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La historia de que un día, en un café de la plaza Prim de Reus, Gabriel Ferrater, que entonces contaba treinta y cinco años, le anunciara a su amigo Jaime Salinas la resolución de matarse al cumplir los cincuenta («edad a la que uno ya ha hecho todo lo que tenía que hacer») me recuerda el principio de un cuento de Isak Dinesen en el que Angelino Santasillia, a la muerte de su amo, «tomó la resolución de que nunca más volvería a dormir. ¿Habremos de creer al narrador cuando refiera que Angelino fue fiel a su resolución? Poco importa, porque ése fue el caso»
GRACIAS
Mis fuentes han sido los Papers, Cartes, Paraules de Gabriel Ferrater, editados por su hermano, Joan Ferraté, para Quaderns Crema, Barcelona, 1986, donde se incluyen las entrevistas de Federico Campbell («Gabriel Ferrater o las mujeres») y Baltasar Porcel («Gabriel Ferrater, in memoriam»); las Cartas a l’Helena, editadas por Joan Ferraté y José Manuel Martos, para Editorial Empúries, Barcelona, 1995; las conferencias recogidas en La poesía de Carles Riba, editadas por Joan Ferraté, para Edicions 62, Barcelona, 1983; los ensayos del volumen Sobre literatura, también editados por Joan Ferraté, en Edicions 62, Barcelona, 1979; el volumen Jaime Gil de Biedma. Cartas y artículos, de Joan Ferraté, en Quaderns Crema, Barcelona, 1994.
En el volumen Gabriel Ferrater, in memoriam, editado por Dolors Oller y Jaume Subirana, para Proa, Barcelona, 2001, encontré la «Evocación de Gabriel Ferrater» en la que Jaime Salinas recuerda los días de 1956 y 1957, y que ha sido mi punto de partida. Ahí mismo está el ensayo de Manel Ollé que relaciona a Ferrater con el matemático Galois, casi mi punto finaclass="underline" «Geometría, cinemática, mecánica y poética dels cossos en moviment».
También he utilizado las Memorias de Carlos Barral (Península, Barcelona, 2001), y sus Diarios 1957-1989, edición de Carmen Riera para Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1993; el diálogo de Severino Cesari con Giulio Einaudi, traducido por Esther Benítez (Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1994); los testimonios recogidos por Josep-Miquel Serviá en Gabriel Ferrater. Reportatge en el record (Pórtic, Barcelona, 1978), y los escritos de diversos autores del Álbum Ferrater, al cuidado de Jordi Cornudella y Nuria Perpinyá (Quaderns Crema, Barcelona, 1993). El estudio de Nuria Perpinyá Gabriel Ferrater: recepció i contradicció (Empúries, Barcelona, 1997) ha sido un marco de referencia imprescindible, como lo ha sido, para el sentido poético de Gabriel Ferrater en su tiempo, la nota necrológica que Pere Gimferrer publicó el 6 de mayo de 1972.
He leído la biografía Gabriel Ferrater, de María Angeles Cabré (Omega, Barcelona, 2002), y las novelas Beatriz Miami, de José Antonio Masoliver Rodenas (Anagrama, Barcelona, 1991) y Momentos decisivos, de Félix de Azúa (Anagrama, Barcelona, 2000), en las que aparece Ferrater o la figura de Ferrater. He leído el poema que dedicó a Gabriel Ferrater José María Valverde.
Las imágenes de Hammett las he buscado en Dashiell Hammetty de Diane Johnson, traducido por I. L. B (Seix Barral, Barcelona, 1985); las de Galois, en El elegido de los dioses. La historia de Evariste Galois (When the Gods love, 1948), de Leopold Infeld, traducido por Roberto Bixio (Siglo XXI, Buenos Aires, 1974). En la reconstrucción del hotel durante la guerra en Barcelona recordé una instantánea de Le Palace, de Claude Simón. El retrato de Sócrates debe mucho a Matthew Stewart; la partida de póquer, a David Mamet y Anthony Holden. Los datos sobre Witold Gombrowicz pertenecen a su Autobiografía, traducida por Javier Fernández de Castro para Anagrama, Barcelona, 1972.
Estoy muy agradecido a todos estos editores y autores, incluidos los que no son nombrados aquí y están en las entrevistas de Serviá y las misceláneas de Oller-Subirana y Cornudella-Perpinyá. Si no hubiera sido por Joan Ferraté, seguramente hoy no nos sería accesible la mayor parte de la obra de su hermano.
También les doy las gracias a Ivonne Barral, Carlos Castilla del Pino, Raquel de la Concha, Miriam Gómez, Pisto Hameenheimo, Sari Hameenheimo, Jorge Herralde, Rogelio López Cuenca, José Luis Manjón, Esther Morillas, Carmen Navarro, Francisco José Navarro, Josefina Revilla, Marta Pesarrodona, José Carlos Rosales y Andrés Soria Olmedo. Y, de nuevo, muy especialmente, a Pere Gimferrer.
Justo Navarro