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Era exactamente igual que un hombre humano, y obviamente, era muy feliz por estar allí. Verdaderamente, tenía un tiempo de recuperación muy corto.

Carraspeó, y yo lo miré a la cara.

– ¿He pasado la inspección como hombre humano? -preguntó, y yo me alegré al oír que su voz había recuperado su acento grave y sexy.

– Absolutamente.

En realidad quería gritarle que sí, pero me limité a demostrarle mi admiración por su masculinidad abrazándolo y apretando mi cuerpo contra el suyo.

Él me tomó en brazos y se sentó sobre la cama, conmigo sobre su regazo. Tomó uno de mis senos con una mano, bajó la cabeza y atrapó mi pezón desnudo. Al poco tiempo, alzó la cabeza y me miró a los ojos. Tenía la voz ronca.

– Dime si hay algo que quieras que haga. Nunca he hecho el amor como hombre.

Yo respondí rodeándole el cuello con los brazos y atrayéndolo hacia mí. Susurré contra su boca:

– Yo tampoco he hecho el amor como hombre, pero algo me dice que se nos va a dar bien.

Su suave carcajada se transformó en un gemido cuando yo guié su mano hacia la humedad que había entre mis piernas.

Ah, y me había equivocado en una cosa: se nos dio mucho mejor que bien.

Capítulo 16

– Creía que habías dicho que el cambio de forma te dejaba en un estado muy débil -dije, sin aliento, después del tercer incidente de «mucho mejor que bien». Estaba acurrucada contra él, con la cabeza apoyada en su pecho. Él sopló algunos de mis rizos indomables antes de responder.

– Siento los efectos después de haber recuperado mi forma original. Y no puedo permanecer en ninguna forma durante más de una noche -me inclinó la cabeza hacia arriba y observó mi cara con seriedad-. ¿Entiendes que no puedo convertirme en ser humano permanentemente?

– Por supuesto -le acaricié la mejilla y dije-: No eres humano. Eres un centauro. Lo sé. Pero eres mi marido, seas humano o centauro. O cualquier otra cosa en lo que te conviertas.

Una expresión de alivio se reflejó en su preciosa cara, y me besó la frente con dulzura.

– Sí, soy tu marido.

– Me alegro de que lo seas.

Suspiré de satisfacción y me acurruqué más firmemente contra él.

– Yo también.

Posé una pierna sobre la suya, y él encontró con la mano la parte trasera de mi muslo. Con una caricia larga y cálida comenzó a frotarme desde la corva hasta la nalga, y de nuevo hacia abajo. Se me cerraron los párpados; el masaje era como una droga. Intenté permanecer despierta, porque no quería perderme ninguna de nuestras horas nocturnas.

– Shh -susurró él en mi pelo-. Descansa. Yo voy a estar aquí.

Asentí contra su pecho y me abandoné a un sueño profundo y plácido.

Me desperté al sentir un beso cálido en la mejilla. La luz tenue y limpia de la madrugada penetró a través de mis párpados, y yo los cerré con más fuerza. Sentí otro beso y recordé dónde estaba, y con quién. Sonreí y bostecé, y abrí los ojos lentamente.

Primero noté el origen de la luz, y me sorprendí, porque me di cuenta de que entraba por una pared lateral de la habitación. Con los ojos entrecerrados, observé que había unas enormes ventanas que daban a un jardín lleno de rosas. Estaban orientadas al este, y la aurora de color malva empezaba a cubrir las flores y a penetrar en mi dormitorio.

Entonces, la montaña en sombras que había junto al borde de la cama se movió, y se inclinó para besarme una vez más. Yo extendí la mano y me encontré con la seda que le cubría la pata delantera. Pasé ligeramente los dedos por su pelaje, y tiré juguetonamente de un poco de pelo.

– Buenos días -dije, con la voz tomada de sueño-. La luz me ha sorprendido. Pensaba que esas cortinas tan enormes cubrían más pared, no ventanales y un jardín.

– ¿Qué? Rhiannon, ¿cómo no vas a conocer tu propio dormitorio?

La pregunta de ClanFintan me despertó del todo. Había metido la pata seriamente; él me estaba observando con suma atención.

– Oh, Dios, eh… He tenido un sueño muy extraño. Mi habitación estaba completamente cambiada, y… eh… era tan real que he pensado que había ocurrido de veras…

Él abrió la boca para hacerme más preguntas. Decidí que la distracción era la mejor táctica, así que me puse en pie sobre la cama y me lancé a sus brazos. Automáticamente, él me atrapó, y yo me puse a mordisquearle y besarle el cuello.

– Ya estoy despierta -dije.

Noté que su pecho vibraba de risa, y me relajé.

Pensé que hablar con Alanna sobre el motivo por el que no podía decirle a ClanFintan quién era en realidad.

Alguien llamó a la puerta. ClanFintan me dejó sobre la cama y yo me envolví en una sábana para cubrir mi desnudez.

– ¡Adelante! -dije.

Alanna entró en el dormitorio. Nos sonrió de manera cómplice, y dijo:

– Mi señor, mi señora. Espero que hayáis tenido una noche rica en experiencias.

ClanFintan soltó un resoplido, que me hizo suponer que él sí, y yo me ruboricé.

Ella continuó hablando con una gran sonrisa.

– Rhea, he pensado que tal vez quieras bañarte y arreglarte antes de bendecir a la gente -íbamos mejorando, ya se atrevía a tutearme delante de ClanFintan.

Yo tenía las mejillas ardiendo cuando asentí.

Alanna tenía los ojos brillantes de diversión. Se dirigió hacia ClanFintan.

– Quizá mi señor quiera unirse a nosotras. Estoy segura de que las sirvientas y yo podríamos lavarlo y arreglarlo adecuadamente, también -dijo, y prosiguió sin poder contener su alegría-: Varias sirvientas ya han dicho que se ofrecen voluntarias para la tarea.

A ClanFintan se le iluminó la cara con una sonrisa voraz, y yo me puse rápidamente en pie, con cuidado de no tropezarme con la sábana, y le di un buen puñetazo en el estómago.

Sentí satisfacción al oír que un gruñido interrumpía su risita. Él me rodeó con un brazo y me ciñó contra su costado, seguramente para que no pudiera golpearlo otra vez.

Sin mirarme, respondió:

– Creo que me bañaré en las dependencias de los guerreros. Tengo que hablar con los guardias del turno de noche antes de la ceremonia. Sin embargo, te doy las gracias por un ofrecimiento tan hospitalario -dijo, y me apretó el hombro.

– Eso es-dije yo.

Me aparté de él y seguí a Alanna hacia la puerta.

– Vamos, necesito darme un baño.

Tuve la sensación de que se estaban riendo de mí. Al pasar ante las ventanas me vi reflejada en el cristal, envuelta en una sábana arrugada, con el pelo revuelto en todas direcciones y la cabeza alta, como si quisiera salir con una gran dignidad.

Yo también empecé a reírme, y cuando llegué junto a Alanna, ella me puso el brazo sobre los hombros y las dos nos desternillamos de risa. ClanFintan me había seguido, y yo me giré a mirarlo.

– ¿De verdad se han ofrecido voluntarias para lavarlo?

– En realidad, estaban discutiendo por tener el privilegio.

Nosotras lo miramos con la cabeza ladeada, y fingimos que estudiábamos al centauro con atención. Él tenía las manos en la cintura, y nos miraba como si estuviéramos chifladas.

– Mmm, es un centauro muy guapo. ¿No te parece, Rhea? -preguntó Alanna.

– Creo que, ahora que lo mencionas, tiene una cruz ancha y fuerte, y yo puedo dar fe de su… eh… digamos que de su resistencia -dije.

Solté un gritito cuando el objeto de nuestro escrutinio se adelantó rápidamente y me tomó en brazos. Alanna se apartó de su camino y abrió la puerta. Mientras él me sacaba de la habitación, estaba refunfuñando algo como «desde luego… una buena cruz…», pero yo no podía estar segura del todo, por la risa de Alanna. Miré por encima del hombro de ClanFintan y la vi siguiéndonos, intentando sin éxito controlar sus carcajadas. Yo me abracé al cuello de ClanFintan y me sujeté fuerte. Estaba muy segura de que él iba a ocuparse de que la sábana no se me cayera.