Выбрать главу

– No puedo responderte, niña -repuso Ceara. -Lo único que puedo decirte es que todo sucede cuando tiene que suceder. ¿Qué es la muerte? Sólo el umbral entre esta vida y la siguiente. No tenemos que temerla. Cuando llegue tu hora, Cailin, aquellos a los que amas y se han ido antes que tú te estarán esperando en las Islas de los Bienaventurados. Hasta entonces tu deber para con los dioses que te crearon es vivir tu destino tal como ellos lo planearon. Puedes, por supuesto, quejarte y desesperar de la injusticia que todo ello supone, pero ¿por qué malgastar inútilmente el precioso tiempo que se te ha concedido?

– Entonces, ¿no se me permite llorar su muerte? -preguntó Cailin con amargura.

– Puedes llorar la manera en que han llegado a su final -dijo Ceara, -pero no les llores a ellos. Ellos han ido a un lugar mejor. Ahora tómate el desayuno, Cailin Druso. Necesitas recuperarte si quieres cuidar de Brenna.

– Señora, no me tratéis como a una niña estúpida.

– Pues no te comportes como una niña -replicó Ceara con una leve sonrisa, levantándose de la silla. -Por tu aspecto eres una muchacha adulta, y nosotros no somos gente ociosa. Tendrás que ganarte el pan, con lo cual dispondrás de poco tiempo para compadecerte de ti misma.

Se volvió y empezó a servir el desayuno a los demás, que ahora entraban en la sala.

– No dejes que mi abuela te avasalle -le aconsejó Corio con una sonrisa cuando vio que Cailin miraba con furia a Ceara, que estaba vuelta de espaldas. -Es famosa por su corazón bondadoso. Sólo pretende impedir que te perjudiques a ti misma.

– Tiene una manera extraña de demostrarlo -masculló Cailin.

– ¿Quieres que te cuente cosas de la familia? -preguntó Corio en un intento por distraerla. Ella asintió y él comenzó: -Aunque nuestro abuelo tuvo diez hijos, sólo tres viven en esta aldea: mi padre Epilo y mis tíos Lugotorix y Segovax, hijos de Bryna. Los otros y sus familias están repartidos en las otras aldeas de la fortificación de los dobunios. Nuestro abuelo tiene cinco esposas.

– Creía que sólo eran cuatro.

– Cuatro vivas, pero tuvo un total de cinco. Bryna se marchó a las Islas de los Bienaventurados hace unos años. Después, hace dos años, Berikos se casó con una mujer llamada Brigit. No es una dobunia, sino una catuvellaunia. Nuestro abuelo se pone en ridículo con ella. No es mucho mayor que tú, Cailin, pero es increíblemente malvada. Mi abuela es la esposa principal de Berikos, pero si Brigit decide oponerse a las decisiones de Ceara, Berikos apoya a Brigit. Eso está muy mal, pero le divierte alentarla en contra de sus otras mujeres. Afortunadamente Brigit es feliz dejando a mi abuela y Maeve sus responsabilidades domésticas. No son su fuerte. Prefiere pasar los días en su propia casa, perfumándose y preparándose para el placer de mi abuelo. Cuando se aventura a salir, la acompañan dos criadas que se anticipan a todos sus deseos. Dicen que conserva a nuestro abuelo gracias a un encantamiento y a pociones secretas.

Tres hombres altos, uno de ellos de cabello oscuro y los otros dos de pelo como el de Cailin, se sentaron junto a ellos.

– Madre dice que eres la hija de Kyna -dijo el de pelo oscuro. -¿Eres la hija de nuestra hermana, hermosa muchacha? Yo soy Epilo, el padre de este apuesto joven e hijo menor de Ceara y Berikos.

– Sí, soy la hija de Kyna y de Gayo Druso. Me llamo Cailin -respondió ella.

– Yo me llamo Lugotorix -se presentó uno de los de pelo castaño- y éste es mi hermano gemelo Segovax. Somos hijos de Bryna y Berikos.

– Mis hermanos, Tito y Flavio, también eran gemelos -dijo Cailin, y entonces, para su mortificación, las lágrimas empezaron a resbalarle por las mejillas. Desesperadamente intentó enjugárselas.

Los tres hombres de más edad desviaron la mirada, dando a la muchacha tiempo para recobrarse mientras Corio pasaba un tímido brazo por los hombros de su prima y le daba consuelo. Aquello fue una desdicha para Cailin, pero logró encontrar humor en la situación. El pobre Corio estaba tratando de consolarla, pero en realidad su bondad estaba a punto de provocarle un ataque de histeria. Ella necesitaba llorar y sentir dolor por su familia, pero no ahora. No allí. Tendría que ser más tarde, en un lugar privado donde nadie viera sus lágrimas. Cailin respiró hondo y se tranquilizó.

– Estoy bien -dijo, apartando el brazo protector de Corio.

Sus tres tíos la miraron y Epilo dijo:

– Veo que todavía llevas tu medallón.

– No estoy casada -les dijo.

– Dentro de tu medallón hay un trocito de cuerno de ciervo y una gotita plana de ámbar dentro de la cual hay una diminuta flor perfectamente conservada -explicó Epilo. -¿Tengo razón, Cailin?

– ¿Cómo sabéis lo que contiene mi amuleto? -preguntó ella, sorprendida. -Creía que mi madre y yo éramos las únicas que lo sabíamos. Ni siquiera mi abuela sabe lo que hay dentro. Está bendecido.

– Sí, pero no por ninguna de tus falsas deidades romanas -respondió él. -El cuerno de ciervo está consagrado a Cernunnos, nuestro dios de la caza. El ámbar es un pedazo de Dana, la Madre Tierra, tocada por Lug, el sol; la flor atrapada en su interior significa fertilidad, o Macha, que es nuestra diosa de la vida y la muerte. -Sonrió a Cailin. -Los hermanos de tu madre te enviaron esta protección incluso antes de que nacieras. Creo que te ha mantenido a salvo para que algún día pudieras venir a nosotros.

– No lo sabía -admitió Cailin con voz suave. -Mi madre hablaba poco de su vida anterior a su matrimonio. Creo que la única manera de no echar de menos a los que amaba fue apartarlos de su mente por completo.

Epilo sonrió.

– Cuánto la conocías, Cailin. Tanta sabiduría en una persona tan joven es de admirar. Te doy la bienvenida a la familia de tu madre. Imagino que mi padre no lo ha hecho. Nunca ha podido perdonar a Kyna el haberse casado con Gayo Druso, y esa actitud orgullosa le ha costado un alto precio. Amaba muchísimo a madre. Ella era su alegría.

– ¿Por qué odia a los romanos o a todo lo que tiene alguna relación con su cultura? Hace muchos años que en estas tierras no hay ningún romano auténtico La familia de mi padre se ha casado con britanos durante tanto tiempo que queda poca sangre romana nosotros. Sólo mi primer antepasado era romano puro. Sus hijos se casaron con chicas dobunias igual que padre.

– Nuestro padre es un hombre atrapado en el pasado -dijo Lugotorix. -Las glorias pasadas de los dobunios. Un pasado que empezó a desvanecerse y cambiar con la llegada de los romanos siglos atrás. Nuestra historia no está escrita, Cailin Druso. Es una historia oral, y Berikos puede recitar esa historia como un bardo. Ceara, que está más próxima a él en edad, cuerda a Berikos cuando era joven. Siempre estuvo entregado a nuestro pueblo y su pasado. Sabía que algún día nos gobernaría y en secreto ansiaba restaurar la antigua gloria de los dobunios. Cuando las legiones marcharon, Ceara dijo que lloró de alegría, pero desde entonces pocos cambios se han producido en Britania

»Aun así, vio la desintegración de las ciudades construidas por los romanos y de su forma de gobernar Vortigern, que se hace llamar rey de los britanos, jamás ha consolidado realmente las tribus. Ahora es viejo y tiene auténtico poder sobre los dobunios ni sobre ningún otro celta. Para Berikos, la boda de tu madre con padre fue una gran traición. Él tenía previsto casa con un guerrero llamado Carvilio. Nuestro padre esperaba que Carvilio le ayudara a recuperar todo el territorio dobunio perdido con los romanos en el transcurso de los años, pero no pudo ser así. Kyna amaba a Gayo Druso y el sueño de nuestro padre murió.

– No sé nada del pueblo de mi madre. Tendré que aprender muchas cosas si quiero comprenderlo -dijo Cailin. -Mi abuela dice que no podemos regresar a mi hogar. Dice que mi primo Quinto Druso me matará para quedarse con las tierras de mi padre. He de convertirme en una dobunia, tíos. ¿Será posible?