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– Bodvoc ha muerto -respondió Nuala con pesar. -Murió en la epidemia de peste del año pasado que se llevó a tantos de los nuestros. Ceara, Maeve y nuestro abuelo entre ellos. Perdimos a casi todos nuestros ancianos y a muchos niños. Corio sobrevivió y ni yo ni mis hijos la contrajimos, a pesar de la enfermedad de Bodvoc. Éstos son mis hijos. Comió es el mayor; es el que llevaba en mi vientre el día de mi boda. La niña es Morna. Ven, Epilo querrá verte. -Se apartó de Cailin y dijo: -Te saludo, Wulf Puño de Hierro.

– Te saludo, Nuala. Lamento la muerte de Bodvoc. Era un buen hombre. Ahora entiendo por qué no estabais en las tierras que os dimos. Una mujer sola con dos hijos no podría con tanta responsabilidad.

– Apenas tuvimos tiempo de asentarnos en esas tierras, Wulf -repuso ella. -Antonia Porcio nos las arrebató en cuanto os marchasteis. Dijo que las tierras de Druso Corinio eran de su ex esposo y que ahora le pertenecían a ella y su hijo. Bodvoc consideró que no podía enfrentarse a ella.

Siguieron a Nuala a la casa del padre de ella. Epilo, conocedor ya de su llegada, salió a saludar a los viajeros.

– Nos dijeron que habías muerto al dar a luz, Cailin -dijo. -Y poco después Wulf desapareció. ¿Qué te ocurrió, sobrina? Ven, siéntate junto al fuego. Trae vino para nuestros invitados. ¿Quién es esta bonita muchacha que va contigo?

– Es Nellwyn, tío -dijo Cailin sonriendo. -Es mi criada y ha viajado con nosotros desde Bizancio, donde me encontraba.

Cailin narró sus aventuras y las de Wulf a sus parientes y a otros que habían acudido a la casa.

– Nuestra casa está parcialmente quemada -concluyó. -¿Qué ocurrió mientras estábamos fuera, y por qué está vacía la fortificación de la colina de Berikos?

– Murió tanta gente en la aldea de Berikos a causa de la plaga -explicó Epilo, -que no nos resultaba práctico permanecer allí. Antonia Porcio tiene un nuevo esposo, que no es celta ni britano-romano. Es sajón y se llama Ragnar Lanza Potente. Ahora hay muchos sajones que vienen a instalarse en esta región. Incluso esta aldea ya no es completamente dobunia. Algunos sajones viven aquí y se están casando con nuestros hijos. Nuala tiene uno por esposo. -Invitó a un joven rubio de aspecto agradable y ojos azules a dar un paso al frente. -Éste es Río de Vino, mi yerno. Me alegro de que seamos parientes. Es un buen esposo para mi hija y un buen padre para mis nietos.

– Te saludo, Río de Vino, esposo de Nuala -dijo Wulf.

– Te saludo, Wulf Puño de Hierro -respondió el joven.

– Háblame de Lanza Potente -pidió Wulf a Epilo, inclinándose con interés. -¿Qué clase de hombre es?

– Por lo que he visto y sabido -dijo Epilo, -es un matón. Llegó hace unos meses con un grupo de bandidos como él. Mataron a todo el que se puso en su camino, saqueando e incendiando todo lo que encontraban a su paso. Supongo que así es como se incendió vuestra casa. Llegó a la villa de Antonia. Traía dos esposas consigo, pero también hizo esposa suya a Antonia, aunque sólo los dioses saben por qué. Antonia vive con las otras mujeres, su padre y los muchos hijos que siempre parecen rodearla.

»Este sajón está consolidando su dominio en las tierras circundantes, exigiendo lealtad y fuertes tributos. Todavía no ha encontrado nuestra aldea en este valle, pero suponemos que pronto lo hará. Nos veremos obligados a aceptarle como jefe supremo si queremos sobrevivir. No hay alternativa.

– Sí que la hay -dijo Wulf. -Podéis aceptarme a mí como jefe supremo, Epilo. Nuala dice que la plaga atacó a los muy ancianos y los muy jóvenes. Eso significa que la mayoría de hombres a los que entrené hace años aún están vivos. Si se ponen a mis órdenes, podremos vencer la amenaza de Ragnar Lanza Potente. Podréis vivir en paz bajo mi protección. Somos parientes, Epilo, y no abusaré de aquellos a quienes juré defender.

»Los tiempos en que ahora vivimos son diferentes de los que conocimos en otra época. Vuestra aldea y las otras aldeas próximas necesitan un hombre fuerte que las proteja. Podéis elegir entre yo o Ragnar Lanza Potente.

– Te elegiríamos a ti, por supuesto -dijo Epilo. -Sabemos que eres un hombre justo y honrado que no nos tratará mal a nosotros ni a nuestras familias. ¿Cómo podemos ayudarte?

– Primero he de hablar con los hombres. Deben familiarizarse pronto con las habilidades de la lucha. Quizá incluso haya algunos hombres nuevos en la aldea que quieran unirse a nosotros.

– Yo lo haré -se ofreció Río de Vino. -Soy herrero y puedo hacer y reparar armas para vosotros. Haré lo que sea para poner la aldea a salvo de Ragnar Lanza Potente.

– ¡Bien! -exclamó Wulf, sonriendo al joven. -Ve a hablar con los otros sajones que viven en esta aldea. Diles que no se trata de sajones contra celtas, sino de lo que está bien contra lo que está mal.

Río de Vino asintió.

– Aquí no existen fricciones entre sajones y celtas -dijo, y todos estuvieron de acuerdo. -Simplemente somos gente que tratamos de vivir juntos y en paz.

– Necesitaré reparar el tejado de mi casa y no puedo hacerlo solo -dijo Wulf, -y he de construir un muro de protección alrededor.

– Nosotros te ayudaremos -ofreció Epilo. -Enviaré a buscar ayuda en las otras aldeas de la zona. Es poco probable que Ragnar Lanza Potente sepa que estamos reparando la casa. Raras veces va allí, pues es muy supersticioso y cree que la casa está habitada por los fantasmas de la familia de Cailin. Supongo que Antonia le contó la historia de las tierras y él sacó sus propias conclusiones.

– Si Antonia le contó esa historia, lo hizo adrede y con un fin-intervino Cailin. -Me pregunto cuál es.

Pernoctaron en la aldea de Epilo. Cuando se hizo de día, les sorprendió ver al menos un centenar de hombres jóvenes, a algunos de los cuales reconocieron, recién llegados. Wulf nombró a Corio y Río de Vino sus segundos en el mando. Los que ya habían recibido entrenamiento en las artes de la guerra entrenaron a los jóvenes. Otro grupo de veinte hombres fue a caballo con Wulf, Cailin y Nellwyn a su casa. Llevaron suficiente paja para el tejado y pusieron manos a la obra casi de inmediato. Epilo había enviado un cargamento de provisiones. Cailin y Nellwyn preparaban comidas sencillas que satisfacían a los trabajadores antes de quedarse dormidos cada noche en el suelo de la casa. Cuando no estaban ocupadas ante el fuego, Cailin y su esclava limpiaban el polvo y los escombros de la casa, junto con una joven zorra que había decidido instalar allí su madriguera, y numerosos ratones de campo. El mobiliario que podía repararse era separado.

Cada mañana se ponían a trabajar a la salida del sol, hasta que varios días después la casa volvió a tener techumbre. Río de Vino llegó con Nuala y se ocupó de reparar los muebles.

Un día, Cailin se sentó en un banco fuera de la casa con su prima.

– A tu padre le gusta tu nuevo esposo; parece un buen hombre -observó.

– No es Bodvoc -admitió Nuala, -pero nunca habrá otro como él. Río de Vino me ama ciegamente y es muy bueno. Si bien la vida ya no resulta excitante para mí, al menos no soy desdichada. ¿Recuerdas la vieja pitonisa que en la feria de Beltane, hace años, me dijo que tendría dos maridos y muchos hijos? Bueno, tenía razón. Bodvoc y yo engendramos dos niños antes de que él muriera. -Se llevó la mano al vientre en gesto protector. -Río de Vino y yo nos casamos el pasado diciembre, en el solsticio. Y ya espero nuestro primer hijo.

– Eres afortunada -dijo Cailin. -Yo ignoro qué le ocurrió al hijo que tuve con Wulf antes de que me raptaran. Ni siquiera sé si fue niño o niña.

– Tendrás otros -la animó Nuala.

– Será difícil si Wulf y yo no podemos tener un poco de intimidad -repuso Cailin con una sonrisa irónica. -Nuestro reencuentro fue rápido y enseguida abandonamos Bizancio. Navegamos durante cuarenta días en un pequeño barco mercante, sin ninguna posibilidad de estar a solas. Luego viajamos por toda Galia con un grupo de mercaderes y Nellwyn a nuestro lado constantemente. Una vez en Britania, viajamos siempre juntos hasta llegar a casa. Hemos estado tan ocupados reparando los daños causados por ese maldito Ragnar… Simplemente no tenemos tiempo, Nuala. Sé que lo tendremos, pero ¿cuándo? En cuanto al niño perdido, si está vivo queremos recuperarlo. Es sangre de nuestra sangre y tiene una herencia de la que sentirse orgulloso.