– Descansa.
Aquella única palabra fue como una droga, y yo volví a relajarme en mi extraño medio sueño.
Volví a despertar porque noté que él aminoraba la velocidad, y que aquel galope interminable se convertía en un trote, y finalmente en un paso lento. Yo me incorporé y me froté la cara con las manos. El ambiente todavía estaba húmedo y hacía fresco, pero la oscuridad estaba dando paso al amanecer.
– ¿Dónde estamos? -pregunté, pestañeando.
– Queda muy poco para llegar al templo -respondió ClanFintan, y me preocupé al oír que su respiración era fatigosa. También oía a Dougal y a Connor respirando pesadamente a nuestro lado.
– ¿Estáis bien? ¿No deberíamos parar a descansar un poco?
Entonces, intenté rodear la cabeza de ClanFintan para poder mirarlo a la cara, y le pregunté:
– ¿Quieres que camine un poco?
Los tres centauros resoplaron. Dougal y Connor se acercaron un poco más a su Gran Líder y lo miraron con preocupación… hasta que hablaron.
– Sí, Dougal, ClanFintan tiene pinta de cansado -dijo Connor, y yo me di cuenta de que la aparente fatiga que sentían no conseguía apagar sus sonrisas bobas.
– Estoy de acuerdo, Connor -respondió Dougal.
Ambos chasquearon con la lengua con tristeza, mirando a ClanFintan, que había girado la cabeza de lado a lado, observando su intercambio de impresiones.
– Mi señor, si el peso de vuestra señora se os ha hecho demasiado pesado, me gustaría ofrecerme voluntario para relevaros -dijo Dougal, como si fuera la personificación de la cortesía y la caballerosidad. Sin embargo, su sonrisa era de listillo.
Yo fruncí el ceño y comencé a abrir la boca.
– Y, mi señor, cuando Dougal se canse de portar un peso tan ligero y agradable, yo me ofrezco voluntario para aliviarlo de su carga -dijo Connor, e hizo una floritura con el brazo. Después me hizo una reverencia y se apartó con agilidad.
Yo también le fruncí el ceño a él.
– ¡De acuerdo! Yo sólo pensaba que…
Y los dos se echaron a reír, interrumpiéndome. Los fulminé con la mirada. Vaya unos tontos.
– Ahorrad aliento para mantener mi ritmo -dijo ClanFintan, en tono de diversión-. Potros descarados -añadió.
Después volvió a emprender el galope, y los centauros, que se estaban riendo, quedaron rezagados y tuvieron que esforzarse por alcanzarlo. Yo notaba que le vibraba el torso, y tardé un segundo en darme cuenta de que se estaba riendo.
Le tiré de la coleta, y él me sonrió por encima del hombro.
– Rhiannon, dices unas cosas muy raras.
– Sólo quería ser agradable -refunfuñé-. No quiero cansarte con mi peso, ni nada por el estilo.
Él me apretó la pantorrilla con suavidad, y unos cuantos escalofríos me recorrieron el cuerpo.
– Eso no podrías hacerlo nunca.
– No estés tan seguro. Quizá me vuelva vieja y gorda. ¿Cómo te sentirías si mi trasero tuviera el doble de tamaño que ahora e hiciera falta la ayuda de Dougal y de Connor para que subiera a la silla?
– Rhiannon -dijo él, entre carcajadas-, tú eres demasiado engreída como para engordar.
Yo resoplé por la nariz, imitando el relincho de un centauro. Parecía que me conocía un poco, después de todo. Dougal y Connor nos alcanzaron y yo intenté ponerles cara de pocos amigos, pero sus sonrisitas eran demasiado graciosas, y yo también sonreí.
– Pillos irrespetuosos -murmuré en el hombro de ClanFintan.
Él debió de oírme, porque la vibración de su risa se extendió por los dos.
Intenté relajarme y volver a dormitar, pero a medida que se aclaraba la niebla, también iba disminuyendo mi cansancio. No podía dejar de pensar en todo lo que estaba sucediendo. Veía a las criaturas vampíricas y me preguntaba cómo detenerlas. La inseguridad y el peligro de la situación eran como un plomo en mi mente. Y, de repente, me pregunté por qué tenía que estar tan preocupada. Aquél no era mi mundo. ¿Por qué no estaba concentrándome en volver a casa?
– Agárrate con fuerza, Rhiannon. Aquí el camino está muy empinado.
ClanFintan me agarró ambos brazos y me transmitió su fuerza y su calor, consiguiendo que me sintiera protegida y preciada, algo que no era muy común en la vida de Shannon Parker.
Y, demonios, de eso se trataba. Era aquel endemoniado caballo, hombre o lo que fuera. Y Alanna. Y Dougal, y Connor. Y mi padre, o más bien el padre de Rhiannon, que había muerto antes de la que debería haber sido su hora.
Aquel mundo se estaba convirtiendo en mi mundo. Cerré los ojos y escondí la cara en el hombro de mi marido, y me di cuenta de que una parte de mí ya había echado raíces en aquel lugar.
Maldita fuera Rhiannon y malditos sus tejemanejes. ¿Por qué no podía haberme casado con un abogado agradable y haber criado un par de hijos en un barrio tranquilo de las afueras?
En vez de eso, me veía en aquel extraño mundo, en el que había un centauro por el que yo sentía atracción, unas criaturas que aterrorizaban a la civilización, y en el que tenía el trasero extremadamente dolorido y las piernas entumecidas, además de las axilas sin desodorante.
Como dirían sucintamente mis estudiantes… «¡Vaya un rollo!».
Capítulo 13
Los centauros sólo se detuvieron a beber durante las horas siguientes. Yo había vuelto a quedarme sin fuerzas, y tenía que luchar por mantenerme erguida. Afortunadamente, veía el reflejo del sol de poniente en el río, que estaba a nuestra derecha. Eso significaba que estábamos muy cerca del templo. Entonces, ClanFintan elevó el brazo para saludar a alguien que había a un lado de la carretera.
– ¿Quién era? -pregunté yo.
– Otro centinela -dijo él.
– Oh… eh… ¿es que ha habido más?
– Por supuesto. Durante las últimas horas hemos saludado periódicamente a quienes enviamos a mantener la vigilancia.
– Eso ha sido una buena idea.
Él soltó un resoplido, y yo cerré la boca. Si no me fallaba la memoria, Epona había sido la diosa de las legiones romanas, además de una diosa celta, y era adorada como deidad de los guerreros. Me pregunté si Rhiannon habría recibido adiestramiento en el arte de la guerra.
Quizá eso le sirviera de ayuda en mi clase del instituto. Quizá.
Los poderosos músculos de ClanFintan se tensaron cuando la carretera emprendió un ascenso gradual. Después giró bruscamente a la izquierda, y ante nosotros apareció el templo. ClanFintan se detuvo bruscamente, y Dougal y Connor hicieron lo mismo, intentando recuperar el aliento. Mis ojos se bebieron el templo y el terreno que lo circundaba como los caballos sedientos bebían el agua. La maravillosa muralla de mármol que rodeaba las edificaciones ofrecía su blancura a la mirada bajo la luz del día, y resultaba impresionante. El río rodeaba el templo por el sureste, y las tierras que había a sus pies estaban llenas de viñedos, ya cargados de frutos oscuros.
Sin embargo, había una diferencia entre el paisaje que se extendía ante mí en aquel momento y el que yo había visto cuando salí de allí: había gente, humanos y centauros. Estaban acampados alrededor de la muralla. La brisa agitaba suavemente la tela de las tiendas que habían montado. Hombres y mujeres estaban atendiendo las necesidades de su existencia con eficiencia, vigilando a los animales y a los niños, hablando, cocinando. Era como si me viera en medio de una feria medieval.
Entonces, oí un grito desde muy cerca de nosotros, que se repitió una y otra vez. Todas las cabezas se giraron hacia nosotros, y todo el mundo comenzó a elevar las manos para hacernos un saludo de bienvenida.