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ClanFintan estaba confundido, pero soltó a Carolan y permitió que se pusiera en pie. Alanna estaba a mi lado, y rápidamente, me tomó de la mano. Entonces, antes de que pudiera escupirme otra vez, o algo peor, yo puse la mano de Alanna en una de las de Carolan.

– Tú eres quien se va a casar con Alanna, hoy mismo. Nunca deberíais haber estado separados.

Miré con una disculpa a mi marido, que todavía seguía enfadado, y añadí:

– Creo que no me he expresado con claridad, pero no pensaba que él se fuera a poner furioso.

Entonces, volví a concentrarme en los novios. Carolan tenía los ojos abiertos como platos y la boca también, aunque no me pareció bien mencionarlo. Asentí y lo miré para asegurarle que era cierto. Él miró a Alanna, como si temiera que todo aquello fuera a convertirse en algo espantoso, y cuando asimiló la sonrisa de felicidad de su novia, tomó aire profundamente.

Antes de que pudiera volverse loco de nuevo, puse las manos sobre las suyas, y recité una fórmula de matrimonio improvisada, apropiándome de un verso de Longfellow.

No hay nada más sagrado en esta vida nuestra

que la primera conciencia del amor,

el primer aleteo de sus alas de seda,

la primera brisa y el primer soplo de ese viento

que pronto va a barrer nuestra alma.

Les apreté la mano antes de soltarlos.

– Diría que os he unido, pero sé que estabais unidos mucho antes de este momento. Así pues, diré sólo que acabo de hacerlo oficial -miré la cara de asombro e incredulidad de Carolan y continué-: Cuídala siempre.

Entonces di un paso atrás y sonreí.

– ¡Y ahora puedes besar a la novia!

Qué gran verso.

Sin embargo, en vez de besar a Alanna, Carolan le soltó la mano y me clavó una mirada penetrante.

– ¿Quién eres tú?

Capítulo 20

Yo abrí la boca para responder, pero Carolan me interrumpió.

– ¡No! No trates de disfrazar la verdad con palabras retorcidas. Conozco a lady Rhiannon. He pasado muchos años odiándola. Sé que su verdadera naturaleza es la de una niña caprichosa, consentida.

El súbito jadeo de Alanna hizo que él se volviera hacia ella. Su rostro se suavizó.

– Sabes que es cierto, mi amor -dijo Carolan, y le acarició la mejilla-. Ella recompensó tu sacrificio y tu lealtad con celos y desprecio.

Se volvió de nuevo hacia mí. En su rostro no había desconfianza, pero sí curiosidad y agrado.

– Te pregunto de nuevo, ¿quién eres? ¿Cómo ha podido suceder esto? -me estaba estudiando con ojo de médico-. Físicamente, eres igual a ella.

Bueno, yo siempre había sabido que Gene era demasiado listo para mi propio bien.

Dio un paso hacia mí, y me di cuenta de que, en aquella ocasión, ClanFintan no hizo ademán de detenerlo. En realidad, el centauro se había quedado inmóvil. Me estaba observando de la misma forma analítica que Carolan. Sin embargo, no parecía que estuviera muy contento.

– Tal vez tengas el pelo un poco más corto -dijo, y soltó una carcajada seca-. Además, tu forma de hablar es extraña. Pero eres muy parecida a ella.

– ¡Carolan, estás equivocado! -exclamó Alanna, para no dejarle hablar más.

– Deja que termine, Alanna -dije yo, firmemente.

Carolan volvió a mirarme a los ojos.

– Tú no eres lady Rhiannon. Puede que seas la Elegida de Epona, pero no eres lady Rhiannon. Cuando te miro a los ojos no veo a mi antigua enemiga. Tú no tienes el mismo mal que ella por dentro.

Yo miré a Alanna, en cuyo rostro se reflejaba una gran preocupación, y suspiré.

– Ya no puedo seguir con esto -dije, y miré a ClanFintan-. No quiero mentirte más.

Él no se movió, no emitió ningún sonido. Su cara se había convertido en una máscara de cautela, la misma contra la que yo había tenido que luchar cuando nos conocimos.

Sin embargo, ya no podía retirar lo que había dicho. Y, en realidad, no quería hacerlo. Soy yo misma, y estaba cansada de que me tomaran por una bruja todo el tiempo.

– No, no soy Rhiannon.

Oí el gruñido de satisfacción de Carolan, pero no lo miré. Mis ojos permanecieron en los de mi marido.

– Me llamo Shannon Parker. Es difícil de explicar. Incluso a mí me resulta difícil de entender, y soy la persona a la que le ocurrió todo. Vengo de un mundo distinto, de un mundo en el que todo el mundo es igual, o similar a la gente que habita éste, como lo sería la imagen de un espejo. Pero ese mundo es muy diferente a Partholon.

Hice una pausa, deseando que ClanFintan dijera algo. Él permaneció en silencio, pero asintió para que yo continuara hablando.

– No sé cómo, pero Rhiannon averiguó la existencia de mi mundo, y averiguó también cómo intercambiar su sitio con el mío. Todo se centró en un ánfora que tenía su imagen. Desde el mismo instante en el que yo vi el ánfora, todo cambió. No tenía ni idea de qué estaba sucediendo, y todo me pareció un accidente horrible. En realidad, al principio pensaba que estaba muerta -dije, y le imploré que me creyera con la mirada-. ¿Recuerdas el día de nuestra boda? Yo no podía hablar, porque me había quedado sin voz…

Él asintió nuevamente.

– Era debido a… no sé cómo llamarlo. El intercambio de mundos.

Alanna dio un paso adelante y se situó a mi lado.

– Ella no es lady Rhiannon, y eso es mejor para todos nosotros.

– ¿Cómo va a ser mejor algo que está basado en una mentira? -inquirió ClanFintan.

– ¡Pero si no fue una mentira suya! Fue mía -dijo Alanna-. Ella no quería fingir, pero lo hizo porque le dije que la gente la necesitaba.

Alanna me miró entonces.

– Quería que se lo dijeras a ClanFintan, pero tenía miedo. Al principio tenía miedo por mí misma, por lo que podría ocurrirme si me culpaban de la desaparición de lady Rhiannon. Después, cuando empecé a conocerte, tuve miedo de lo que podría ocurrirte a ti si se descubría tu identidad. Sin embargo, me he dado cuenta de que nuestra diosa ha debido de tomar parte en ese intercambio, y pienso que es mejor para todos nosotros.

Me tomó de la mano y le habló directamente al centauro.

– Si estáis enfadado por el engaño, dirigid vuestra ira hacia mí. Y, Chamán, antes de hacerlo, pensad detenidamente en el regalo que habéis recibido. ¿Qué os depararía el futuro si estuvierais casado con lady Rhiannon?

La carcajada de Carolan me sorprendió. Abrazó a su nueva esposa y miró a ClanFintan.

– ¿De su vida? La naturaleza malvada de lady Rhiannon nos ha afectado a todos. Siempre le agradeceré que se haya exiliado.

Me sonrió, y me besó ligeramente el dorso de la mano.

– Bienvenida, mi señora, Amada de Epona. Que nuestro mundo os conceda tantas bendiciones como las que vos nos habéis traído.

Yo le devolví la sonrisa antes de mirar, nerviosamente, a ClanFintan.

Cuando él comenzó a hablar, su voz era contemplativa, pero todavía no transmitía ninguna emoción.

– Sabía que eras diferente. Hablas de una manera extraña, pero al principio me dije que nunca había llegado a conocerte, en realidad, y que quizá fueras única porque eras la Elegida de Epona -dijo, y miró a Carolan-. Pero tienes toda la razón, Sanador. Hace tiempo que me di cuenta de que ella no tiene la misma naturaleza que lady Rhiannon.

Carolan asintió. ClanFintan se volvió hacia mí.

– No había dicho nada porque tenía la esperanza de que tú confiaras lo suficiente en mí como para contártelo -me dijo.

Su voz había recuperado la emoción, pero sus palabras estaban teñidas de tristeza, no de alegría.

– ¡Confío en ti! Es sólo que no encontraba la ocasión para decírtelo. Y además… bueno, tenía miedo de perder tu amor -dije en un susurro.