Выбрать главу

– ¡Vaya! ¡Qué bien! Bueno, he leído mucho sobre Fantasías, Inc. en una revista. ¿Te puedes creer que las parejas terminan casadas gracias a ese lugar y a su dueña?

Casadas. Antes de que Juliette pudiera seguir pensando si procesar la información o hablar, Gillian continuó.

– Y hablando de casarse, o mejor dicho, de no casarse, deberías saber que Stuart ha estado muy callado desde que te marchaste. Eso me hace tener ciertas sospechas.

– ¿Callado en qué sentido? Yo no me he vuelto a poner en contacto con él desde que acordamos no hacer declaraciones.

– Llamó el día en que te marchaste.

– ¿Que me llamó? ¿Por qué iba Stuart a querer hablar conmigo ahora?

– Seguramente estaba comprobando que estabas. Créeme si te digo que no se creyó que yo fuera tú.

– Hace demasiado tiempo que nos conoce.

– Bueno, no te preocupes. No le dije nada ni revelé ningún secreto. Lo intentó varias veces y luego lo dejó. Es precisamente eso lo que no me gusta.

– ¿Y papá? ¿Cómo están mamá y él?

– Bien. Tampoco debes preocuparte en ese sentido. Papá no le va a decir a nadie dónde estás. Por mucho que respete a Stuart, al menos por ahora, a ti te quiere más.

– Se sentirá tan desilusionado cuando sepa la verdad…

– Es mejor que se sienta desilusionado por esa serpiente que confundido y preocupado por ti.

Juliette sabía que, efectivamente, sus padres se preocuparon mucho cuando canceló la boda sin previo aviso y sin indicar nada de antemano. No le había dicho a nadie nada de que estaba a punto de dejar a Stuart, principalmente porque ni siquiera ella misma lo había sabido. Aquello no era propio de ella, como tampoco lo eran aquellas repentinas vacaciones. Se preguntó lo que la familia entera pensaría si supiera que había empezado una relación con un completo desconocido.

– ¿Se te ha ocurrido algo sobre cómo desvelar todo este lío con los menores daños posibles o estás demasiado absorta por el hombre de tus fantasías? Espero, y deseo, que sea lo segundo, dado que para eso te envié allí.

– En realidad, acabo de conocer a alguien que puede ofrecerme algo de consejo al respecto. Se trata, como si así dijéramos, de una tercera parte imparcial.

– ¿Se trata de un hombre imparcial o de una mujer imparcial?

– ¡Como si no lo supieras! Después de todo, tú creaste mi fantasía.

– La fantasía, pero no al hombre. Bueno, ¿cómo es?

– Muy especial -respondió Juliette, sabía que tenía que agradecérselo todo a su hermana-. ¿Qué fue lo que escribiste? -añadió, buscando en la mesilla de noche una copa de los papeles de Merrilee-. ¡Aja! Aquí está. Experimentar el lujo de que me atienda y me mime un hombre muy especial. Sentirme deseada, ser el centro de su universo y así poder olvidar el dolor de un compromiso roto… ¿Cómo sabías todo esto?

– Porque tú eres parte de mí. Cuando tú sufres, yo sufro. Y si yo hubiera pasado por las mismas circunstancias que tú, esas vacaciones serían justamente lo que habría necesitado.

– Por cierto, ¿me has enviado aquí porque te sientes culpable, porque fui yo la que se involucró sentimentalmente con Stuart y no tú?

– Si yo no hubiera sido la salvaje adolescente, la que estaba siempre castigada y metida en líos, tal vez nunca habrías tenido que hacerlo. Cuando viste que Stuart estaba interesado por ti, sólo tuviste que mirar a papá y viste que eso supondría un modo de agradarle. Te lanzaste sin ni siquiera preguntarle a tu corazón. Y yo me siento responsable de eso.

– Yo tomo mis propias decisiones, aunque a veces sean las equivocadas. Tú no debes sentirte culpable por nada… ¡La vida es tan complicada! -exclamó Juliette, riendo-. Sin embargo, las cosas siempre se arreglan del mejor modo posible. He conocido a Doug.

– Sea quien sea, pareces muy feliz. Eso es lo único que yo quiero.

– Sólo estamos de vacaciones. Es algo temporal. Además, es de Michigan.

– Creo que deberías ocuparte de la logística más tarde y concentrarte en disfrutar.

– Eso es lo que quiero hacer.

– Supongo que ese Doug es la desinteresada tercera parte de la que tú esperas que pueda ayudarte a formular un plan para ayudar a papá. ¿Confías en él?

– Sí -respondió Juliette, sin dudarlo-. Sé que mi experiencia no me da la razón, pero este hombre es diferente. No me conoce ni sabe nada de mi pasado. Es imposible que busque algo en mí a excepción… a excepción de mí.

– No tienes que convencerme de nada. La felicidad que noto en tu voz habla por sí sola. Diviértete y no hagas nada que yo no haría.

– Eso me da un margen de acción muy amplio.

– Exactamente -dijo Gillian, encantada consigo misma.

Juliette colgó el teléfono, llena de una inquieta energía. Después de asearse, se recogió el cabello en una coleta, se visitó con un vestido y unas sandalias, y se dispuso a marcharse. Tal vez un paseo por la isla lograra tranquilizarla. Además, faltaba todavía una hora para el desayuno.

En el exterior, todo estaba tranquilo a excepción de los animales. Los pájaros trinaban en los árboles y una ligera brisa mecía las copas de los árboles. Media hora más tarde, se sentía mucho más tranquila y relajada. De repente, un ruido atrajo su atención desde unos arbustos que había a sus espaldas. Estaba segura de que era demasiado ruidoso como para ser un animal. Asustada, Juliette empezó a caminar con más rapidez, pero no vio a nadie que la siguiera.

– ¡Qué raro! -susurró.

De repente, deseó de todo corazón que la isla no fuera tan privada ni que estuviera tan aislada. Durante todo el camino de vuelta, tuvo la incómoda sensación de que ya no estaba sola.

Cuando llegó a la piscina, sus miedos se disiparon. Doug estaba haciendo unos largos en la enorme piscina. El placer de verlo reemplazó al miedo. Rápidamente, decidió sentarse en una hamaca y observarlo.

Nadaba con gracia y estilo. Golpeaba el agua con fuerza, casi sin sacar la cabeza, para tomar aire. Era casi como si estuviera esforzándose todo lo que podía para vencer una frustración en vez de nadar por placer o para hacer ejercicio.

Se preguntó si se estaría imaginando cosas, pero, cuando finalmente Doug levantó la cabeza el tiempo suficiente como para verla, en vez de saludarla de algún modo, la giró rápidamente y siguió con su duro entrenamiento una vez más.

Capítulo 7

Juliette era la última persona que Doug necesitaba o quería ver. Se giró y siguió nadando, decidido a agotarse tanto que no lograra responder a su serena belleza o a la sinceridad de sus ojos, hasta que su cuerpo estuviera tan cansado, que no pudiera reaccionar cuando estuviera cerca del de ella y su mente pudiera concentrarse en tratar de conseguir las respuestas que buscaba.

Hasta aquel momento, cada vez que había retirado una capa de Juliette Stanton, había conseguido un mayor acceso a sus pensamientos, a sus sentimientos y a su pasado, había dejado que fuera ella la que marcara el ritmo. Nunca había tratado de llegar más allá de los límites establecidos, ni siquiera cuando había mencionado el nombre de su ex novio. «Menudo reportero», pensó, mientras se esforzaba con más ahínco en su ejercicio.

Recordó la llamada que había realizado al hospital aquella mañana y la vaga respuesta de su madre. Después de las últimas pruebas que le habían realizado a su padre, habían encontrado que tenía las arterias obturadas, por lo que necesitaba un bypass, porque, si no, no podría sobrevivir a otro ataque.

La noche anterior, le habían practicado una operación de urgencia. Como no había podido localizarlo en su habitación, su madre había soportado las largas horas de la operación y la espera en solitario. Doug sentía que debía haber estado a su lado.

Tal vez lo habría hecho si hubiera estado ejerciendo su profesión en vez de dejarse seducir por Juliette Stanton, la mujer que tenía las respuestas que lo liberarían de aquella misión para poder volver a su casa, que era donde se le necesitaba.