Выбрать главу

Golantz finalmente pasó de la mesa de la acusación al campo de pruebas cuando llegó el momento de su gran final. Se situó justo delante del punto medio de la tribuna y extendió las manos, como un predicador delante de sus feligreses.

– Me he pasado de mi tiempo, amigos. Así que para cerrar, les insto a que presten mucha atención cuando escuchen las pruebas y los testimonios. El sentido común les guiará. Les insto a que no se confundan ni se desvíen por las barreras a la justicia que la defensa les presentará. Mantengan los ojos en la presa. Recuerden que a dos personas les arrebataron la vida; les privaron del futuro. Por eso estamos aquí hoy, por ellos. Muchas gracias.

El viejo comienzo de mantengan los ojos en la presa. Lo había visto utilizar en el tribunal desde que yo era abogado de oficio. Sin embargo, era un inicio sólido para Golantz. No ganaría ningún trofeo de orador del año, pero había dejado claras sus tesis. También se había dirigido a los jurados como «amigos» al menos cuatro veces según mis cuentas, y ésa era una palabra que yo nunca usaría con un jurado.

Favreau me había enviado otros dos mensajes de texto durante la última media hora de la exposición de Golantz informando de un declive en el interés del jurado. Podrían habérselo estado tragando al principio, pero ya estaban aparentemente hartos. En ocasiones no puedes extenderte demasiado. Golantz había aguantado quince asaltos como un boxeador de peso pesado. Yo iba a ser un peso wélter, y estaba interesado en golpes rápidos. Iba a entrar y salir, ganar unos pocos puntos, sembrar unas pocas semillas y plantear unas pocas preguntas. Iba a caerles bien. Eso era lo principal. Si les gustaba yo, les gustaría mi caso.

Una vez que el juez me hizo la señal, me levanté e inmediatamente pasé al campo de pruebas. No quería nada entre el jurado y yo. También era consciente de que eso me ponía delante y en foco de la cámara de Cortes TV montada en la pared por encima de la tribuna del jurado.

Me enfrenté al jurado sin hacer ningún gesto físico salvo por un leve asentimiento con la cabeza.

– Damas y caballeros, sé que el juez ya me ha presentado, pero me gustaría presentarme a mí mismo y a mi cliente. Soy Michael Haller, el abogado que representa a Walter Elliot, a quien ven aquí sentado a la mesa a mi lado.

Señalé a Elliot y, por acuerdo previo, él asintió sombríamente, sin ofrecer ninguna forma de sonrisa que se vería tan falsamente halagadora como llamar a los jurados amigos.

– Bueno, no voy a extenderme demasiado, porque quiero llegar a los testimonios y las pruebas, las pocas que hay, y ponerme manos a la obra. Basta de charla; es el momento de demostrar o callar. El señor Golantz les ha tejido una imagen grande y complicada. Ha tardado sólo una hora en perfilarla. En cambio, yo estoy aquí para decirles que este caso no es tan complicado. El caso de la fiscalía se reduce a un laberinto de humo y espejos, y cuando apartemos el humo y salgamos del laberinto, lo entenderán. Descubrirán que no hay fuego, que no hay caso contra Walter Elliot. Que hay más que duda razonable aquí, que es un ultraje que se acusara a Walter Elliot.

Una vez más me volví y señalé a mi cliente. Éste estaba sentado con la mirada baja en el bloc de papel en el que estaba escribiendo notas; una vez más por convenio previo, describiendo a mi cliente como ocupado, implicado activamente en su propia defensa, con la barbilla alta y sin preocuparse por las cosas terribles que el fiscal había dicho de él. Tenía la razón de su lado, y la razón era el poder.

Me volví hacia el jurado y continué.

– He contado que el señor Golantz ha mencionado seis veces la palabra «pistola». Seis veces ha dicho que Walter sacó una pistola y disparó a la mujer a la que amaba y a un segundo inocente que estaba allí. Seis veces. Lo que no les ha dicho seis veces es que no hay pistola. No tiene pistola. El departamento del sheriff no tiene pistola. No tienen pistola ni vínculo entre Walter y una pistola, porque él nunca ha poseído un arma.

»El señor Golantz les ha dicho que presentará pruebas irrefutables de que Walter disparó una pistola, pero déjenme que les diga que tengan paciencia. Guárdense esa promesa en el bolsillo de atrás y al final del juicio ya veremos si las llamadas pruebas son irrefutables. Veremos si simplemente se sostienen.

Al hablar, mis ojos barrieron los rostros de los miembros del jurado como los focos barren el cielo de Hollywood por la noche. Permanecí en constante pero calmado movimiento. Sentía un ritmo seguro en mis pensamientos y cadencia e instintivamente sabía que estaba atrapando al jurado. Cada uno de ellos iba conmigo.

– Sé que en nuestra sociedad queremos que nuestros agentes de la ley sean profesionales y concienzudos y que sean los mejores. Vemos crimen en las noticias y en las calles y sabemos que estos hombres y mujeres son la delgada línea entre orden y desorden. O sea, lo quiero tanto como ustedes. Yo mismo he sido víctima de un delito violento; sé lo que es. Y queremos que nuestra policía intervenga y nos saque del apuro. Al fin y al cabo, para eso están. -Me detuve y examiné toda la tribuna del jurado, sosteniendo la mirada de cada uno de sus componentes durante un instante antes de continuar-. Pero eso no es lo que ocurrió aquí. Las pruebas (y estoy hablando de las pruebas y testimonios de la propia fiscalía) nos mostrarán que desde el principio los investigadores se centraron en un sospechoso, Walter Elliot. Las pruebas mostrarán que una vez que Walter se convirtió en ese centro, todo lo demás se dejó de lado. Todas las otras vías de investigación se pararon o ni siquiera se emprendieron. Tenían un sospechoso y lo que creían que era un móvil y nunca miraron atrás. Nunca miraron hacia ningún otro sitio.

Por primera vez me moví de mi posición. Avancé hacia la barandilla situada delante del jurado número uno. Lentamente caminé por delante de la tribuna, paseando la mano por la barandilla.

– Damas y caballeros, éste es un caso de lo que se conoce como visión de túneclass="underline" concentrarse en un sospechoso y olvidarse de todo lo demás. Y les prometo que cuando salgan del túnel de la fiscalía se estarán mirando el uno al otro entrecerrando los ojos contra la luz brillante. Y se van a preguntar dónde demonios está el caso. Muchas gracias.

Solté la barandilla y me dirigí de nuevo a mi asiento. Antes de sentarme, el juez decretó una pausa para almorzar.

37

Una vez más mi cliente se abstuvo de comer conmigo para poder volver al estudio y seguir con su apariencia de normalidad en las oficinas ejecutivas. Estaba empezando a pensar que veía el juicio como un molesto inconveniente en su programa. O bien tenía más confianza que yo en el caso de la defensa, o el juicio simplemente no era una prioridad.

Fuera cual fuese la razón, eso me dejó con mi séquito de la primera fila. Fuimos al Traxx de Union Station porque sentía que estaba lo bastante lejos del tribunal para evitar terminar en el mismo sitio que algunos de los miembros del jurado. Patrick condujo y yo le dije que le entregara el Lincoln al aparcacoches y se nos uniera, porque quería que se sintiera parte del equipo.

Nos dieron una mesa en un reservado tranquilo junto a una ventana que daba a la enorme y maravillosa sala de espera de la estación de tren. Lorna había distribuido los asientos y terminé al lado de Julie Favreau. Desde que Lorna había empezado su relación con Cisco, había decidido que yo necesitaba estar con alguien y se había consagrado a ser una especie de casamentera. Este empeño procedente de una ex mujer (una ex mujer por la que todavía me preocupaba en muchos aspectos) era decididamente incómodo y me sentí torpe cuando Lorna me señaló abiertamente la silla contigua a mi asesora de jurado. Yo estaba enfrascado en el primer día de un juicio y la posibilidad de romance era lo último en lo que estaba pensando. Además de eso, era incapaz de mantener una relación. Mi adicción me había dejado emocionalmente distanciado de personas y cosas a las que sólo ahora empezaba a acercarme. Mi prioridad en ese momento era reconectar con mi hija. Después de eso, me preocuparía de encontrar una mujer y conocerla.