Pronto llegamos a la puerta del baño, y los guardias nos hicieron un saludo marcial. Después, me dejó en el suelo, se despidió y se alejó por el pasillo.
Yo floté detrás de Alanna hacia los baños.
Entré al servicio mientras Alanna reunía los frascos de jabón y los cepillos, y después dejé caer la sábana al suelo y me metí al agua.
Alanna se sentó al borde de la piscina y me entregó la esponja y el frasco de jabón que tanto me gustaba.
– Parece que la noche ha ido muy bien -me dijo.
– Cariño, la noche ha sido espectacular.
Compartimos una sonrisa.
– Entonces, ¿has visto el Cambio? -me preguntó con gran curiosidad.
– Es lo más asombroso que he visto en mi vida -le dije-. ¿Tú nunca habías visto a nadie cambiar de forma?
– ¡Oh, no! -exclamó, y me miró con asombro durante un momento. Después sonrió-. Se me olvidaba que tú no puedes saber esas cosas. Hay muy pocos cambiadores de forma, y el Cambio es sagrado para ellos. Sólo pueden presenciarlo otros Sumos Chamanes, o las compañeras de los Sumos Chamanes. Después del Cambio, un Chamán puede celebrar una ceremonia o un servicio para la gente con la forma que haya adoptado, pero nunca cambia de forma en público.
– Entonces, ¿no sabías que es muy doloroso para ellos?
– ¡No!
– Ése debe de ser el motivo por el que no quieren que la gente lo vea. No quieren que los demás sepan lo mucho que sufren.
Alanna me tomó la mano enjabonada entre las suyas.
– ¿Fue tan duro para él?
Yo asentí.
– Pero me dijo que no había nada de valor que no tuviera un precio.
– ¿Y crees que la noche merecía la pena el precio que tuvo que pagar?
– Él se comportó como si la mereciera.
– Entonces, deberías creerle y no permitir que eso ensombrezca tu placer.
Hasta que no habíamos hablado de ello, no me había dado cuenta de lo mucho que me había estado molestado aquello.
– Supongo que sabe lo que hace.
– Eso parece.
Suspiré con melancolía, mientras me enjabonaba bien.
– Alanna, él es maravilloso.
– Y siente una gran devoción por ti.
– Alanna, ¿y si no es cierto? ¿Y si por la que siente devoción es por Rhiannon, y cuando averigüe quién soy yo en realidad, cambia de opinión?
La sonrisa de Alanna fue bondadosa.
– Te ama a ti.
Yo me mordí el labio.
– Quizá deberías decírselo.
– ¿Qué? -pregunté con un sobresalto-. Tú dijiste que tengo que mantener mi identidad en secreto.
– Eso era antes de que él te quisiera.
– No sé, Alanna. Lo que ha sucedido entre nosotros es demasiado nuevo.
– Tienes miedo de decirle la verdad -dijo Alanna.
– Tengo miedo de perder lo que he conseguido con él.
– Creo que subestimas al Sumo Chamán, pero también creo que eso cambiará con el tiempo. Cuando un hombre ama a una mujer, él guarda sus secretos.
Me pareció que su voz tenía un tono triste, e iba a preguntarle por qué, pero entonces, ella me dijo:
– Rhea, tienes que salir ya del baño. Debes bendecir a la gente poco después de que el sol haya subido por el cielo lo suficiente como para reflejarse en el río.
Yo salí del agua de mala gana, y me envolví en una toalla gruesa que me entregó Alanna.
– ¿Cuánto tiempo tengo?
– Lo que tardemos en ponerte el ropaje ceremonial. Debemos darnos prisa… -dijo, y me condujo hacia el tocador.
– ¿Y por qué no llamas a un par de sirvientas para que nos ayuden si nos queda tan poco tiempo?
– Anoche, cuando salí de tu habitación, Tarah vino a verme y me dijo que varias de tus sirvientas se sentían mal -dijo ella, y me sonrió con ironía-. Creo que seguramente, sólo están cansadas de atender las necesidades de todas las familias que han llegado al templo. Puse a tus doncellas a cuidar a los niños. Supongo que deberías reprenderlas por su pereza.
– De ninguna manera. Yo siempre odié cuidar niños. Deja que duerman.
– Estarán contigo durante la ceremonia. Espero que después del descanso de esta mañana, se recuperen.
Yo sonreí, pero sentí una punzada de nerviosismo.
– ¿Y qué demonios tengo que hacer? -pregunté, y comencé a maquillarme la cara mientras Alanna me cepillaba el pelo.
– Cerca de la ribera del río…
– El río Geal, ¿verdad?
– Sí. Significa «brillante». El ramal oeste, que se une con el río Geal en el Templo de la Musa, se llama…
– ¿Cal… algo?
– Calman, que significa «paloma». Juntos forman el río de la Paloma Brillante, cosa que entenderías si vieras cómo son cuando se unen. Los rápidos parecen pájaros brillantes y blancos.
– Genial. Sigue. Siento haberte interrumpido.
– Montarás a Epona… -en mi cara apareció una gran sonrisa- hasta la sagrada colina de Tor, junto al río. Allí, a lomos de la yegua, bendecirás a la gente mientras el sol bendice al río.
– ¿Tengo que decir algo en particular? ¿Alguna bendición ritual que tenga que llevar a cabo? -pregunté, con la esperanza de que Alanna me proporcionara las líneas.
– No, lady Rhiannon siempre inventaba sus propias plegarias -dijo ella, con una expresión preocupada-. Lo hiciste muy bien en el día de tu boda, así que pensé que no tendrías problemas para inventar otra.
– ¡No! -exclamé yo, y Alanna me miró con asombro-. Es decir, sí, puedo inventar una bendición.
Ella sonrió con alivio.
Era positivo que una de las dos supiera lo que estaba haciendo. Y no me refería a mí, precisamente.
– ¿Y cuánto tiene que durar la ceremonia?
– Oh, no mucho. La bendición matinal es un servicio breve que la Elegida de Epona lleva a cabo una vez cada quince jornadas, para recordarle a la gente que Epona los ama, cuando comienzan su día. En la primera noche de luna llena debes hacer un ritual de danza y sacrificio.
Oh, magnífico. Lo esperaba con impaciencia.
– Entonces, ¿no debo mencionar el problema de los Fomorians esta mañana? Suponía que era parte del motivo por el que tenía que hablar con la gente.
– Rhea, creo que deberías mencionar que estamos armándonos, y deberías pedir la protección de Epona contra esta plaga, pero… bueno… -apartó la mirada con incomodidad.
– ¿Qué? De veras, Alanna, no sólo quiero que me des consejo, sino que lo necesito. Por favor, dime la verdad. Siempre.
Su expresión me dio a entender que había tomado una determinación, y ella me miró a los ojos en la imagen del espejo.
– No creo que debas hablar de los detalles de la guerra con la gente. Aprovecha la oportunidad para anunciar que has nombrado a ClanFintan Jefe de los Guerreros. Él es sabio, y conoce la batalla y a los hombres.
Me miró con timidez y añadió:
– Puede que me equivoque, pero no creo que tengas adiestramiento para dirigir a los hombres en la batalla.
¿Era aquélla su primera pista?
– Tampoco creo que tú tengas tanta… eh… experiencia como lady Rhiannon en las cosas de los hombres.
– Eh, no. Y gracias por el consejo. Estoy de acuerdo -le dije. Ella se quedó aliviada-. Demonios, deja de preocuparte por molestarme.
Ella no me entendió.
– Quiero decir que no tienes que preocuparte por herirme en el ego. Dependo de ti, así que sé sincera conmigo.