarizada!
—Incluso sin tus sistemas básicos de armamento, apuesto a que si quisieras podrías destruir planetas enteros…
—Oh, vamos… ¡Hasta la UGC más tonta es capaz de hacer eso!
—Entonces, ¿a qué vienen todas estas gilipolleces?
Agitó a la unidad remota cubierta de pelos con tanta violencia que oyó castañetear sus dientes.
—¡Era una broma! —gritó la unidad—. Vamos, Sma, ¿es que no tienes sentido del humor? ¿No sabes apreciar una buena broma?
—No estoy muy segura. ¿Te gustaría que te mandara a la zona de reunión de una buena patada en el culo?
—¡Ooooh! Venga, señora…, ¿cuál es su problema? ¿Tiene algún prejuicio contra los animalitos peludos o qué? Oye, Sma, sé muy bien que soy una nave y hago cuanto se me pide que haga, incluido el llevarte a ese destino que, si he de serte franco, no me ha sido especificado con mucha claridad, y te aseguro que soy muy eficiente. Si hubiera el más leve conato de acción real y tuviera que empezar a comportarme como una nave de guerra, el artefacto que tienes entre las manos se convertiría en un bulto fláccido desprovisto de vida, y puedo prometerte que lucharía con todos los recursos de que dispongo y toda la ferocidad que se me inculcó durante mi adiestramiento. Hasta que llegue ese momento procuro obrar igual que mis colegas humanos e intento divertirme sin causar ningún daño a nadie. Si tanto odias mi apariencia actual… De acuerdo, la cambiaré. Seré un sensor remoto de lo más corriente, o una voz sin cuerpo, o hablaré contigo a través del amigo Skaffen-Amtiskaw aquí presente o a través de tu terminal personal. Lo último que deseo es ofender a una invitada.
Sma frunció los labios, dio unas palmaditas en la cabeza de la criatura y suspiró.
—De acuerdo.
—¿Puedo conservar esta forma?
—Desde luego.
—¡Oh, qué bien! —El animalito se retorció de puro placer, abrió al máximo sus enormes ojos y la observó con expresión esperanzada—. Y ahora… ¿me haces unos cuantos mimos?
—Está bien.
Sma la acunó y le dio palmaditas en la espalda.
Cuando se dio la vuelta vio a Skaffen-Amtiskaw flotando con la parte delantera hacia arriba. Su campo de auras mostraba el naranja chillón utilizado por las unidades para indicar que habían sufrido alguna avería realmente grave o que se encontraban en una situación muy apurada.
Sma se despidió del animalito marrón y amarillo, vio como se alejaba por el pasillo que llevaba a la zona de reunión (el animalito se despidió de ella agitando una patita rechoncha), cerró la puerta del camarote y se aseguró de que el sistema de observación y seguimiento interno estaba desactivado.
—¿Cuánto tiempo tenemos que pasar a bordo de esta nave? —preguntó volviéndose hacia Skaffen-Amtiskaw.
—¿Treinta días? —sugirió Skaffen-Amtiskaw.
Sma apretó los dientes hasta hacerlos rechinar y contempló el recinto en el que se encontraban. El camarote era bastante cómodo, pero comparado con los espacios llenos de ecos de la central energética que había convertido en su casa resultaba más bien pequeño.
—Treinta días con una tripulación de masoquistas virales y una nave convencida de que es una especie de osito de peluche… —Meneó la cabeza y tomó asiento sobre el campo de la cama—. Unidad, me temo que la duración subjetiva de este viaje puede ser larguísima…
Sma se dejó caer de espaldas sobre la cama murmurando maldiciones ininteligibles.
Skaffen-Amtiskaw comprendió que no era el momento más adecuado para revelarle que Zakalwe había logrado escapar a la vigilancia.
—Bueno, creo que iré a dar un vistazo por ahí, si no te importa —dijo.
Fue hacia la puerta pasando por encima de la hilera de bultos y maletas que Sma había traído consigo como equipaje.
—Adelante.
Sma se despidió de la unidad con un lánguido agitar de brazo, se quijo la chaqueta y dejó que cayera sobre el suelo del camarote.
La unidad ya casi había llegado a la puerta cuando Sma se irguió bruscamente con el ceño fruncido.
—Espera un momento… —murmuró—. ¿A qué se refería la nave cuando dijo eso de que nuestro destino no estaba demasiado claro? Infiernos, ¿es que no sabe adonde hemos de ir?
«Oh, oh…», pensó Skaffen-Amtiskaw.
Giró sobre sí misma hasta que su banda sensora quedó apuntando hacia el rostro de Sma.
—Ah… —dijo.
Sma entrecerró los ojos.
—Vamos a recoger a Zakalwe, ¿verdad?
—Sí. Claro.
—Y no tenemos que hacer nada más, ¿verdad?
—Desde luego que no. Recogemos a Zakalwe, le explicamos lo que queremos de él y le llevamos a Voerenhutz…, es sencillísimo. Quizá nos pidan que nos quedemos un tiempo rondando por allí para ver qué tal va todo, pero eso aún no está confirmado.
—Sí, sí, ya me esperaba algo parecido, pero… ¿dónde está Zakalwe exactamente?
—¿Dónde está Zakalwe exactamente…? —repitió la unidad—. Bueno… Yo… Eso es… Quiero decir que…
—De acuerdo —dijo Sma con irritación—. Dame su situación aproximada.
—No hay problema —dijo Skaffen-Amtiskaw, y empezó a retroceder hacia la puerta.
—¿No hay problema? —exclamó Sma poniendo cara de perplejidad.
—Sí, no hay ningún problema. Te aseguro que lo sabemos. Sabemos dónde está.
—Estupendo. —Sma asintió con la cabeza—. ¿Y bien?
—Y bien ¿qué?
—Y bien… —repitió Sma en un tono de voz bastante más alto—. ¿Dónde está Zakalwe?
—Está en Crastalier.
—¿Cras…?
—Crastalier. Ése es nuestro destino.
Sma meneó la cabeza y bostezó.
—Nunca he oído hablar de ese sitio. —Volvió a dejarse caer sobre el campo de la cama y se estiró—. Crastalier… —Su bostezo se fue haciendo más profundo y acabó llevándose una mano a la boca—. Maldita sea… Bastaba con que lo dijeras cuando te lo pregunté por primera vez.
—Lo siento —dijo la unidad.
—Mmmm… Olvídalo. —Sma alzó un brazo y su mano se interpuso en la trayectoria del rayo emitido por el sistema de la cabecera que controlaba las luces del camarote. La intensidad de las luces empezó a disminuir y Sma volvió a bostezar—. Creo que voy a recuperar alguna de las horas de sueño de las que no pude disfrutar anoche. Quítame las botas, ¿quieres?
La unidad le quitó las botas con mucha delicadeza pero lo más deprisa posible, cogió su chaqueta con un campo y la colgó dentro de un armario empotrado, metió el equipaje dentro de ese mismo armario y salió del camarote sin hacer ningún ruido mientras Sma se daba la vuelta sobre el campo de la cama y sus ojos se iban cerrando lentamente.
—Por los pelos… —murmuró Skaffen-Amtiskaw antes de iniciar su inspección de la nave.
Sma había subido a bordo poco después de la hora del desayuno según el tiempo de la nave, y despertó a primera hora de la tarde. Estaba terminando de arreglarse mientras la unidad clasificaba sus ropas por clase de prenda y orden de color y las colgaba dentro del armario o las doblaba y las guardaba en los cajones, cuando oyó sonar el timbre de la puerta. Sma salió del diminuto cuarto de baño con la boca llena de pasta dentífrica. Sólo llevaba puestos unos pantalones cortos. Intentó ordenar a la puerta que se abriera, pero al parecer la pasta dentífrica impidió que el monitor de la habitación comprendiera su balbuceo, por lo que fue hacia la puerta y la abrió.