—Yo nunca hubiera pensado que la ingeniería de la soldadura fuera un tema tan interesante. Usted es un entusiasta dotado.
—Espero que sus cuadrúmanos estén igual de impresionados. Me siento bien cuando puedo estimular a alguien. Es el mejor trabajo del mundo.
—Comienzo a pensar que es así. Su historia… —ella dudó—. Su historia del fraude ha causado un gran impacto. Nunca habían oído nada semejante. De hecho, yo tampoco.
—Fue hace muchos años.
—Realmente desagradable, de todas formas. —Su rostro dio señales de introspección—. Aunque espero que no demasiado.
—Bueno, yo creo que es muy desagradable. Es una historia real y yo estaba allí. —La miró—. Algún día les puede tocar a ellos. Sería un acto criminal y negligente si no los preparara bien.
—Sí. —La doctora esbozó una sonrisa.
El último de sus estudiantes había desaparecido por el corredor.
—Bueno, es mejor que los alcance. ¿Asistirá a todo mi curso? ¡Vamos! Aún voy a hacer de usted toda una soldadora.
Ella meneó la cabeza con pesar.
—De veras lo hace parecer atractivo. Pero me temo que tengo un trabajo de horario completo. Tendré que dejarlo solo. —Lo saludó con la cabeza—. Lo hará muy bien, señor Graf.
3
—¡Puaj! —exclamó Andy después de sacar la lengua y escupir una pelota de arroz con leche que Claire acababa de ponerle con una cuchara en la boca. La masa de alimento ejercía aparentemente la misma fascinación que un juguete nuevo, porque lo tomaba con las manos superiores y las inferiores y lo hacía girar—. ¡Eh! —protestó cuando su nuevo satélite se desintegró, en una simple pasta.
—Vamos, Andy —murmuró Claire, frustrada, en tanto le quitaba la comida de las manos y lo limpiaba con una toalla bastante sucia—. Vamos, Andy, tienes que probarlo. La doctora Yei dice que es bueno para ti.
—Tal vez está lleno —dijo Tony con solicitud.
El experimento nutritivo se llevaba a cabo en la habitación que habían dado a Claire después del nacimiento de Andy y que compartía con su bebé. Muchas veces extrañaba a sus antiguas compañeras de cuarto, pero, con pesar, admitía que la compañía había tenido razón. Su popularidad y la fascinación por Andy no habrían sobrevivido a tantas noches de comidas, cambios de pañales, ataques de gases, diarreas y fiebres misteriosas y otras tantas miserias nocturnas infantiles.
Últimamente, también había extrañado a Tony. En las últimas seis semanas, apenas lo había visto. Su nuevo instructor de soldadura lo tenía muy ocupado. El ritmo de vida parecía ser más acelerado en todo el Hábitat. Algunos días casi no había tiempo ni siquiera para respirar.
—Tal vez no le gusta —sugirió Tony—. ¿Ya has intentado mezclarlo con otras sustancias?
—Todo el mundo es un experto —suspiró Claire—. Excepto yo… De todas maneras, ayer comió un poco.
—¿Qué gusto tiene?
—No sé. Nunca lo he probado.
Tony le sacó la cuchara de la mano y la introdujo en el recipiente. Tomó una de las pelotas y se la metió en la boca.
¡Tony! —exclamó Claire, indignada.
¡Puaj! —Tony se atragantó—. Dame una toalla. Ahora entiendo por qué lo escupe. Esto le provoca náuseas.
Claire recuperó la cuchara y flotó hasta la pequeña cocina, donde la introdujo en los agujeros del dispensador de agua y lo enjuagó.
—Gérmenes —dijo, en un tono que acusaba a Tony.
—¡Pruébalo tú!
Ella olió la taza de alimento, como si siguiera dudando.
—Creeré en tu palabra.
Mientras tanto, Andy había capturado su mano inferior con las superiores y se la estaba mordiendo.
—Se supone que todavía no tienes que comer carne —suspiró Claire, al mismo tiempo que lo enderezaba. Andy respiró profundamente, como si se preparara para protestar, pero de pronto se abrió la puerta y apareció un nuevo objeto de interés.
—¿Cómo anda esto, Claire? —preguntó la doctora Yei. Sus piernas, inútiles en caída libre, colgaban de su cadera, relajadas, mientras entraba en la cabina.
El rostro de Claire se iluminó. Le gustaba la doctora Yei, Siempre parecía que las cosas se tranquilizaban cuando ella estaba cerca.
—Andy no quiere comer el arroz con leche. Prefiere el plátano chafado.
—Bueno, en la próxima comida dale harina de avena en lugar de arroz —dijo la doctora Yei. Flotó hacia Andy y extendió la mano. El bebé la tomó con sus manos superiores. La doctora logró soltarse. Entonces Andy se la cogió con las manos inferiores y sonrió—. Su coordinación motriz inferior está progresando. Apuesto a que será como la superior cuando cumpla un año.
—Y ese cuarto diente le salió anteayer —dijo Claire, mientras lo señalaba.
—Así la naturaleza te dice que es hora de que comas arroz con crema —le explicó la doctora al bebé, con una seriedad fingida. Andy se aferró a su brazo y fijó la mirada en sus pendientes de oro. Se había olvidado por completo de la comida—. No te preocupes demasiado, Claire. Siempre existe esta tendencia a querer apurar las cosas con el primer hijo, como si uno quisiera asegurarse de que puede hacerlo todo. Será más tranquilo con el segundo. Te garantizo que todos los bebés comen el arroz con leche antes de los veinte años, hagas lo que hagas.
Claire se rió. En el fondo, se sintió tranquilizada.
—Es sólo que el señor Van Atta me estuvo preguntando sobre el progreso de Andy.
La doctora Yei frunció los labios, como si estuviera escondiendo una sonrisa. —Entiendo.
Defendió su pendiente del resuelto ataque de Andy, poniéndolo fuera de su alcance. En el aire, un paroxismo frustrado de movimientos natatorios lo hizo girar. Abrió la boca para protestar. La doctora Yei inmediatamente lo ayudó, pero ganó tiempo y extendió solamente las yemas de la mano.
Andy volvió a dirigirse al pendiente, con una mano sobre la otra.
—Sí, bebé, cógelo —lo alentó Tony. —Bueno —la doctora Yei se dirigió a Claire—, en realidad he pasado por aquí para daros buenas noticias. La compañía está tan contenta por cómo han salido las cosas con Andy que han decidido adelantar la fecha de tu segundo embarazo.
Detrás de la doctora Yei, el rostro de Tony irradiaba felicidad. Sus manos superiores se agitaban en señal de victoria. Claire intentó hacerle señas para que se calmara, pero no pudo evitar reírse.
—¡Fantástico! —exclamó Claire, llena de satisfacción. De manera que la compañía pensaba que lo estaba haciendo bien. Había tenido días de angustia, en los que pensaba que nadie reconocería el esfuerzo que estaba haciendo—. ¿Cuándo sería?
—Tú sabes que no tienes los ciclos mensuales porque estás criando a Andy. Mañana por la mañana tienes una entrevista con el doctor Minchenko en la enfermería. El te dará una medicina para que te vuelvan los ciclos. Puedes comenzar a intentarlo en el segundo ciclo.
—¡Oh, Dios! Tan pronto. —Claire hizo una pausa y observó al pequeño Andy mientras recordaba cómo, el primer embarazo le había consumido todas las energías—. Creo que podré hacerlo, pero, ¿qué pasa con esa diferencia ideal de veintisiete meses de la que hablabas?
La doctora Yei eligió cuidadosamente las palabras.
—Existe una tendencia en todo el Proyecto a aumentar la productividad. En todas las áreas.
La doctora Yei, siempre directa, según la experiencia de Claire, sonreía ahora con cierta falsedad. Miró a Tony, que flotaba en el aire, y frunció los labios.
—Me alegra que estés aquí, Tony, porque tengo buenas noticias también para ti. Tu instructor de soldadura, el señor Graf, te ha calificado como el mejor de su clase. Así que has sido elegido como capataz de un grupo que saldrá a realizar el primer contrato que Galac-Tech delegó al Proyecto Cay. Tú y tus compañeros seréis embarcados aproximadamente dentro de un mes hacia un lugar llamado Estación Kline. Está en el extremo opuesto del nexo, detrás de la Tierra. Es un viaje largo, de manera que el señor Graf ha decidido ir también en el viaje para completar la preparación en ruta, además de ser supervisor de ingenieros.