El primer agente que respondió se llamaba, según constaba en el informe, Todd Stallworth. Trabajaba en el turno de noche en la comisaría de Malibú y lo habían enviado a las 22.21 al barrio contiguo a Las Vírgenes Road. Desde allí lo dirigieron al vecino Creek State Park de Malibú, donde se habían oído los disparos. Al oír él mismo disparos, Stallworth pidió refuerzos y se dirigió a investigar al parque.
No había luces en el parque montañoso, porque cerraba al atardecer. Al entrar Stallworth en la senda principal, los faros de su coche patrulla captaron un reflejo y el agente vio un vehículo aparcado en el claro que había delante. Encendió el faro grande e iluminó una camioneta con la puerta trasera bajada. Había una pirámide de latas de cerveza en la trasera y lo que parecía una bolsa de armas con varios cañones de rifle que sobresalían.
Stallworth detuvo su coche a ochenta metros de la camioneta y decidió esperar hasta que llegaran refuerzos. Estaba hablando por radio con la comisaría de Malibú describiendo la camioneta y diciendo que no estaba lo bastante cerca para leer la matrícula cuando de repente sonó un disparo y la luz de búsqueda situada sobre el retrovisor lateral explotó con el impacto de la bala. Stallworth apagó el resto de las luces del coche y corrió a unos arbustos que bordeaban el calvero. Usó la radio de mano para pedir más refuerzos y llamó al equipo táctico y de armas especiales.
Siguió una espera de tres horas, con el pistolero escondido en el terreno boscoso cercano al descampado. Éste disparó repetidamente su arma, pero aparentemente apuntaba al cielo. Ningún agente resultó herido de bala. Ningún otro vehículo resultó dañado. Finalmente, un agente con ropa negra del SWAT se acercó lo suficiente a la camioneta para leer la matrícula valiéndose de unos prismáticos con lentes de visión nocturna. La matrícula condujo al nombre de Eli Wyms, que a su vez llevó a un teléfono móvil. El pistolero respondió al primer tono y un equipo negociador del SWAT, la unidad especializada en intervenciones peligrosas, inició una conversación.
Quien disparaba era efectivamente Eli Wyms, un pintor de cuarenta y dos años de Inglewood. En el informe de la detención se lo definía como borracho, ofendido y suicida. Ese mismo día, su mujer lo había echado de casa y le había dicho que estaba enamorada de otro hombre. Wyms había conducido 188 hasta el océano y luego en dirección norte hacia Malibú y por último había cruzado las montañas hasta Calabasas. Vio el parque y pensó que era un buen sitio para detener la furgoneta y dormir, pero siguió conduciendo y compró una caja de cervezas en una gasolinera cercana a la autovía 101. Luego dio la vuelta y se dirigió al parque.
Wyms le dijo al negociador que había empezado a disparar porque había oído ruidos en la oscuridad y estaba asustado. Creía que estaba disparando a coyotes rabiosos que querían devorarlo. Dijo que veía sus ojos rojos en la oscuridad. Declaró que disparó al faro del primer coche patrulla que llegó porque temía que la luz delatara su posición a los animales. Cuando le preguntaron por el disparo desde ochenta metros, dijo que era un tirador experto cualificado durante la primera guerra de Irak.
El informe estimaba que Wyms había disparado al menos veintisiete veces mientras estaban los agentes en la escena y decenas de veces antes de eso. Los investigadores recogieron finalmente un total de noventa y cuatro casquillos de bala.
Wyms no se rindió esa noche hasta que se quedó sin cerveza. Poco después de aplastar la última lata vacía, le dijo al negociador que estaba al teléfono que cambiaba el rifle por un paquete de seis latas. Le dijeron que no. Entonces anunció que lo lamentaba y aseguró que estaba preparado para poner fin al incidente, que iba a suicidarse y terminar a lo grande. El negociador trató de convencerlo de que no lo hiciera y mantuvo la conversación mientras dos hombres del SWAT avanzaban por el pesado terreno hacia su posición en un denso bosque de eucaliptos. Pero el negociador enseguida oyó ronquidos en la línea. Wyms se había quedado dormido.
El equipo del SWAT entró y capturó a Wyms sin disparar un solo tiro. Se restableció el orden. Como el agente Stallworth había atendido la llamada y fue el primero al que dispararon, le cedieron la detención. El pistolero fue metido en el coche patrulla de Stallworth, transportado a la comisaría de Malibú y encarcelado.
Otros documentos contenidos en el expediente proseguían la saga de Eli Wyms. En la instrucción de cargos de la mañana posterior a su detención, Wyms fue declarado indigente y se le asignó un abogado de oficio. El caso avanzó lentamente en el sistema y Wyms permaneció en la prisión central. Pero entonces intervino Vincent y presentó sus servicios pro bono. Su primera acción fue pedir una evaluación de competencia de su cliente, lo cual tuvo el efecto de retrasar el caso aún más mientras Wyms era trasladado al hospital estatal de Camarillo para una evaluación psiquiátrica de noventa días.
Ese periodo de evaluación había concluido y se habían presentado los informes. Todos los médicos que habían examinado, sometido a tests y hablado con Wyms en Camarillo coincidían en que era competente y estaba preparado para enfrentarse a un juicio.
En la vista programada ante el juez Mark Friedman a las dos se establecería la fecha del juicio y el reloj del caso volvería a ponerse en marcha. Para mí era todo una formalidad. Una lectura de los documentos del caso me bastaba para saber que no habría juicio. Lo que haría la fecha de la vista sería marcar el periodo de que dispondría para negociar un convenio declaratorio para mi cliente.
Era un caso clarísimo. Wyms se declararía culpable y probablemente se enfrentaría a un año o dos de encarcelación y terapia de salud mental. La única pregunta que saqué de mi revisión del caso era por qué había aceptado el caso Vincent. No encajaba en los parámetros de la clase de casos que normalmente manejaba, con clientes que pagaban o de perfil alto. El caso tampoco parecía representar ningún tipo de desafío; era rutina y el delito de Wyms ni siquiera era inusual. ¿Era simplemente un caso que Jerry había tomado para satisfacer una necesidad de trabajo pro bono? Me parecía que, de ser así, Vincent podría haber encontrado algo más interesante, que diera otro tipo de réditos, como la publicidad. El caso Wyms había atraído inicialmente la atención de los medios por el espectáculo público en el parque. Pero cuando llegara el juicio o el fallo, seguramente volaría por debajo del radar de los medios.
Mi siguiente idea fue sospechar que había una conexión con el caso Elliot. Vincent había encontrado algún tipo de vínculo.
Sin embargo, en una primera lectura no pude determinarlo. Había dos conexiones generales por cuanto el incidente de Wyms había ocurrido menos de doce horas antes que los asesinatos de la playa y ambos crímenes habían ocurrido en el distrito del sheriff de Malibú. Pero esas conexiones no resistían un escrutinio posterior. En términos de topografía no estaban relacionados ni remotamente; los asesinatos se habían producido en la playa y el vendaval de tiros de Wyms se produjo tierra adentro, en el parque del condado situado al otro lado de las montañas. Por lo que podía recordar, ninguno de los nombres del expediente de Wyms se mencionaban en los materiales de Elliot que había revisado. El incidente de Wyms ocurrió en el turno de noche; los asesinatos de Elliot en el turno de día.
No podía dar con ninguna conexión específica y, plenamente frustrado, cerré el expediente con la pregunta sin responder. Miré el reloj y vi que tenía que regresar al edificio penal si quería disponer de tiempo para reunirme con mi cliente en el calabozo antes de la comparecencia de las dos en punto.
Llamé a Patrick para que pasara a recogerme, pagué la comida y salí a la acera. Estaba al móvil hablando con Lorna cuando se detuvo el Lincoln y me metí en la parte de atrás.