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– Y permíteme que te aclare bien una cosa -le estaba diciendo Shively a Brunner-. Nada de lo que hemos planeado es real, puesto que tú lo dices. Pero Sharon Fields sí es real. Es una mujer viva con busto y partes sexuales y gusta de hacer el amor. Eso se ha demostrado que es real. Ella misma lo ha dicho.

Y nosotros cuatro somos unos tipos normales que queremos complacerla y nos hemos inventado un sistema que nos permita presentarnos ante ella de una forma teatral, tal como a ella le gustaría. Después llegamos al acuerdo de que lo demás dependería de ella. ¿Y a eso lo llamas tú no comportarse como hombres adultos normales? ¿Llegamos a un acuerdo, no es cierto? No se trata de un delito como mutilar, matar o asesinar.

Ni siquiera se trata de un secuestro a cambio de un rescate ni de nada ilegal; se trata, simplemente, de llevarnos a una mujer para poder conocerla. Llevárnosla temporalmente para ver si logramos divertirnos o no.

Estás perdido, Leo. No andes por ahí tergiversando nuestras intenciones y diciéndonos que no es real que intentemos hallar la manera de divertirnos un poco. A nosotros no nos sucede nada, es a ti a quien le sucede, Leo. ¿Es que no quieres disfrutar de un solo momento de diversión en tu maldita y apestosa vida de eunuco?

Yost extendió la mano y rozó levemente el brazo de Shively.

– No le acoses así, Shiv. Cálmate. Tiene derecho a expresar su punto de vista. Y ello no significa que esté totalmente de acuerdo con Leo. Sin embargo, no me importa decirte que estoy de acuerdo con él en parte. Ha sido muy divertido jugar con la posibilidad de esta fantástica escapada, proyectando todo lo que ocurriría si diera resultado.

Pero permíteme decirte con toda sinceridad que yo también tenía mis dudas y presentía que, llegado el momento, no nos atreveríamos a seguir adelante.

Shively se volvió par mirar a Yost.

– Maldita sea, Howie, ya "hemos" seguido. No empieces a querer asustarnos por el hecho de que tú te hayas echado atrás.

¿Engañaste a tu esposa al objeto de poder disponer de estas dos semanas libres, no es cierto? ¿Qué pensabas hacer en el transcurso de estas dos semanas una vez las hubieras obtenido? ¿Por qué demonios dispusiste las cosas de tal forma que pudieras tomarte unas vacaciones?

– Pues, no lo sé -repuso Yost.

– Pues yo sí lo sé -dijo Shively levantando la voz-, lo sé muy bien. Porque en tu fuero interno y en tu bragueta deseabas que sucediera. Deseabas que te transportáramos nosotros. Estabas realmente dispuesto ha hacerlo siempre que otro te guiara.

Yost murmuró por lo bajo y asintió casi involuntariamente.

– Sí, creo que en mi fuero interno deseaba que sucediera.

Me parece que no quería aguijonearos ni echar sobre mis hombros la principal responsabilidad. Creo que estaba dispuesto a seguir siempre y cuando fuera otro el que tomara las riendas y convirtiera el sueño en realidad.

– Pues nosotros lo hemos convertido en realidad, Howie -dijo Shively suavizando un poco el tono de su voz-.

No tenemos prácticamente nada que nos lo impida, Adam y yo estamos dispuestos a seguir adelante. Estamos dispuestos a cargar con toda la responsabilidad. Lo único que tienes que hacer es acompañarnos y aprovechar la parte de bonificación que pueda corresponderte. Te hemos allanado el camino, amigo. ¿Qué dices?

Yost guardó silencio. Miró primero a Shively y después a Malone, pero evitó encontrarse con la penetrante mirada de Brunner. Después movió casi imperceptiblemente la cabeza hacia arriba y hacia abajo.

– Muy bien -murmuró-, bueno ¿por qué no? Tal vez me hacía falta que alguien me retorciera el brazo. Gracias. Pues claro que iré. Y conseguiré convencer a mi señora de que tengo que salir hacia Colorado al rayar el alba de este miércoles en lugar de la semana que viene.

– Estupendo, Howard -dijo Malone radiante de felicidad.

– No te arrepentirás de ello en toda tu vida -le dijo Shively satisfecho-.

Llevamos varias semanas preparando las cuatro erecciones más memorables de la historia y no estamos dispuestos a echarlo todo a rodar en el último momento. No, señor.

Mira, Howie, cuando ya te hayas acostado con la Diosa de la Sexualidad, me besarás los pies por haber insistido en que te quedaras con nosotros y haberte ofrecido la oportunidad de gozar de lo mismo que tantos años llevan los ricachones recibiendo en bandeja de plata.

Tú también podrás gozar de ello, tal vez el mismo miércoles por la noche, y entonces me agradecerás que te haya permitido disfrutar de la experiencia más fabulosa de toda tu cochina vida.

Mientras escuchaba, Malone comprendió que estaba totalmente de acuerdo con la opinión de Shively. Tal vez no lo estuviera con sus vulgares modales y motivos, pero sí, ciertamente, con el objetivo que defendía. Consideraba Malone que Shively era todo acción irresponsable y al diablo las consecuencias. A Shively le movía únicamente la atracción que en él ejercía aquella gran aventura sexual.

Malone, en cambio, había concebido el proyecto y deseaba llevarlo a la práctica por un motivo más elevado que trascendía incluso su amor hacia Sharon. Sabía lo que era: un soñador.

Y para un soñador aquel proyecto constituía un experimento de vital importancia, un experimento capaz de demostrarle si la fantasía no era más que un simple y fugaz ensueño sin relación alguna con la existencia real, o bien si la fantasía podía convertirse, a través de la energía física, en una realidad tangible.

Caso de ser ello posible, dicha alquimia tal vez llegara a constituir parir la raza humana un descubrimiento de mucho más valor que cualquiera de los realizados por Galileo, Newton, Darwin o Einstein.

Sin embargo, para saber si ello era posible, era necesario que el experimento no se hiciera añicos la víspera de su puesta en práctica.

Malone miró a Yost.

Allí estaba el gran fanfarrón convertido ahora en un flan.

Había resistido, pero más tarde había capitulado por temor a no estar a la altura de sus compañeros. Pero le habían ganado de nuevo para la causa.

Tres de ellos estaban dispuestos a empezar antes de lo previsto. Por consiguiente, sólo quedaba un indeciso.

Malone reflexionó acerca de Leo Brunner.

Al perito mercantil le había estremecido y hasta acobardado la vibrante arenga que Shively les había dirigido tanto a él como a Yost.

Solo ante el grupo unido, Brunner comprendería sin lugar a dudas que su postura se había debilitado.

Malone tomó una rápida decisión.

Antes que permitirle a Shively atacar de nuevo las débiles defensas de Brunner, corriendo con ello el riesgo de ejercer el contraproducente efecto de provocar la resistencia de Brunner, Malone decidió encargarse personalmente del segundo ataque.

Pensó que resultaría más efectivo abordarle de una forma más oblicua y sutil.

– Leo -dijo Malone suavemente-, eres el único que pone reparos al proyecto y al hecho de que lo llevemos a la práctica antes de lo previsto.

Kyle tiene razón, ¿sabes? Estas breves vacaciones pueden ser la experiencia más satisfactoria de toda tu vida.

Todo está perfectamente planeado. Debes comprenderlo. No hay ni una sola cosa que no hayamos previsto. No puede fallarnos nada. Creo sinceramente que merece la pena hacer el esfuerzo final.

¿Qué más da que sea pasado mañana o dentro de una semana? Lo importante es llevarlo a cabo. Y te hemos dado nuestra palabra de que, si no nos da el resultado que pretendemos alcanzar, la soltaremos sin más y no le causaremos daño alguno.

– Observó que Brunner escuchaba atentamente todas y cada una de las palabras para que le penetraran bien en el cerebro y pudiera reflexionar acerca de ellas.

Malone se acercó a Brunner y se agachó ante él mirándole con una sonrisa comprensiva-.

¿Acaso no comprendes que no somos malos, Leo? Ninguno de nosotros tiene la menor intención de causarle daño a un ser humano. Somos personas corrientes que no hemos obtenido de la vida todo lo que nos merecemos.