La corriente producida por las ondas de la antena pasó en un tiempo mucho más corto al interior de un cristal del tamaño de una cabeza de alfiler, que la rectificó, la envolvió, usó la envoltura para modular una corriente de electrones proveída por un generador del tamaño de un dedo y manipuló así un cono dinámico asombrosamente pasado de moda en una habitación de tres metros cuadrados cerca del centro del cilindro. Sólo treinta y dos segundos después de que Dondragmer hubiese pronunciado sus palabras, éstas fueron reproducidas para los oídos de tres de los quince seres humanos que se encontraban en la habitación. Él no sabía quién podría estar allí en aquel momento, y por tanto habló el lenguaje humano que había aprendido, en lugar del suyo propio; así se entendieron los tres.
—Este es un informe provisional del Kwembly. Nos detuvimos hace dos horas y media para una revisión de rutina y para investigar. En aquel tiempo el viento era del oeste, a unos 200 cables, con cielo parcialmente nuboso. Poco después de empezar a trabajar, el viento subió hasta pasar los 3.000 cables…
Uno de los escuchas humanos tenía una expresión perpleja. Después de un momento, se las arregló para cruzar la mirada con otro.
—Un cable mesklinita mide unos 63 metros, Boyd —dijo suavemente este último—. El viento saltó de unos ocho kilómetros por hora a más de cien.
—Gracias, Easy.
Su atención volvió al que hablaba.
—Ahora la niebla nos ha rodeado completamente, y está espesando todavía más. No me atrevo a continuar, como había planeado; sólo en círculo para que las cadenas no se hielen. Según mis científicos, la niebla es amoníaco superenfriado, y la superficie local, aguanieve. Parece que no se les ha ocurrido a mis investigadores, pero con la temperatura en los setenta yo creo que hay probabilidades de que la niebla disuelva en líquido parte del aguanieve. Entiendo que se supone que esta máquina flota; de todas formas, no creo que la superficie se derritiese muy profundamente, pero me pregunto si alguien ha pensado en lo que ocurrirá si un líquido se hiela alrededor de nuestras cadenas. Debo admitir que nunca lo he hecho, pero la idea de liberar el vehículo a fuerza de músculos no es excitante. Sé que a bordo no hay maquinaria especial para enfrentarse a una situación de este tipo, ya que yo mismo rearmé y equipé esta máquina. Llamo simplemente para informar que quizá debamos estar aquí mucho más tiempo del previsto. Os tendré al corriente, y si nos quedásemos inmovilizados, recibiremos encantados cualquier proyecto que mantenga ocupados a nuestros científicos. Ya han hecho la mayor parte de las cosas programadas para una parada normal.
—Gracias, Don —replicó Easy—. Estaremos atentos. Preguntaré a nuestros observadores y meteorólogos si pueden predecir el tamaño del banco de niebla y cuánto tiempo estará a vuestro alrededor. Es posible que ya tengan algún material de utilidad, puesto que hace un día o algo más que estáis en el lado de la noche. Incluso es posible que tengan fotos del momento; no conozco todas las limitaciones de sus instrumentos. De todas formas, lo comprobaré y te lo diré.
La mujer abrió su micrófono y se volvió hacia los otros, mientras sus palabras eran llevadas hacia Dhrawn.
—Me gustaría poder decir por su voz si Don está realmente preocupado o no —observó—. Cada vez que esa gente tropieza con algo nuevo en ese horrible mundo, me pregunto cómo hemos tenido la desfachatez de enviarles allí y cómo han tenido el coraje de ir.
—Ciertamente no fueron ni forzados ni engañados, Easy —señaló uno de los compañeros—. Un mesklinita que ha pasado la mayor parte de su vida navegando y que ha recorrido su planeta nativo desde el ecuador hasta el polo sur, es seguro que no se hace ilusiones sobre ninguno de los aspectos a explorar o colonizar. Aunque hubiésemos querido engañarles, no habríamos podido.
—Mi cabeza conoce eso, Boyd, pero mi estómago no siempre se lo cree. Cuando el Kwembly fue atrapado por la arena a sólo ochocientos kilómetros de la colonia, estuve moliendo el esmalte de mis dientes hasta que lo desatascaron. Cuando el Smof de Densigeref fue atrapado en una grieta por una riada de barro que se formó bajo él y le dejó caer, fui casi la única en respaldar la decisión de Barlennan de enviar otro de los grandes cruceros terrestres para rescatarlo. Cuando desapareció la tripulación del Esket, entre ellos un par de muy buenos amigos míos, me peleé con Alan y Barlennan por la decisión de no enviar una brigada de rescate, y todavía pienso que estaban equivocados. Ya sé que tenemos que hacer un trabajo y que los mesklinitas estuvieron de acuerdo en hacerlo, entendiendo claramente sus riesgos, pero cuando uno de esos grupos tiene problemas, no puedo evitar imaginarme a mí misma con ellos y tiendo a estar de su lado siempre que hay una discusión sobre acciones de rescate. Supongo que tarde o temprano me despedirán de este puesto a causa de ello, pero yo soy así.
Boyd Mesereau se echó a reír.
—No te preocupes, Easy. Tienes este trabajo precisamente porque reaccionas así. Por favor, recuerda que si disintiésemos fuertemente de Barlennan o alguna de su gente, estamos a nueve millones de kilómetros y a cuarenta ges de potencia, y es probable que de todas formas haga lo que quiera. Cuando eso suceda, será una ventaja para nosotros tener aquí a alguien a quien él considere como de su bando. No cambies, por favor.
—¡Hum! —Si Easy Hoffman se sentía complacida o aliviada, no lo demostró—. Eso es lo que Ib dice siempre, pero le considero lleno de prejuicios.
—Estoy seguro de que los tiene, pero eso no impide necesariamente que sea capaz de formar una opinión sensata. Debes creer algo de lo que dice.
La respuesta de Dondragmer interrumpió la discusión. Esta vez empleaba su propia lengua, que ninguno de los hombres entendía demasiado bien.
—Estaré encantado de cualquier cosa que puedan suministrar tus observadores. No necesitas informar a Barlennan, a menos que quieras hacerlo particularmente. Todavía no estamos realmente apurados, y tiene bastante en su cabeza sin que se le moleste con «quizás». Las sugerencias de investigación pueden enviarlas directamente al laboratorio por el equipo dos; yo probablemente las mezclaría al retransmitirlas. Ahora me despediré, pero conservaremos nuestros cuatro equipos vigilados.
Hubo un silencio, y Aucoin, el tercer escucha humano, se puso en pie mirando a Easy, en espera de que tradujese. Ella lo hizo.
—Eso significa trabajo —dijo él—. Tenemos varios programas más largos planeados más adelante en el viaje del Kwembly, pero si Dondragmer permanece bastante donde está, será mejor que vea cuál de ellos vendría bien ahora. He entendido lo suficiente de esa otra frase para sugerirme que en realidad no tiene muchas esperanzas de poder moverse pronto. Iré primero a computación y les haré reproducir un conjunto bien preciso de orientaciones de posición procedentes de los satélites. Después me presentaré en Atmosféricos para que me den su opinión, y luego estaré en el laboratorio de planificación.
—Te veré en Atmosféricos —replicó Easy—; ahora voy a buscar la información que quería Dondragmer, si tú te quedas aquí de guardia, Boyd.
—Por un rato, de acuerdo. Tengo otro trabajo que hacer, pero me aseguraré de que las pantallas del Kwembly estén cubiertas. Sin embargo, será mejor que le digas a Don quién está aquí. Así no enviará un mensaje de emergencia en stenno, o como se llame en su lengua nativa. Ahora que lo pienso, supongo que un retraso de sesenta segundos no importará mucho, considerando lo poco que podríamos hacer por él desde aquí.
La mujer se encogió de hombros, pronunció unas cuantas palabras por el transmisor en el lenguaje del pequeño marinero, se despidió de Mersereau y se marchó antes de que Dondragmer recibiese su última frase. Alan Aucoin ya se había marchado.