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Elissa se detuvo. Tenía que elegir. ¿Se sentaría frente a Sy, entre Wolfgang y la Directora? O, tal vez, junto a Sy y Peron; o al otro extremo de la mesa, encarando a Judith Niles. Fue a sentarse junto a Sy y entonces, por algún oscuro impulso, cambió de opinión y lo hizo en la silla que se encontraba directamente frente a la Directora. Judith Niles alzó la cabeza. Elissa escrutó brevemente aquellos ojos intensos, y luego la Directora asintió en un gesto de saludo. Parecía tan remota y preocupada como Sy.

—Vayamos al grano —dijo Judith Niles por fin—. Supongo que Sy ya les ha informado sobre nuestra conversación.

Peron y Elissa se miraron mutuamente.

—Con todo detalle —dijo Elissa. Esperó a que hablara Peron, pero éste no hizo ningún comentario—. Sin embargo, aún tenemos que hacer algunas preguntas.

—Estoy segura de que así es —asintió Judith Niles—. Tal vez será mejor que escuchen primero lo que tengo que proponerles. Eso puede que conteste a muchas de ellas. Si no, las consideraremos más tarde.

Sus palabras parecían albergar una sugerencia, pero el tono de su voz mostraba que no esperaba ningún tipo de discusión. Ninguno replicó. Wolfgang hundió la cabeza entre los hombros y pareció estudiar la superficie de plástico granular de la mesa, convertida en una suave mancha continua por causa de las peculiaridades ópticas del espacio-L. Charlene miraba expectante a los demás desde el otro extremo de la mesa, y luego se concentró en la Directora.

—Es interesante que su llegada aquí coincida con un punto decisivo en mi propio pensamiento —continuó diciendo Judith Niles—. Aunque podría argumentarse que su presencia en Gulf City precipitó ese punto. Ahora ya saben algo de nuestra historia. Durante quince mil años terrestres, el trabajo de investigación se ha desarrollado aquí sin descanso: registrando mensajes de los Objetos Kermel, desarrollando nuevas técnicas para refrenar la conciencia con el fin de hacernos más capaces de entender las transmisiones Kermel, y también realizando muchos intentos para comunicarnos directamente con ellos. Intentos fallidos, debo añadir. Pero hemos tenido algunos logros. Ahora estamos seguros de la extrema edad de los Kermels; hemos aprendido a abordar las señales recibidas de ellos como disposiciones de una, dos o tres dimensiones. Hemos confirmado por métodos independientes que los cambios en los tipos estelares en este recodo de nuestra galaxia son reales. Y, finalmente, estamos empezando a ver atisbos de métodos para disminuir el nivel de experiencia subjetiva aún más allá del estado-T.

»Todos estos son avances importantes. Sin embargo, no es necesario que me señalen que no serán de ninguna utilidad si no aprendemos a impedir la transformación de las estrellas tipo G. Nos encontramos ante la posibilidad de poder gozar de largas vidas, sin ningún lugar donde hacerlo excepto lejos de nuestras estrellas natales. Si eso sucede, nos enfrentaremos con la extinción de todas nuestras colonias planetarias. Y ese pensamiento es intolerable, incluso si olvidamos los reclutamientos necesarios del espacio normal al espacio-L.

«Antes de que llegaran ustedes, el personal superior de Gulf City, y en particular Wolfgang, Charlene y yo, nos hemos sentido profundamente preocupados por la lentitud de nuestros progresos. Hace algún tiempo decidí que el ritmo de nuestros esfuerzos tenía que ser acelerado por todos los medios posibles. Esto es absolutamente necesario. Y para conseguirlo, he resuelto dar un paso sin precedentes. Y ustedes tres son básicos para dar este paso.

Elissa y Peron se miraron, sorprendidos, y luego los dos se dirigieron a Sy. Éste, como de costumbre, no hizo ningún gesto.

—Escúchenme —continuó Judith Niles—. ¿Por qué ustedes? Porque sus mentes aún no se han embotado con nuestros modos de encarar el problema. Debemos encontrar caminos completamente nuevos, crear nuevas pautas de pensamiento y explorar opciones diferentes. Pero nosotros no podemos hacerlo. Estamos demasiado anclados en las exploraciones en curso, y demasiado sujetos a la pauta de análisis pasados. Quédense aquí unos meses y se encontrarán con el mismo problema. Por eso les propongo un cambio inmediato, antes de que se contagien de nuestros métodos y nuestras ideas.

»Lo que estoy sugiriendo es revolucionario. Espero establecer una instalación completamente nueva, similar a Gulf City, pero en un enclave distinto. Tendrá una dirección independiente y un personal de investigación independiente también. La localización que tengo como primera opción está a dieciocho años luz de aquí, y casi a doce años luz del Sol. No tiene el mismo grado de aislamiento a las interferencias que este lugar, pero las señales recibidas aquí de los Objetos Kermel estarán disponibles, naturalmente, para la nueva instalación. Habrá cooperación, pero un intercambio de información estrictamente limitado. No podemos permitirnos el lujo de inhibir la investigación de los otros.

»Y ahora, aquí está mi propuesta específica: les invito a ir a esa instalación, con el mejor apoyo que podamos ofrecerles de nuestra cadena de colonias y estaciones. No serán ustedes simplemente participantes en la investigación. La dirigirán, darán órdenes y dispondrán de recursos. —Sonrió—. Estoy segura de que recelan. ¿Por qué iba yo a confiarme a tres casi desconocidos? Se lo diré. Hasta la fecha, su actuación ha sido impresionante, pero mi motivo real es mucho más preciso: estamos al borde de la desesperación. Hay que hacer algo, y algo nuevo.

Sus ojos recorrieron la mesa.

—Guardan ustedes silencio. No me sorprende. Yo haría lo mismo. Pero cuando tengan preguntas, haré lo que pueda para contestarlas todas.

Sy no se movió. Había estado asintiendo mínimamente mientras ella hablaba, pero ahora estaba inmóvil. Wolfgang y Charlene miraban a Peron y Elissa, evitando la mirada de Judith Niles. Charlene parecía más tensa que nunca.

—¿Por qué nosotros? —preguntó Peron por fin—. ¿Por qué no el último grupo de personas que consiguieron llegar a Gulf City?

—Por dos simples razones. Primera, pensé que no podrían hacerlo. Estoy segura, en cambio, de que ustedes sí podrán. Y segunda, aún no había llegado a mi decisión. Nuestra aproximación actual es demasiado lenta, y tenemos que tener al menos dos instalaciones actuando en paralelo.

Peron miró a cada uno de los participantes, por turno, tomándose su tiempo, hasta que finalmente volvió a dirigirse a Judith Niles.

—¿Cuándo propone usted que empecemos?

Ella sonrió con la boca, pero sus ojos continuaron en tensión.

—Estoy a punto de suspender el test de buena manipuladora. Tómelo, si quiere, como evidencia de lo mucho que me preocupa este tema. El proceso para crear la segunda instalación ya ha empezado. Una estación está en camino desde Sol para formar el núcleo de la instalación, y los demás equipos están siendo enviados por los Mandos de tres sectores. Estará listo para entrar en funcionamiento en cuanto lleguen ustedes allí. Si acceden, espero que empiecen su viaje de inmediato. Pueden familiarizarse con los detalles del equipo durante el camino.

Peron asintió.

—¿Y qué experimentos haríamos?

—Díganlo ustedes mismos. Recuerde una cosa, si hay demasiada dirección por nuestra parte, la segunda instalación será inútil. —Volvió a sonreír, y esta vez su humor era real—. Hablen con Wolfgang y Charlene si quieren saber cuánto me cuesta dejar la dirección de esta nueva empresa. Toda la vida he insistido en controlar los experimentos a mi cargo. Ahora, les prometo que les daré la espalda.

Judith Niles tocó los controles de la mesa y la sala empezó a oscurecerse. Tras ella, los paneles que ocultaban una pantalla empezaron a abrirse y en ésta apareció una imagen parpadeante.

—Necesitarán tiempo para tomar una decisión. Es lo que espero, pero al mismo tiempo les insto a que minimicen ese tiempo. El trabajo más importante de la historia de la civilización humana les está esperando. Y por esa razón, no dudo en utilizar tácticas sucias de persuasión. Tengo un argumento más que presentarles. Si son ustedes la gente que creo, no puede fallar.