Contuve la respiración y pregunté:
– ¿Quieres quitarte el chaleco?
Su expresión seria se transformó en una sonrisa, y arqueó una ceja, observándome con suma atención mientras se despojaba del chaleco y lo dejaba en el suelo, junto a nosotros.
Era magnífico, todo músculos bronceados y líneas esculpidas. Mis manos encontraron su pecho de nuevo, y con las yemas de los dedos, dibujé círculos alrededor de sus pezones. Él emitió una risa breve, y me agarró las manos.
– ¿Tienes cosquillas?
– Sólo ahí.
Nos pareció divertido, y nos reímos juntos. Me di cuenta de que nos habíamos relajado, y después de una pausa momentánea continué mi exploración por su pecho, por su estómago musculoso, y más abajo todavía. Cuando encontré su pelaje espeso con las yemas de los dedos volví a mirarlo a la cara. Tenían una expresión abierta y cálida, y una sonrisa de ánimo en los labios. Sin dudarlo más, seguí acariciándolo.
– Es magnífico.
Me acerqué más a él y le rodeé el cuello con los brazos. Terminé de hablar contra sus labios.
– Todo tú eres magnífico.
Con un gemido, me abrazó y me ciñó contra su pecho desnudo. Nuestros labios se encontraron y yo me sentí inmersa en su calor y su sabor. Me tomé mi tiempo besándolo, y no parecía que a ClanFintan le importara.
El calor de su cuerpo era muy seductor. Mientras yo le mordisqueaba los labios y succionaba su lengua, sentí que él dominaba toda su pasión, a medida que su respiración se hacía más profunda y sus músculos se tensaban y temblaban bajo mis manos erráticas. Mantuvo las manos inmóviles, posadas en mi espalda, mientras me permitía que me sintiera más y más cómoda acariciándolo. Aquel tipo de seducción calmada estaba funcionando muy bien para él. En poco tiempo, yo estaba frotando mi cuerpo contra su pecho y, bueno, finalmente le tomé una mano y la posé sobre uno de mis senos.
La calidez de su mano y la aspereza de su piel hicieron que mi pezón se endureciera, lo cual fue muy evidente a través de la fina tela de mi vestido. Jugueteó con mi pezón durante un rato. Después dibujó un rastro caliente con la boca por un lado de mi cuello, se recreó un momento sobre mi clavícula y comenzó a besarme lentamente la curva del pecho hasta que sus labios encontraron mi pezón. El hecho de que yo todavía estuviera vestida no lo hizo vacilar. El calor y la humedad de su boca atravesaron la fina seda de mi ropa, y consiguieron que a mí se me escapara un gemido. Entonces abrió los labios y atrapó el pezón, y la tela que lo cubría, y succionó y mordisqueó delicadamente.
– Oh, eso es estupendo -susurré, y me arqueé contra su boca. Tuve la sensación de que mi cuerpo iba a derretirse contra el suyo.
– Mmm.
ClanFintan elevó la cabeza y me besó. Me abrazó con fuerza y yo le correspondí. Justo cuando comenzaba a darme vueltas la cabeza, él interrumpió el beso, pero no me soltó. Nuestros ojos volvieron a encontrarse. Yo sabía que estaba sonrojada, y sentía los labios deliciosamente hinchados y húmedos.
– ¿Ha desaparecido tu miedo?
No hubo ningún titubeo en mi respuesta.
– Sí.
Di un paso hacia atrás. Él me miró con curiosidad, pero me permitió que escapara de sus brazos. Sin dejar de mirarlo a los ojos, abrí el broche que mantenía mi vestido en su sitio. Deslicé la tela por un hombro, y mis pechos quedaron desnudos. Con un solo tirón de la gasa que me rodeaba la cintura, quedé en pie en una balsa de tela sedosa, vestida sólo con un tanga, las sandalias, y una sonrisa.
Dejé que él me observara, y disfruté de verdad de la expresión hambrienta de su rostro.
Entonces él me abrazó y me estrechó contra sí, y se puso en pie bruscamente, levantándome del suelo. Caminó decididamente hacia mi enorme cama y me sentó sobre el colchón. Se agachó y comenzó a desatarme las sandalias, y me besó el empeine de cada pie. Después de descalzarme, me levantó por la cintura hasta que estuve cerca del borde de la cama, y yo apoyé las manos en sus hombros para guardar el equilibrio. Él me acarició el cuerpo hasta que encontró la parte superior de mi tanga, y después lo deslizó hacia abajo hasta que me despojó de él. Volvió a abrazarme y me besó suavemente. Después se inclinó hacia abajo y me tendió en la cama, soltándome de mala gana antes de dar varios pasos hacia atrás.
– No tardaré mucho, pero tengo que pedirte que no me hables hasta que el cambio se haya completado.
Yo asentí, intrigada.
Él cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia abajo, mientras sus labios comenzaban a moverse como si estuviera hablando rápidamente consigo mismo. Al principio yo no podía oír sus palabras, pero enseguida su voz aumentó de volumen, y el tempo de su letanía fue aumentando. Mantuvo los ojos cerrados, y comenzó a elevar la cabeza con lentitud, a la vez que los brazos.
Sus cánticos sonaban misteriosos y antiguos, y varios de ellos se repetían una y otra vez. ClanFintan siguió elevando la cabeza y los brazos, hasta que sus manos estuvieron directamente sobre él, y su cara miraba hacia el techo. No estaba gritando, pero la intensidad de sus palabras era increíble, y yo sentí que todo el vello del cuerpo se me ponía de punta.
Entonces todo su cuerpo comenzó a brillar. Al principio parecía que él estaba brillando, pero aquel brillo se movía. Entonces me di cuenta de que no era el brillo lo que se movía, sino su piel.
Su piel se iba difuminando, parecía que sus músculos encogían. Yo no podía apartar los ojos de su rostro. Tenía una expresión de dolor intenso. Quería gritarle que se detuviera, pero él me había advertido que mantuviera silencio, y las palabras se me congelaron en la garganta.
Entonces todo sucedió muy rápidamente. Su cuerpo explotó en una lluvia de partículas ligeras y la luz se hizo tan intensa que tuve que protegerme los ojos con las manos. Un grito de dolor resonó contra las paredes de la habitación. Entonces la luz desapareció. La habitación quedó casi a oscuras en comparación con la luminosidad anterior, y mis ojos tardaron un momento en adaptarse. Cuando recobré la visión, se había formado una figura nueva. Estaba arrodillado en el lugar exacto que había ocupado ClanFintan. Tenía la cabeza agachada, y la cara oculta por una espesa capa de pelo oscuro y familiar. Tenía una mano apoyada en el suelo, y la otra todavía alzada sobre la cabeza. Su respiración era agitada, y su cuerpo estaba cubierto con una fina capa de humedad, como si hubiera corrido un maratón.
Alzó la cabeza y se apartó el pelo de la cara. Nuestros ojos se encontraron. Los efectos del dolor habían marcado las arrugas de su cara. Parecía mayor, y tenía una vulnerabilidad poco característica. Sin embargo, me sonrió.
Su voz sonó áspera.
– Probablemente, debería… -carraspeó y continuó- haberte avisado de lo de la luz.
– ¡La luz! -exclamé. ¿Acaso pensaba que sólo tenía que advertirme de eso? Me acerqué a él toda prisa, pero me detuve a medio camino porque temía que, si me acercaba demasiado, pudiera causarle dolor-. ¿Estás bien?
Él respiró profundamente y se puso en pie. El primer paso que dio hacia mí fue tembloroso, pero a medida que se acercaba, vi de que los temblores de sus piernas se calmaban, y cuando finalmente estuvimos frente a frente ya había recuperado el control.
– Estoy bien -dijo. Sonrió de nuevo y me acarició la nariz con el dedo-. Cambiar de forma es difícil.
– ¡Ya me he dado cuenta! -le acaricie el pecho tímidamente. Seguía siendo cálido y sólido-. Parecía que estabas sufriendo mucho.
Él me tomó la mano.
– No hay nada valioso que no tenga un precio.
Yo pensé en sus palabras mientras observaba su nueva forma. Se había convertido en un hombre muy alto, seguramente de casi dos metros. Su piel era del mismo color bronceado, salvo que en esta ocasión le cubría todo el cuerpo. Tenía las piernas largas y musculosas. Y estaba desnudo. Seguí con los ojos la línea de su pecho hasta su cintura, y más abajo todavía. Muy desnudo.