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—Es una especie de nave de policía de Orient IV —supuso Silver—. ¿Estamos en problemas?

—Sin ninguna duda —interrumpió la voz del doctor Minchenko, que acababa de entrar al compartimento de Navegación y Comunicaciones—. Galac-Tech, de hecho, no va a aceptar todo esto sin reaccionar. Nos hará un gran favor a todos nosotros, Graf, si me deja hablar a mí en esta ocasión. Desplazó a Silver y a Leo a un lado y se instaló frente al comunicador—. El ministro de Sanidad de Orient IV resulta ser un colega profesional mío. Si bien no está en posición de sumo poder, es un canal de acceso a los más altos niveles gubernamentales. Si logro comunicarme con él, estaremos en mejor posición que si intentamos tratar en niveles más bajos, como es el caso de un sargento de policía o, aún peor, de un oficial militar. —Los ojos le brillaban—. En este momento, ya no hay un amor loco entre Galac-Tech y Orient IV. Cualesquiera que sean los cargos de Galac-Tech, nosotros, por nuestra parte, podemos acusarlos de fraude impositivo… Hay tantas posibilidades…

—¿Qué hacemos mientras usted habla? —preguntó Ti.

—Sigan avanzando —le aconsejó Minchenko.

—No se ha terminado, ¿verdad? —le dijo Silver a Leo, mientras salían del camino del doctor Minchenko—. Siempre pensé que nuestros problemas terminarían con sólo deshacernos del señor Van Atta.

Leo sacudió la cabeza. Todavía tenía una sonrisa de alegría. Tomó una de las manos superiores de Silver.

—Nuestros problemas habrían terminado si Brucie-baby nos hubiera disparado. O si el espejo vórtice hubiera estallado en medio del Salto, o si… No temas a los problemas, Silver. Son un indicio de la vida. Les haremos frente juntos… mañana.

Silver suspiró. La tensión estaba desapareciendo de su rostro, de su cuerpo, de sus brazos. Finalmente una sonrisa iluminó sus ojos, haciéndolos brillar como estrellas. Entregiró su cara para mirarlo.

Leo se descubrió con una sonrisa tonta, para un hombre de cuarenta años. Intentó que su rostro revelara facciones más dignas. Hubo una pausa.

—Leo —dijo Silver, en un tono repentinamente introspectivo—, ¿eres tímido?

—¿Quién, yo? —exclamó él.

Las estrellas azules se convirtieron, por un momento en un brillo depredador. Silver le besó. Leo, indignado por la acusación, la volvió a besar con mayor intensidad. Ahora le tocaba a ella esbozar una sonrisa tonta. Toda una vida con los cuadrúmanos, reflexionó Leo, podría estar bien… Los dos volvieron su mirada hacia el nuevo sol.

Título originaclass="underline" Falling Free

Traducción: Claudia Martínez

Diseño de colección y cubierta: LA MANUFACTURA / Arte + Diseño

Ilustración: Óscar Chichoni

© 1988 by Lois McMaster Bujold

© 1990; Ediciones B, colección Nova CF nº 24

ISBN: 84-406-1204-4

Depósito legaclass="underline" Bi. 22-1990

Edición digital de Fostfre y Umbriel. Febrero de 2003.