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– No, gracias -dijo Tegan tapando con la mano su copa cuando Rogerson se dispuso a llenarla-. Mejor no.

Lo último que necesitaba en aquel momento era alcohol corriendo por sus venas y agitándole el estómago todavía más.

Viendo que Nell no le quitaba el ojo de encima, Tegan recordó felizmente un pequeño regalo que le había comprado a la anciana y lo sacó para desviar por un momento su atención.

– Estaba guardando esto para cuando terminaran los postres, pero creo que ahora también es buen momento -dijo Tegan-. Sólo es un pequeño detalle, pero espero que te guste. ¡Feliz Navidad, Nell!

– ¡Oh! ¡Me encantan los regalos! -exclamó la mujer aplaudiendo con las manos temblorosas y los ojos húmedos por la emoción-. ¿Qué es?

– Ábrelo y lo verás -dijo Tegan.

Nell rasgó el papel que envolvía la pequeña cajita con la ansiedad de una niña de seis años. A pesar de todas las preocupaciones y problemas que tenía en la cabeza, Tegan no pudo sino sonreír ante la genuina expresión de emoción de la mujer.

– ¡Es precioso! -exclamó Nell-. ¡Mira, Maverick! ¡Mira el regalo que me ha hecho Vanessa! -dijo casi gritando mostrándole a su nieto un pequeño camafeo dorado.

– Déjame ponértelo -dijo él tomándolo de las manos de su abuela y ajustándoselo en la solapa.

– Tiene más de cien años -comentó Tegan, contenta porque su regalo hubiera sido tan bien recibido.

– ¡Cielos! ¡Es casi tan viejo como yo! -exclamó Nell haciendo que toda la mesa se echara a reír-. Me encanta -añadió tomando de nuevo la mano de Tegan-. Eres una chica adorable. ¿No es verdad? -preguntó dirigiéndose a su nieto.

Maverick aprovechó que justo en ese momento habían empezado a servir los postres para no responder. Lo que tenía en la cabeza no era apto para ser dicho delante de tanta gente.

Había estado observando a Tegan en todo momento. Apenas había tocado la comida. No había bebido ni una gota de alcohol. Era evidente que la situación era incómoda, pero su conducta también parecía motivada por otra razón.

¿Sería verdad que llevaba un hijo suyo dentro de su vientre?

Después de la desagradable experiencia que había tenido con Tina, Maverick se había prometido a sí mismo que nunca más volvería a dejarse impresionar, ni chantajear, por ninguna mujer que acudiera a él afirmando haberse quedado embarazada de un hijo suyo. Cuando Tegan le había contado todo aquella mañana, había sido aquella remota sensación de furia, de humillación y defensa propia, la que había acudido a él como un escudo protector.

Sin embargo, allí sentado, mirando a Tegan, descubrió que sentía algo extraño. Mientras que con Tina todo había sido desagradable, a pesar de haber terminado por descubrir que todo era mentira, con aquella chica estaba empezando a experimentar algo parecido al orgullo. El orgullo de que ella llevara dentro un hijo suyo.

¿Por qué aquella mujer provocaba en él sentimientos tan contradictorios? Tenía ganas de gritarla, de humillarla por todo lo que le había hecho, por todas las mentiras que le había dicho durante todas aquellas semanas. Sin embargo, al mismo tiempo, sentía la necesidad de protegerla, de abrazarla para que nada la afectase.

Cuando Tegan se disculpó un momento para ir al servicio, Nell se inclinó levemente sobre su nieto.

– Tu madre se comportaba igual -dijo la anciana.

– ¿A quién te refieres? -preguntó Maverick.

– A Vanessa. No bebe nada. No come nada. Tu madre hacía lo mismo cuando se quedó embarazada de ti. Yo, en cambio, lo hice justo al contrario, ya me conoces. Nunca tuve náuseas, ni vómitos, ni… ¡Maverick! ¿Dónde vas?

Capítulo 12

Tegan se cubrió la cara con una toalla húmeda. No se sentía mal, no le habían entrado náuseas. Simplemente, había necesitado refugiarse en el cuarto de baño un momento para estar sola.

Preocupada por el tiempo que llevaba allí, pensando que Maverick era capaz de montar una escena si se retrasaba demasiado, Tegan dejó la toalla en su sitio y salió por la puerta camino de la mesa donde se estaba celebrando la fiesta. Pero, antes de llegar, fue a Phil Rogerson a quien se encontró.

– ¿Te ha gustado la comida? -le preguntó Rogerson.

Tegan asintió sonriendo y se dio cuenta de que aquélla sería, con toda seguridad, la última vez que vería a aquel hombre.

– Por cierto, quería preguntarte algo -dijo Rogerson-. ¿Por qué Nell te ha llamado Vanessa?

– Dice que no tengo pinta de llamarme Morgan -sonrió Tegan.

– ¡Muy bueno! -se rió Rogerson-. Nell es todo un personaje.

Mientras el constructor se reía, Tegan miró a su alrededor y comprobó que no había nadie cerca. Tenía que aprovechar el momento.

– Phil… Mmm… -empezó Tegan-. Me gustaría decirte algo. ¿Tienes un momento?

– Claro, querida -aceptó Rogerson indicando con la mano una agradable zona en la terraza del restaurante con un par de sillones donde podrían hablar con tranquilidad-. Podemos sentarnos allí, si te parece.

– Y ésa es la historia -terminó Tegan esperando la reacción de Rogerson-. Siento haberte decepcionado, Phil, de verdad. Odio haberlo hecho, pero en aquel momento no vi otra opción. Pensé que debías saberlo por mí antes de enterarte por otra persona.

– Bueno -dijo Rogerson posando una mano en el hombro de Tegan-. Si te sirve de consuelo, siempre tuve la sensación de que algo no encajaba. Aquella conversación sobre mi hijo… Sabías demasiado sobre Sam, sobre el trabajo que hacía en Somalia, para ser simplemente de lo que te había contado tu hermana. Pero ahora que me has dicho que tienes una hermana gemela… Todo encaja. ¿Qué ocurrirá contigo ahora que todo ha salido a la luz?

– Para ser sincera, no lo sé. Sé que he traicionado a mucha gente. Tengo tantas cosas que arreglar…

– Si alguna vez necesitas un trabajo -dijo Rogerson tomando las manos de Tegan-, llámame. Volverás a estar en la brecha en menos de que cante un gallo.

– Muchísimas gracias, Phil. Me siento tan culpable… Entiéndelo, tenía que contártelo para que lo comprendieras.

– Me alegro de que lo hayas hecho, es un gesto que me halaga. Además, debes de querer mucho a tu hermana y tu hermana a ti para haber hecho algo así por ella. Y no lo olvides, Doris todavía está deseando ver a tu hermana… ¡perdón! -se corrigió a sí mismo Rogerson-. Sigue deseando verte para que le cuentes más cosas de Sam. Por cierto, ¿sabes que llamó ayer? Viene a casa dentro de tres meses. Doris está muy feliz.

Rogerson le dio un beso en la mejilla antes de levantarse, darle ánimos y volver a la mesa.

Alegrándose por lo contento que estaba Rogerson por la inminente visita de su hijo, Tegan se levantó y se apoyó en la barandilla de la terraza cerrando los ojos, sintiendo la brisa del océano bañar su cara. Era el primer momento de relajación que tenía en todo el día.

– ¿Se puede saber de qué demonios estabais hablando?

Era la voz de Maverick, justo detrás de ella.

– ¡Maverick! Sólo quería que Phil supiera…

– ¿Igual que querías que lo supiera Nell? -preguntó él con los ojos llenos de furia.

– ¿Nell? ¿De qué hablas?

– Sabía que lo harías. Lo habías planeado todo desde el principio, ¿verdad?

– ¿Me puedes decir de una vez de qué estás hablando?

– Nell sabe que estás embarazada. Y deduzco que Rogerson también. Dentro de unas horas, lo sabrá todo el país.

– ¿Qué? ¿Qué sabe que estoy embarazada?

– Sí, no te hagas la tonta. ¿Cómo crees que se habrá enterado?

– Yo no le he dicho nada.

– Sabía que no podía confiar en ti. Te lo dije, te lo advertí, y a pesar de todo lo has hecho. Nunca debí haberte traído a esta comida.

– ¡Mira! ¡Por una vez estamos de acuerdo en algo! Yo no quería venir, ¿recuerdas? Y tú insististe, como siempre, para salirte con la tuya. Ahora bien, dejemos una cosa bien clara. ¡Yo no le he dicho nada a Nell!