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– Exacto.

– ¿ Era más cerca de las once o más cerca del mediodía?

– Es imposible decirlo a ciencia cierta. Es el margen de tiempo en que ocurrió.

– Muy bien, y una vez que tenía este marco, procedió a asegurarse de que el hombre al que ya habían detenido no tenía coartada, ¿correcto?

– Yo tampoco lo expresaría de este modo.

– Entonces, ¿cómo lo expresaría?

– Diría que era mi obligación continuar investigando el caso y prepararlo para el juicio. Parte de esa diligencia debida sería mantener una actitud abierta a la posibilidad de que el sospechoso tuviera una coartada para los crímenes. Al cumplir con esta obligación, determiné, según múltiples entrevistas, así como a partir de los registros en la verja de Archway Studios, que el señor Elliot salió del estudio, conduciendo él mismo, a las 10.40 de esa mañana. Eso le dio tiempo de sobra para…

– Gracias, detective. Ha respondido la pregunta.

– No he terminado mi respuesta.

Golantz se levantó y preguntó al juez si el testigo podía terminar su respuesta, y Stanton lo permitió. Kinder continuó con su tono de abecé de homicidios.

– Como estaba diciendo, esto dio al señor Elliot mucho tiempo para llegar a la casa de Malibú dentro de los parámetros de la hora estimada de la muerte.

– ¿Ha dicho mucho tiempo para llegar allí?

– Tiempo suficiente.

– Antes describió que había hecho el trayecto en varias ocasiones. ¿Cuándo fue eso?

– La primera vez fue exactamente una semana después de los crímenes. Salí de la verja de Archway a las 10.40 de la mañana y me dirigí a la casa de Malibú. Llegué a las 11.42, dentro de la horquilla temporal del crimen.

– ¿Cómo sabía que estaba tomando la misma ruta que el señor Elliot?

– No lo sabía, así que tomé la que consideraba la ruta más obvia y rápida que alguien podía tomar. La mayoría de la gente no coge la ruta larga, sino la corta: la menor cantidad de tiempo de su destino. Desde Archway me dirigí por Melrose a La Brea y luego de La Brea a la Diez. En se punto me dirigí hacia el oeste por la autovía del Pacífico.

– ¿Cómo supo que el tráfico que encontró sería el mismo que encontró el señor Elliot?

– No lo sabía.

– El tráfico en Los Ángeles puede ser muy impredecible, ¿no?

– Sí.

– ¿Por eso hizo la ruta varias veces?

– Es una razón, sí.

– Bueno, detective Kinder, testificó que recorrió la ruta un total de cinco veces y llegó a la casa de Malibú cada vez antes de que la horquilla temporal se cerrara, ¿correcto?

– Correcto.

– En relación con esas cinco pruebas de recorrido, ¿cuándo fue la vez que llegó antes a la casa de Malibú? Kinder consultó sus notas.

– Eso sería la primera vez, cuando llegué a las 11.42.

– ¿Y cuál fue el peor tiempo?

– ¿El peor?

– ¿ Cuál fue el trayecto más lento que registró en sus cinco viajes?

Kinder volvió a mirar sus notas.

– Lo más tarde que llegué fue a las 11.51.

– Muy bien, así que su mejor tiempo fue en el último terció de la horquilla temporal establecida por el forense para la comisión de los asesinatos, y su peor tiempo dejaría al señor Elliot menos de diez minutos para entrar en la casa y matar a dos personas. ¿Correcto?

– Sí, pero podría haberse hecho.

– ¿Podría? No suena muy convencido, detective.

– Estoy convencido de que el acusado tuvo tiempo para cometer estos homicidios.

– Pero sólo si los homicidios se cometieron al menos cuarenta y dos minutos después de que se abriera la horquilla temporal, ¿correcto?

– Si quiere mirarlo así.

– No se trata de cómo yo lo miro, detective. Estoy trabajando con lo que nos ha dado el forense. Así pues, para resumírselo al jurado, está diciendo que el señor Elliot salió de su estudio a las 10.40 y fue hasta Malibú, se coló en su casa, sorprendió a su mujer y su amante en el dormitorio del piso superior y los mató a los dos, todo antes de que se cerrara esa horquilla a mediodía. ¿Es todo eso correcto?

– Esencialmente, sí.

Negué con la cabeza como si hubiera mucho que tragar.

– Vale, detective, avancemos. Por favor, dígale al jurado cuántas veces empezó la ruta de Malibú pero la interrumpió cuando supo que no iba a llegar antes de que la horquilla se cerrara a mediodía.

– Eso no ocurrió nunca.

Hubo una ligera vacilación en la respuesta de Kinder. Estaba seguro de que el jurado la había captado.

– Detective, responda sí o no: si presentara registros e incluso un vídeo que lo muestra empezando en la verja de Archway a las 10.40 de la mañana en siete ocasiones y no en cinco, ¿esos registros serían falsos?

La mirada de Kinder buscó los ojos de Golantz y luego otra vez se fijó en mí.

– Lo que está sugiriendo que ocurrió, no ocurrió -respondió.

– No está respondiendo la pregunta, detective. Una vez más, sí o no: si presento registros que muestran que llevó a cabo sus estudios de tiempo de trayecto al menos siete veces, pero ha testificado que sólo lo hizo cinco veces, ¿esos registros serían falsos?

– No, pero yo no…

– Gracias, detective. Sólo había pedido una respuesta de sí o no.

Golantz se levantó y pidió al juez que permitiera al testigo dar una respuesta completa; sin embargo, Stanton le dijo que podía pedírsela en la contrarréplica. En ese momento vacilé. Sabiendo que Golantz iría tras la explicación de Kinder en la contrarréplica, tenía la oportunidad de obtenerla en ese momento y posiblemente todavía controlarla y sacar ventaja. Era una apuesta, porque en ese momento sentía que lo había magullado bastante, y si continuaba con él hasta que la sesión concluyera, entonces los jurados se irían a casa con la sospecha de la policía infiltrándose en sus cerebros. Eso nunca estaba mal.

Decidí arriesgarme y tratar de controlarlo.

– Detective, díganos cuántos de estos tests interrumpió antes de llegar a la casa de Malibú.

– Dos.

– ¿ Cuáles?

– El segundo y el último, el séptimo.

Asentí.

– Y los interrumpió porque sabía que nunca llegaría a la casa de Malibú en la horquilla temporal del crimen, ¿correcto?

– No, es muy incorrecto.

– Entonces, ¿cuál fue la razón de que terminara con los tests de conducción?

– Una vez me llamaron de la oficina para llevar a cabo un interrogatorio de alguien que me esperaba allí, y la otra, estaba escuchando la radio y oí que un agente pedía refuerzos. Mí desvié para ayudarle.

– ¿Por qué no los documentó en su informe sobre la investigación de tiempo de trayecto?

– No creía que fueran significativos, porque eran tests incompletos.

– ¿Así que estos incompletos no están documentados en ningún punto de ese grueso archivo suyo?

– No.

– ¿Y entonces sólo tenemos su palabra sobre lo que causó que los interrumpiera antes de llegar a la casa de Elliot en Malibú?

– Eso sería correcto.

Asentí y decidí que ya lo había azotado bastante. Sabía que Golantz podría rehabilitar a Kinder en la contrarréplica, quizás incluso presentar documentación de las llamadas que habían apartado a Kinder de la ruta de Malibú. Pero esperaba haber planteado al menos una sombra de desconfianza en las mentes de los jurados. Me llevé mi pequeña victoria y seguí adelante.

Después martilleé a Kinder sobre el hecho de que no había recuperado el arma homicida y que su investigación de seis meses de Walter Elliot nunca lo había relacionado con arma de ningún tipo. Lo golpeé desde varios ángulos para que Kinder se viera obligado a reconocer que una parte clave de la investigación y acusación nunca se había localizado, aunque si Elliot era el asesino había tenido muy poco tiempo para esconder el arma.