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Mientras los tres empezaban a leer los recortes, Malone se situó en el centro de la habitación para observar sus reacciones y esperar su veredicto.

Después, sin poder contenerse por más tiempo, Malone prosiguió mientras los demás seguían leyendo y le medio escuchaban.

– Tal como ya os he dicho, he seguido la carrera de esta muchacha desde el principio.

Conozco todos los matices de lo que dice, los cambios más sutiles de sus actitudes.

Podéis creerme; en mi calidad de primer espectador mundial de Sharon, no hay nada que pueda pasarme inadvertido. Por consiguiente, podéis creerme si os digo que de un año o dos a esta parte he observado un drástico cambio en Sharon Fields.

Era lo que vosotros pensáis que es: una muchacha que sólo aceptaría por amantes a los famosos, a los ricos y a los poderosos. Pero eso ya ha terminado. Ya no existe.

Si se exceptúa a Roger Clay, ha cambiado de actitud en lo concerniente a la clase de hombres que desea que la amen. Ello queda claramente de manifiesto, en las sinceras entrevistas que estáis leyendo ahora, en los artículos de confesión escritos por ella misma, en las grabaciones que poseo de las entrevistas a que se ha sometido por radio y televisión. Podéis verlo y oírlo vosotros mismos.

– Sí -murmuró Shively enfrascado en la lectura del contenido de la carpeta.

– Podéis ver que se muestra más sincera, más honrada y más dispuesta a confesar la inquietud que le produce su vida de famosa y sus famosos amantes.

Podéis ver que repudia su antigua forma de vivir.

– ¿Su antigua forma de vivir? -preguntó Shively levantando los ojos-¿Te refieres a cuando se acostaba con hombres célebres?

– Bueno, no es eso precisamente pero algo muy parecido -repuso Malone como defendiéndose-.

Dice que el hecho de que un hombre sea famoso o posea talento, dinero o poder no significa que sea automáticamente el hombre a quien ella estuviera dispuesta a amar y a entregarse.

Podéis leer que se muestra crecientemente hastiada de esta clase de relaciones. Podréis ver -porque está muy claro-que la aburren los decadentes intelectuales, los varones materialistas, los hombres egocéntricos que la rodean. La mayoría de ellos son tan egoístas que no saben darse.

En determinado lugar cita la frase de Wilson Mizner acerca de este tipo de hombres.

"Algunas de las más grandes historias de amor que he conocido sólo han estado interpretadas por un actor, sin oponente".

– Muy gracioso -dijo Brunner esbozando una ligerísima sonrisa.

– Estos hombres insustanciales que se aman a sí mismos más de lo que puedan llegar a amar a una mujer no son los únicos que la hastían -prosiguió Malone-.

En su círculo inmediato existen otros elementos de los que también está harta.

Hay hombres que desean mantener relaciones sexuales con ella por lo que es: un símbolo sexual mundialmente famoso.

– A mí ya puedes incluirme en este grupo -le interrumpió Shively.

– Y otros buscan la publicidad que les proporciona el hecho de ser vistos en su compañía.

Después están aquellos que la temen, los débiles aduladores. Dice que se ha librado de todos ellos porque, por el motivo que sea, se muestran incapaces de ofrecerle lo único que exige y necesita de los hombres: amor, amor puro, honrado y profundo.

Viendo a los demás enfrascados en la lectura, Malone se situó detrás de Yost y leyó por encima del hombro de éste una entrevista a toda plana con Sharon Fields en el suplemento dominical de un periódico.

– Fijaos en ésta -dijo sin dirigirse a ninguno de los tres en particular-, ésta de aquí sólo data de hace un mes. Observad la forma en que Sharon lo dice.

"Necesito a un hombre agresivo, que me haga sentir desvalida, que me domine, que me haga sentir segura y protegida.

Estoy harta de los hombres crecidos que siguen siendo niños de mamá, que fingen estar muy seguros de sí mismos siendo así que en realidad están asustados y son débiles por dentro.

También estoy harta de los famosos Casanovas que se ven obligados a demostrar su virilidad seduciendo sin cesar a todas las mujeres con quienes tropiezan y que se hunden en estas relaciones sin más deseo que el de afianzar su virilidad y mejorar su puntuación con vistas al público.

Suelen ganarse la fama de ser grandes amantes cuando lo cierto es que no saben nada del amor. Mantener relaciones con un hombre de esta clase es como mantener relaciones con una computadora".

– Malone se detuvo y siguió leyendo.

Tanto Shively como Brunner le estaban prestando atención y Yost estaba volviendo a leer las palabras que Malone acababa de leer en voz alta.

éste señaló la segunda mitad de la página-.

Fijaos en este párrafo.

El entrevistador dice: "Me resultó claramente evidente que todo lo que Sharon Fields me había dicho era profundamente sincero y procedía de una auténtica convicción.

Me dijo que su actitud en relación con el otro sexo se había modificado por completo en el transcurso de los últimos meses".

– Malone levantó la cabeza-.

Escuchad lo que viene ahora.

Son palabras textuales de Sharon Fields.

"Cuando conozco a un hombre y éste se interesa por mí, exijo que me diga inmediatamente lo que siente.

Francamente, si estamos hablando de un hombre que me desea, preferiría que me tomara a la fuerza y no ya que intentara tomarme por medio de falsos juegos de seductor.

Otra de mis nuevas ideas consiste en que no me importa el nivel de popularidad del hombre. Me interesa el hombre por sí mismo. Me importa un bledo su aspecto, su educación y su posición social.

Lo que sí me importa es su interior, sus cualidades internas y, claro está, su interés por mí y su buena disposición a manifestarme este interés como persona y también como criatura sexual.

Cada vez busco más al hombre que sea todo hombre -no sé si me entiende-cuyo principal interés sea el de satisfacerme como mujer y no sólo el de satisfacerse a sí mismo.

He abierto la puerta de mi corazón para permitir que pueda entrar en él cualquier hombre que me quiera por encima de todo, que arriesgara cualquier cosa que tuviera para poseerme por la simple razón de que yo sea yo.

últimamente se ha producido una revolución tremenda en las relaciones humanas y yo me he dejado arrastrar por ella.

Flota en el aire una nueva libertad, igualdad y sinceridad sexual y yo soy partidaria de ella y quiero formar parte de ella.

La mayoría de hombres no comprende lo que les está sucediendo a las mujeres y a una mujer como yo.

Pero tal vez haya algunos que sí lo comprendan y a éstos les digo: estoy dispuesta, Sharon Fields espera y está dispuesta".

Malone se irguió y se dirigió al centro de la estancia para observar la reacción de sus amigos.

– Bueno -dijo-, me parece que eso ya es algo, ¿no? La expresión del rostro de Yost revelaba bien a las claras cuál había sido la reacción de éste.

Estaba impresionado.

– Ya lo creo que es algo -dijo volviendo a posar los ojos en el artículo-.

¿Qué os parece? Lo dice muy claro.

Shively apartó a un lado sus recortes.

– Sí, no cabe duda -dijo dirigiéndose a Yost-.

Howie, ¿sabes una cosa? Me parece que aquí nuestro anfitrión no nos ha defraudado.

– Ya os lo dije -terció Malone radiante de felicidad-.

El problema estriba en llegar a conocerla personalmente.

Cuando la hayamos conocido, se mostrará de acuerdo. No hace más que repetírnoslo en todas sus declaraciones.

Leo Brunner levantó un dedo y lo movió como si quisiera decirle al profesor que deseaba ir al lavabo, pero, en realidad, lo que pretendía era llamar la atención de Malone, de Yost y de Shively.

Al parecer, era el único que no estaba muy convencido de lo que había leído y oído leer.

– ¿Sí, Leo? -dijo Malone.

– Te toca a ti, Leo -añadió Yost con expresión divertida-.