– Soy un honrado agente FIFA de futbolistas.
A Marimon no le pasó desapercibido el énfasis que puso en declararse honrado. Aquello reafirmó aún más sus dudas, aunque no le hiciera falta ninguna declaración de intenciones.
– Estoy asociado con un catalán -dijo con entonación virtuosa.
Marimon pensó en la buena imagen que tenía el Front en Cataluña y en las excelentes relaciones que allí mantenía. Dio un gran trago de whisky.
– He venido a hacer algo importante por nuestro país.
– Toni, tú ya hiciste cosas memorables. Las cuentas del Grup d'Ensenyament en Valencià, del que fuiste tesorero, no cuadraron nunca. Ahora ya sé por qué, después del incidente del bufete.
– Aquello era un caos de contabilidad. Te doy mi palabra.
– Eres poco fiable.
– ¿Piensas restregármelo por la cara toda la vida? Si quieres me entrego a la policía.
Marimon no respondió. No se entregaría ni aunque se lo pidiera de rodillas. Además, Hoyos recurrió a un burlón golpe bajo, al chantaje por el buen nombre político que ahora tenía su cuñado.
– Tu hermana volvería a coger un buen disgusto.
– Me gustaría verla.
– Déjala en paz. Ya ha conseguido olvidarse de todo.
Hoyos se puso melancólico:
– Si supieras lo solo que estaba por Navidad…
– Si supieras el disgusto que teníamos nosotros. La vergüenza que nos has hecho pasar no tiene nombre.
– Te compensaré por ello.
– ¿Quieres compensarme?
– Ni lo dudes.
– Pues lárgate. Desaparece. Vuelve a África, o a Asia, no sé, a donde quieras, pero sal pitando de aquí. Ya tenemos problemas por un tubo, sólo faltabas tú.
– Yo los solucionaré.
– Josep…
– Acostúmbrate a llamarme Toni.
– Vale, si necesitas dinero te lo daré. Pero vete. Si te queda algo de corazón hazlo por tu hermana, por tu padre, por el país…
– Me quedo porque tengo una deuda pendiente.
– Tienes más de una.
– Deja que me explique.
Pidió otro whisky. Se sentaron en un rincón más discreto del pub. Hoyos dio unas palmadas amistosas en los hombros de Vicent.
– Curull y yo…
– ¿Quién es Curull?
– El catalán, mi socio. Una gran persona. Nacionalista, como nosotros.
– A mí no me metas.
– Curull y yo representamos a Bouba.
– ¿Bouba?
– Una perla. Uno de los mejores jugadores de Europa. El Bayern, el Milan y el Inter se han vuelto locos por ficharlo.
– No entiendo de fútbol.
– Pero yo sí. Y detecto un crack con verle tocar el balón. Te aseguro que Bouba es tu mejor aliado político.
– ¿«Aliado político»?
– Es muy fáciclass="underline" Bouba fichará por el Valencia.
– ¿Y qué?
– Pues que el Valencia está sin un duro. Pero vosotros, los del Front (qué lástima que olvidara votaros por correo), podéis facilitar la operación obligando a la Generalitat, sin que nadie se entere, a que lo traiga.
– ¿La Generalitat fichar a un jugador?
– Mira, la Generalitat habla con Bancam para que la entidad dé un crédito blando al Valencia. Luego Curull y yo afirmaremos sutilmente que, gracias a vuestra insistencia e influencia, el mejor jugador de Europa, un esteta del fútbol, está entre nosotros. ¿Comprendes?
– ¿Y si es un bluff?
– Estamos hablando de un jugador de proyección mundial. ¿Crees que el Bayern, el Inter y el Milan (y también el Madrid, aunque Curull no quiera saber nada de ellos) se chupan el dedo?
– ¿Cuánto cuesta?
Hoyos prefirió, de momento, no hablar de dinero. En el mundo del fútbol es constante el regateo.
– No lo sé. Los números son cosa de Curull.
– Mejor para la empresa.
– Oye, cuñado, cometerías un error si no me hicieras caso.
– ¿Crees que estás en condiciones de recibir mi confianza?
– Si no dejas de sacar los trapos sucios no llegaremos a ninguna parte.
– Tu interés sólo es crematístico.
– Pues claro, me gano la vida así. Pero podría vendérselo a otro equipo y prefiero que venga aquí. ¿Te imaginas al Valencia campeón de Europa?
– Sí, los conservadores se aprovecharían.
– Por eso debéis organizar la operación vosotros.
Marimon se puso a chupar del puro como si tal cosa. Fumaba y pensaba sin dejar de observar la cara de su cuñado: tenía una mirada enérgica, como siempre que fantaseaba con las operaciones más inverosímiles. Pero pensaba también en la situación política del Front, entre la espada de los conservadores y la pared de un pueblo negligente en la información. ¿Qué podía perder haciéndole caso?, se preguntó, y se contestó enseguida: mucho. De repente le vino a la cabeza el auténtico rostro de Josep Vallès, la peculiar facilidad para los embrollos de su cuñado; siempre la había tenido, pero estos últimos años la había acentuado hasta convertirla en una especialidad peligrosa. No obstante, intuía alguna salida (o más bien la necesidad de intuirla) si era capaz de mantenerlo controlado. Pensó que no debía de ser difícil vigilar a un hombre con asuntos judiciales pendientes. No le convenía hacer el crápula. No se recorren tantos kilómetros ni se acepta el riesgo de ser un prófugo si no hay motivos serios para hacerlo. Al fin y al cabo, su cuñado era la clase de tipo que se pasa la vida soñando con un golpe de suerte. Quizá podrían compartirlo con él. No se perdía nada por intentarlo. Se repitió que sólo eso: intentarlo. Con la situación bajo control, claro. ¿Intentarlo con un elemento como su cuñado?, pensó como si de repente acabara de sufrir un ataque de lucidez. Era cierto que el Front se hallaba en una situación delicada, pero ¿tan mal estaban como para añadir a dicha situación un potencial problema de repercusiones incalculables? Controlar a Josep no era fácil y Marimon tenía demasiadas cosas en la cabeza para dedicarse a un asunto, el de su cuñado, prácticamente en exclusiva.
– Toni… pensándolo bien no es posible.
– ¿No es posible?
– Pues no, no lo es. Lo del fútbol es muy complicado. Ya sabes… depende de si el balón entra o no. Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas llegar a donde estamos y no lo vamos a echar todo a perder ahora.
– Oye, que mi futuro, mi rehabilitación moral y social, depende de eso.
– ¿No lo hacías por nosotros?
– No soy incompatible con vosotros. Si llevamos a cabo esta operación, regresaré a África y no volverás a verme el pelo. -Dio un trago-. Tienes que ayudarme lo quieras o no.
Entonces Marimon vio aquella otra cara que ya casi no recordaba. Bajo la apariencia juguetona y traviesa de Toni Hoyos emergieron el aspecto y la actitud de un chorizo de mucho cuidado; los de alguien dispuesto a alcanzar el objetivo que se ha marcado a cualquier precio. Pero era Marimon quien tenía que poner el precio y le parecía tan caro que se resistió:
– En el partido me dirán que estoy loco. El mundo del fútbol no ha sido nunca santo de nuestra devoción.
– ¿Aún vais de intelectuales? ¿No os habíais normalizado? El fútbol es algo muy presente en la sociedad. No podéis ignorarlo. Muchos de los que os han votado son aficionados. No podéis considerarlo un aspecto fútil.
– Tenemos demasiados problemas para…
– ¿Tenéis demasiados problemas? Ahora sí que tienes uno de los gordos -lo amenazó con mirada espectral.
– ¿Cuál?
– Yo, Josep Vallès, el prófugo. Cuando salga de aquí me voy a la primera comisaría que encuentre a entregarme. ¿Te imaginas los titulares? «El cuñado del parlamentario Vicent Marimon detenido por estafador.» Y saldrá la estafa del bufete, pero también las cuentas irregulares del Grup d'Ensenyament.
– ¡Canalla! -Marimon hizo el gesto de levantarse y cogerlo por el cuello de la camisa, pero volvió a sentarse para no llamar la atención-. Matarías a tu hermana, a tu padre…