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Ahora tenemos que tomar una decisión de vital importancia. La fecha exacta en la que se llevará a cabo el proyecto, ésta es la información más exacta de que dispongo.

Según los últimos datos del "Daily Variety", Sharon emprenderá el vuelo desde Los Ángeles a Londres el martes veinticuatro de junio por la mañana.

Yo aconsejo que nos la llevemos la víspera, es decir, el lunes por la mañana veintitrés de junio a primera hora.

¿Os parece bien? Los demás se mostraron de acuerdo.

– Muy bien -dijo Malone-.

Si nuestra fecha es el veintitrés de junio por la mañana, eso significa que todos nosotros debemos iniciar nuestras vacaciones el lunes veintitrés y terminarlas el sábado cinco de julio.

Buen momento para devolverla y regresar nosotros a casa.

Vamos a ver, ¿podréis estar libres durante este período? Malone esperó.

Yost y Brunner guardaban silencio y reflexionaban.

El único que habló fue Shively.

– Puedo hacerlo -dijo-.

Mi jefe me debe unas vacaciones. En estos momentos está furioso conmigo pero sabe que le costaría mucho sustituirme.

Por consiguiente, tengo la impresión de que accederá. Y si no lo hace, que se vaya al infierno, yo me tomaré las vacaciones.

– Como es natural, a mí estas fechas me resultan muy convenientes -añadió Malone-.

Mi trabajo en el supermercado es temporal y a horas. Me limitaré a decirle al encargado que me voy. Cuando regrese, ya encontraré otro sitio parecido.

– Miró a Yost y Brunner, que seguían guardando silencio-.

¿Qué dicen los casados? ¿Os resultará muy difícil tomaros dos semanas de vacaciones sin vuestras esposas?

– Creo que podré apañármelas dijo Yost frotándose la mandíbula-. Ya lo he hecho en una o dos ocasiones anteriores.

Pero será mejor que no le diga a Elinor que se trata de una convención de seguros.

Podría comprobar las fechas de las convenciones en la "Mutual Review" -una de las publicaciones especializadas que recibo-y entonces me vería metido en un buen lío.

Estaba pensando en otra posibilidad. Podría enviarla con los niños a tomarse unas vacaciones a Balboa -para entonces ya se habrán terminado las clases-y podría decirle que yo aprovecharé esos días para irme de pesca con un par de posibles clientes muy acaudalados.

Puedo decirle que me han invitado a ir con ellos al río Colorado.

Elinor es una persona muy insegura. Se lo creerá. Hasta casi me lo estoy empezando a creer yo mismo.

– Sólo le encuentro un defecto a tu historia, Howard -dijo Malone-.

¿Y si tu mujer quiere que la telefonees? ¿Acaso no esperará recibir noticias tuyas?

– Claro. Mmmm, vamos a ver. Sabe por experiencia que cuando salgo de caza o pesca suelo trasladarme a zonas inaccesibles en las que no hay teléfono, le diré que estaré en medio del bosque en un lugar muy apartado.

Pero tendría que telefonearla de todos modos aunque no fuera más que una vez.

El día en que llevemos a cabo la operación, podríamos detenernos un minuto en las cercanías de Arlington antes de dirigirnos hacia las colinas.

Yo la llamaría al motel de Balboa desde una cabina pública y le diría que acababa de llegar a Grand Junction y que cómo estaban los niños y que mis clientes y yo estábamos a punto de adentrarnos en los bosques para pescar y acampar. Y ya lo habría solucionado todo.

Malone se mostró satisfecho y se dirigió al último de los cuatro.

– ¿Y tú, Leo? Brunner sacudió la cabeza preocupado.

– Me temo que para mí no será tan fácil.

La época me parece bien. Habrá terminado la temporada fiscal.

Entonces suelo tomarme una semana de vacaciones entre mayo y el cuatro de julio, me dedico a arreglar algo de la casa y realizo con mi mujer y mi cuñada una excursión a Disneylandia o Marineland.

No suelo marcharme sin mi esposa. Por consiguiente, a Thelma se le antojará insólito que permanezca alejado de ella tanto tiempojésa es la dificultad.

– Sí -dijo Malone.

Después se dirigió a Yost y a Shively-.

Creo que debiéramos estudiar muy seriamente la dificultad de Leo.

Tendrá que convencer muy bien a su esposa, de lo contrario, ésta sospechará y nos estropeará el plan.

Es aquello en que siempre solía fijarse Sherlock Holmes. Vigilar cuando una persona cambia de comportamiento y no actúa ni reacciona según le es habitual.

Vigilar lo inesperado, lo distinto. Como en aquel famoso incidente de la narración de Conan Doyle titulada "Resplandor Plateado".

El inspector le dice a Holmes: "¿Existe algún otro punto sobre el que desee usted llamar mi atención?" Sherlock Holmes contesta: "El curioso incidente del perro por la noche".

Y el inspector dice: "El perro no hizo nada por la noche".

Y Sherlock Holmes le dice: "ése fue el curioso incidente".

Lo mismo puede decirse a propósito de la situación de Leo.

Jamás se ha separado de su esposa durante más de una semana y no digamos dos. Y de repente, por primera vez, se va solo durante dos semanas.

A la señora Brunner eso se le antojaría tan sospechoso como que el perro no ladrara de noche.

Tenemos que procurar que Leo convenza perfectamente a la señora Brunner.

– ¿Y qué demonios haremos? -preguntó Shively.

Yost giró su propia mole en dirección a Brunner.

– Leo, no irás a decirme que los peritos mercantiles no organizan convenciones y seminarios en otras ciudades, tal como hacen los agentes de seguros.

– Pues claro que organizamos reuniones y seminarios -dijo Brunner-.

La Asociación de Peritos Mercantiles de California organiza constantemente reuniones regionales acerca de cuestiones tributarias. Pero suelen celebrarse en noviembre o diciembre, jamás en junio.

– ¿Has asistido a alguna de ellas? -le preguntó Yost.

– ¿Que si he asistido? Pues claro, hace tres o cuatro años participé en una serie de seminarios organizados por el Instituto Federal de Contribuciones. Fue en Utah.

– ¿Te acompañó tu mujer? -preguntó Yost.

– Naturalmente que no. Estas cosas no le interesan.

– Muy bien -dijo Yost-.

Supongamos que el Instituto Federal de Contribuciones organizara una serie de seminarios en Washington al objeto de ilustrar las nuevas leyes fiscales a los peritos mercantiles.

Supongamos que te invitaran. Supongamos que decidieras participar para mejorar tus conocimientos y con ello la posibilidad de futuros negocios.

¿Querría acompañarte tu mujer? Dices que esas cosas no le interesan.

– No -dijo Brunner lentamente-, no le interesan. Y tampoco le gusta viajar.

– ¿Sospecharía?

– No tendría ningún motivo para ello.

Le preocuparía tal vez el hecho de que estuviera lejos tanto tiempo, pero no desconfiaría de mí.

– Perfectamente Yost-.

Acabas de ser invitado a unos seminarios que el Instituto ha organizado en Washington. Has aceptado.

Estarás ausente desde el veintitrés de junio al cinco de julio. Díselo así.

Brunner reflexionó.

– Sí, podría hacerlo. Sólo que preveo una dificultad.

Querrá que me mantenga en contacto con ella desde Washington. Y no sé cómo podré solucionarlo.

– ¿Washington? -preguntó Shively chasqueando los dedos-. Solucionado. En eso podré ayudarte.

Tengo una antigua amiga -se llama Marcia y seguimos siendo amigos-que vive en Baltimore.

Lo que podrías hacer, Leo, es escribirle de antemano a tu mujer dos o tres postales.

Ya sabes, "Cariño, estoy muy ocupado, todo esto es muy interesante, ojalá estuvieras aquí"… las idioteces de siempre.

Yo le enviaré las postales a Marcia junto con unos cuantos dólares para que se traslade en autobús a Washington dos o tres veces y las eche al correo desde allí. ¿Qué te parece?

Brunner se mostró interesado, pero seguía dudando.

– ¿Y qué va a pensar Marcia? ¿No sospechará nada?

– ¿Ella? -preguntó Shively riéndose-. No, es una chica de la calle y por si fuera poco se droga, lo único que le interesa es ganarse unos cuantos dólares en la forma que sea.