– Ya está ampliado.
– Sí, lo hizo Paco Roig. Pero como técnicamente cualquier otra ampliación es casi imposible, pediremos construir otro estadio a causa de la gran demanda de los aficionados. Ofreceremos tres alternativas; en dos ya estamos a punto de comprar terrenos que aún no están recalificados.
– ¿Y si el alcalde no los recalifica?
– Recurriremos al ejemplo del agravio comparativo con el Madrid. El Ayuntamiento de Madrid y el Estado lo ayudaron a pagar su deuda recalificando ilegalmente un solar. Nosotros no pedimos ilegalidades. Si no te ayudan, el Valencia jamás podrá competir con el Madrid. La afición, la ciudad, la comunidad, incluso la prensa está entusiasmada con el equipo. No podrá negarse.
– Se opondrán a que edifiquemos el campo en uno de mis solares.
– Es de una sociedad a mi nombre.
– Sabrán que estoy detrás.
– Pueden imaginárselo, pero no lo sabrán. En cualquier caso, siempre nos quedará el solar de Mestalla para nosotros.
– ¿Seguro?
– Segurísimo.
– ¿Porque tenemos los dobles contratos?
Júlia sacó unos papeles de una carpeta.
– He pedido que nos hicieran unas encuestas de valoración de personajes públicos. En estos momentos se te valora más que al president de la Generalitat. Eres el personaje más conocido.
– ¿Y si el equipo pierde?
– Entonces tu imagen se verá afectada. Por eso hay que empezar a actuar ya.
– Si soy el más valorado, si además tengo los dobles contratos en mi poder, les exigiré levantar el campo donde me dé la gana.
– No es el momento de usarlos. Ahora hace falta crear un estado de opinión favorable.
– Y luego les obligamos con los contratos.
– No. Tengo otros planes.
– ¿Qué planes?
– Primero creamos un estado de necesidad. Luego ya hablaremos. Sin una cosa no sería posible la otra. Pero es mejor que no sepas qué planes tengo. Pronto lo sabrás, pero mientras tanto es preferible que actúes sin condicionamientos previos.
– De acuerdo. Estarás contenta conmigo, ¿no? Te prometí que sería generoso contigo y lo estoy siendo.
– Cariño, te recuerdo que eres presidente del Valencia por los favores que hice al Front.
– Es cierto.
– Y también lo es que gracias a mis gestiones pudiste comprar tanto a Bouba como el paquete de acciones de Lluís Sintes. Soy tan desprendida contigo que no te he pedido nada a cambio.
– ¿No?
– Quiero decir a cambio de la «punta» que añadiste al fichaje de Bouba, que te permitió que las acciones de Sintes te salieran casi gratis.
– Eres una mujer muy completa. ¿Vendrás esta noche al apartamento?
– Iré a donde tú quieras.
21
En la Liga se produjeron dos hechos significativos. La Real Sociedad, que lideraba la clasificación junto al Valencia, empató en su campo contra el Athletic de Bilbao, en el partido de máxima rivalidad vasca. El Valencia aprovechó el tropezón y ganó en el campo del Sevilla. Ahora el equipo del presidente Lloris mandaba a solas en la Liga española y en la europea. Los diarios valencianos no hablaban de otra cosa. Además, fue una semana protagonizada por el equipo, y especialmente por Bouba, ya que el sábado jugaban contra el Real Madrid, un partido clave para calibrar las auténticas aspiraciones del Valencia, que ciertos medios de prensa, sobre todo los madrileños, ponían en duda aduciendo que aún no se había enfrentado a equipos de peso.
Al día siguiente de la victoria en Sevilla, Lloris convocó una rueda de prensa para felicitar a los aficionados por su masiva asistencia a Mestalla -y subliminalmente felicitarse- y a la vez reivindicar una ampliación del campo. Estaba convocada a las doce del mediodía, pero no llegó a tener lugar. Júlia Aleixandre aconsejó a Lloris que la dejara para el lunes siguiente. Argumentó que una victoria sobre el Madrid dotaría de aún más fuerza a la reivindicación. Los aficionados, entusiasmados, apoyarían sin dudarlo las propuestas de su presidente. Además, era previsible que en un partido de aquellas características miles de espectadores se quedaran sin poder entrar a Mestalla.
Se desconvocó la rueda de prensa con el pretexto de una repentina indisposición del presidente. Por orden de Júlia, Rafael Puren provocaría una manifestación con los aficionados que el sábado no pudieran acceder al estadio. Cinco días antes del partido, el club publicó un anuncio de prensa advirtiendo que no quedaban entradas. La nota añadía que el Valencia C. F. lamentaba que muchísimos aficionados se quedaran fuera, pero que, dado el escaso aforo del estadio -se efectuaban comparaciones con la capacidad del Camp Nou y con la del Bernabeu-, no podía hacer nada al respecto.
Ni el president de la Generalitat quiso perderse el gran partido contra el Real Madrid. Si ganaba, el Valencia tendría la posibilidad de distanciarse cinco puntos de la Real Sociedad, que jugaba un encuentro difícil en el campo del Betis (el otro equipo revelación). Los políticos, con la máxima autoridad al frente del séquito, accedieron al palco presidencial (amablemente obligados a apresurarse por las azafatas) cinco minutos antes de que empezara el partido. Con cierta indignación ya tenían asumido que Lloris, cuando le convenía, entrara el último, poco antes de que el equipo saltara al césped de Mestalla. La ovación al presidente -que saludaba levantando los brazos sin ningún rubor- se confundía así de nuevo con la del equipo y con el himno del club. Todo aquello era una representación fantástica, emocionante. Cabe decir que la prensa local calentó el ambiente durante la semana previa al partido mediante la evocación de otros encuentros en los que la actuación arbitral había impedido la victoria del Valencia contra el Madrid. Aconsejado por Curull, Lloris no hizo ninguna declaración para prevenir que, llevado por la euforia, manifestara alguna salida de tono que la Comisión Antiviolencia hubiera penalizado. Por su parte, aquella semana Toni Hoyos se negó a llevar a Bouba de juerga. No obstante, el senegalés no se privó de continuarla por su cuenta.
Apenas iniciado el partido, los espectadores -sobre todo los vips del palco presidencial- escucharon el alboroto causado por los miles de aficionados que protestaban ruidosamente por no poder presenciarlo (se quemaron dos contenedores). Lloris comentó al president de la Generalitat que temía que cualquier día ocurriera alguna desgracia. El president no dijo nada. Santiago Guillem abandonó la tribuna de prensa para observar la manifestación desde uno de los balcones del campo. En un extremo de la calle vio a Rafael Puren. La policía detuvo a veinte manifestantes. Pero las protestas continuaron durante todo el partido.
La Real Sociedad empató en el campo del Betis; el Valencia ganó por dos a cero al Real Madrid, con un gol de «rabona» de Bouba -lo hizo ante una portería vacía- que los jugadores madrileños consideraron una burla, ya que perfectamente podría haberlo marcado con sólo empujar suavemente el balón. Como la «rabona» se produjo en el minuto ochenta y nueve, el final del encuentro fue una pelea multitudinaria entre los jugadores de ambos equipos. El Valencia, el equipo al completo -reservas incluidos-, se quedó en el campo hasta que los del Madrid se marcharon. Los aficionados les obligaron a saludar varias veces entre cánticos y ovaciones.
Fue entonces, al final del encuentro, cuando Lloris recibió la noticia de que dos jugadores del Valencia -uno era Bouba- pasarían por un análisis antidopaje. Hoyos comunicó de inmediato a Curull que quizá el crack daría positivo. Entonces el catalán le dijo a Lloris que protestara enérgicamente ante el médico del Consejo Superior de Deportes, el especialista que debía realizar el análisis. Curull necesitaba ganar tiempo para convencer a Claudia de que sustituyera a Bouba en su cometido (tenía que mear en un pequeño bote). La cubana se negó, pero Curull insistió diciéndole que la carrera de Bouba estaba en juego. Sólo tendría que entrar en el lavabo de la estancia en la que se iban a tomar las muestras. Ya le avisarían cuando tuviera que salir. Por amor, Claudia se encerró en el lavabo (la llevó hasta allí el encargado del material). El médico no admitió las protestas de Lloris, incluso se indignó por su actitud. ¿Cómo podía ignorar el presidente de un club tan importante que los análisis se hacían por sorpresa? Aclarado el malentendido, Bouba entregó el pequeño bote. Dos días después, los médicos del Consejo Superior de Deportes se quedaron a cuadros ante el resultado de la analítica: Bouba estaba embarazado. Obviamente se trataba de un error. Además de expedientar al médico que había realizado el análisis, no lo hicieron público para evitar el ridículo. Acordaron realizar otro análisis al senegalés, pero acabaron desistiendo para evitar un previsible escándalo propiciado por el presidente del club, que lo habría aprovechado para manifestar que se trataba de un acoso a su estrella (ya había declarado que Zidane aún no se había sometido ni a un solo análisis antidopaje).