Выбрать главу

Una vez que la bodega quedó sellada, se introdujo aire. Los alienígenas habían hecho estudios espectroscópicos de la atmósfera de la Tierra mientras se acercaban; debían de saber que los gases que ahora entraban en la cámara eran los mismos que componían el aire del planeta, en vez de un intento de envenenarlos con humos letales.

Los científicos a bordo de la estación habían razonado que si el mundo alienígena tenía una gravedad inferior, probablemente tendría también una presión atmosférica menor. Dejaron de insuflar aire aproximadamente a los setenta kilopascales.

Los alienígenas parecieron encontrarlo adecuado. Los brazos robóticos de una de las esferas se plegaron sobre sí mismos, de forma que tocaron la superficie de la esfera. Ésta se dividió en dos por su ecuador, y las manos, que estaban situadas en la mitad inferior, alzaron la parte superior.

Dentro había un centauro.

No se parecía en nada a su homónimo de la mitología humana. Era de color negro, de constitución insectil, con gigantescos ojos verdes y grandes alas iridiscentes que se desplegaron en cuanto el ser terminó de salir del traje espacial.

Era absolutamente maravilloso.

Pronto los otros cuatro trajes parecidos a huevos se abrieron, descargando a sus ocupantes. El color de los exoesqueletos variaba del negro profundo al plateado, y el color de sus ojos oscilaba desde el verde al púrpura y el azul. El desplegar de alas era al parecer el equivalente centauro a desperezarse… en cuanto las desplegaron, los seres volvieron a plegarlas.

Una puerta se abrió en la bodega de carga, y la persona designada para el primer contacto entró flotando en la sala. ¿Y quién mejor para eso que la persona que había descubierto lo que significaban las señales de radio de Centauri? ¿Quién mejor que la persona que había detectado por primera vez la presencia no sólo de la supermente de la humanidad, sino también de la supermente centaura? ¿Quién mejor que la persona que había mediado en el primer contacto entre las supermentes, impidiendo que la humana se dejara llevar por el pánico?

Los cinco alienígenas se volvieron para mirar a Heather Davis. Ella extendió las manos, las palmas hacia arriba, y le sonrió a los extraterrestres. El centauro que había abierto el primero su traje espacial volvió a desplegar sus alas, y con un par de suaves aleteos, se dirigió hacia ella. Un movimiento de retroceso de las alas hizo que se detuviera a un metro de Heather. Ella extendió un brazo hacia el alienígena, y éste desplegó un miembro largo y fino. Parecía frágil; Heather no hizo más que dejar que golpeara suavemente contra la palma de su mano.

Una docena de años antes, los centauros habían lanzado sus mensajes de radio.

Hacía dos años, su supermente había entrado en contacto con la supermente humana. Quizás eso había sido el acontecimiento más importante, pero de todas formas, había algo maravilloso y significativo y real en el hecho de que las manos se tocaran.

—Bienvenidos a la Tierra —dijo Heather—. Creo que vais a descubrir que es un lugar muy agradable.

El alienígena, que todavía no podía entender el inglés, sin embargo ladeó su cabeza angulosa, como asintiendo.

Había incontables humanos más conectados a la mente de Heather, disfrutándolo todo desde su perspectiva. Y, sin duda, todo lo que los alienígenas veían se propagaba hacia su supermente, a través de los años-luz hasta Alfa Centauri, donde sería experimentado por todos sus habitantes.

Sin duda los humanos intentarían pronto hacer la transformación Necker hacia una mente centaura… de hecho, algunos de los que viajaban ahora dentro de Heather tal vez lo estuvieran intentando ahora mismo.

Ella se preguntó si funcionaría.

Pero, una vez más, no importaba.

Incluso sin esa capacidad, Heather estaba segura de que su especie, que por fin merecía ahora el nombre de humanidad, no iba a tener ningún problema para ver el punto de vista de la otra persona.

Nota sobre el autor

Robert J. Sawyer (1960) nació en Ottawa, Canadá, un 29 de abril. En la actualidad reside en Thornhill, Ontario (al norte de Toronto), con su esposa Carolyn Clink.

Realizó su primera venta profesional en 1979, mientra estudiaba en Ryerson, al Strasenhurgh Planetarium de Rochester, New York. El trabajo en cuestión fue una historia corta, “Motive”, que formaba parte de una trilogía titulada “Futurescapes”. A pesar de que esta historia nunca fue publicada, se considera el embrión de muchos de los temas que posteriormente ha tratado en su obra, combinando misterio, crímenes y ficción especulativa.

Su primer relato publicado fue “The Contest”, en el anuario literario de Ryerson (White Wall Review 1980). Por azares del destino, el editor de este anuario era Ed Greenwood, una institución en el universo AD D de TSR que facilitó que “The Contest” fuera publicado posteriormente en la antología 100 Great Fantasy Short Short Stories, cuyos editores fueron Isaac Asimov, Terry Carr y Martin H. Greenberg.

Gracias a esta publicación y a algunos trabajos de encargo más, vive profesionalmente como escritor desde 1983, después de graduarse en la Ryerson Polytechnic University de Toronto en Radio y Televisión en 1982. Los primeros seis años de profesión, sin embargo, los dedicó a colaborar con revistas y periódicos de Estados Unidos y Canadá, mediante artículos de los temas más diversos que tuvieran que ver con los ordenadores, su gran pasión. En esa época trabajó en la televisión por cable canadiense (Visión TV) y, alternando con un programa radiofónico, consiguió entrevistar a Isaac Asimov, Samuel R. Delany, Gregory Benford, Robert Silverberg, Harry Turtledove, Kim Stanley Robinson, Thomas M. Disch y Ursula K. Leguin, entre otros.

Siempre ha sido un asociacionista activo, y ha llegado a presidir la Science fiction and Fantasy Writers of America, la Crime Writers of Canadá y la Writers' Union of Canadá (que agrupa a todos los escritores canadienses), y pertenece a la Writers Guild of Canadá (que agrupa a los guionistas canadienses).

Sus aficiones incluyen la paleontología (que toca Cambio de esquemas y a la que va a dedicar uno de sus próximos libros), el Trivial en familia, e Internet, donde su página personal ha obtenido el prestigioso Eyesite Web Award patrocinado por The Microsoft Network y que podréis encontrar en: www.ourworld.compuserve.com/homepages/sawyer/

Su primera novela publicada fue Golden Fleece (Warner, 1990), que recibió el premio Aurora de la cf canadiense como mejor libro del año. Trata de la sugerente posibilidad de que una inteligencia artificial se convierta en un asesino durante una misión en una nave estelar. Esto, que parece el argumento de varias películas (sin ir más lejos 2002 o Alien) es tratado por Sawyer desde un punto de vista original, totalmente diferente a la que se había hecho hasta ese momento. De hecho, Orson Scott Card (El juego de Ender, Alvin Maker) consideró que Golden Fleece se merecía el distintivo de mejor novela de cf de 1990. En Japón debieron pensar algo similar, porque fue finalista del premio Seiun a la mejor novela extranjera en 1992.

A continuación se embarcó en una trilogía, que posteriormente aumentaría con un cuarto libro, titulada The Quintaglio Ascension. En esta pone a disposición del lector gran parte de sus conocimientos de paleontología, y de su manera especial de tratar la moralidad, explorando el papel de personajes de gran importancia en la historia de la ciencia, en un planeta habitado por dinosaurios inteligentes. Far Seer (Ace, 1992) trata de la figura análoga a la de Galileo; Fossil Hunter (Ace, 1993) de la análoga de Darwin y Foreigner (Ace, 1994) de la análoga de Freud. La primera de la serie fue finalista tanto del Aurora canadiense como del Seiun japonés. End of an Era (Ace, 1994) no programada inicialmente en la trilogía, cierra todos los cabos sueltos de las anteriores. También fue finalista del Aurora y, las cuatro, ganadoras del Homer, del forum de Compuserve.