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Jock había hablado de ello con Struan. Le comentó que tal vez la muchacha tuviera problemas que ellos desconocían, Pero no le hicieron caso. Struan, Wayne Macky y otro médico antiguo del hospital la conocían desde jovencita y confiaban en ella, a pesar de Jock.

– Incluso podemos convencerla de que siga trabajando aquí con contrato fijo -había dicho Struan, antes de marcharse-. Sus antecedentes son limpios y podíamos contratarla como anestesista. Sólo tiene que hacer el examen y…

– Esa es otra cosa que no entiendo -le había dicho Jock-. ¿Por qué demonios interrumpe sus estudios para trabajar como interina?

– Problemas de familia -le había contestado Struan, sin más explicaciones-. Pero intenta convencerla para que se quede. Ya sabes que Gina y Lloyd tienen mucho trabajo y necesitaríamos otro anestesista.

Jock sólo pudo asentir. Se le ocurrió pensar que el director podía no renovarle el contrato. Pero el desprecio en aquellos ojos le confundía, no entendía el motivo. Y, para empeorar las cosas, en ese momento descubría que tampoco les había confesado la existencia de la niña… No les decía que era una madre soltera.

Aunque eso sí que podía entenderlo. Wayne, como presidente de la directiva del hospital no la perdonaría. A Jock no le importaba que tuviera una hija sin estar casada, decidió mientras iba por el pasillo. Pero si tenía pensado que se la cuidaran ellos…

La boca de Jock se hizo una línea apretada. Abrió las puertas de cristal de la sala y fue a su encuentro. Escogió el peor momento. Tina estaba siendo besada apasionadamente. Jock se detuvo y miró asombrado… luego observó.

¿A quién diablos besaba? No podía verlo. Tina era delgada y baja. Su falda y su blusa estaban cubiertas por la bata blanca y se apretaba contra un cuerpo masculino. Lo único que Jock alcanzaba a ver eran las piernas delgadas y el cabello revuelto cayéndole por los hombros. El resto estaba tapado por el hombre.

¿Y el hombre? Parecía un campesino. Era grande, fuerte e iba mal vestido. Parecía llegar directamente de cuidar vacas. Besaba a la muchacha con pasión y ella parecía responder con el mismo entusiasmo. Jock sintió en su mismo cuerpo la pasión entre hombre y mujer. Afortunadamente la rabia lo salvó. ¡Justo a tiempo!

– ¿Qué diablos pasa aquí?

La pareja se apartó de mala gana. Aunque no demostraron vergüenza o culpabilidad. El hombre se volvió y Tina le sonrió. Sus ojos verdes estaban vivos de placer y malicia.

– Harry Daniel, esto no está bien. Te dije un beso de amigo.

– Me he aprovechado -contestó Harry tranquilamente, soltando una carcajada y mirando al doctor.

– ¡Se lo diré a Mary! -replicó la muchacha.

– Hazlo si quieres. Tú serás nuestra madrina de boda y ella nunca te creerá. Además… -Harry miró con placer a Tina-. Desde el mes que viene intentaré ser fiel a mi preciosa Mary. Ésta es mi última oportunidad de divertirme.

– ¿Es eso lo que soy? ¿Una diversión?

El campesino se quedó pensativo y sonrió.

– Bueno, dierr… Yo diría que…

Jock preferiría no haber estado allí. Miró a Harry Daniel. Lo conocía. Era un campesino de la localidad que estaba comprometido con Mary Stevenson, la maestra.

– ¿Pero qué…?

Por fin lo miraron y Harry hizo una mueca. Tina no se inmutó. Tan pronto como vio a Jock la sonrisa de sus labios se apagó. Se apartó de Harry y se dirigió hacia la bandeja que estaba preparando.

– Ya está, Harry. Vuelve el viernes y te quitaré los puntos. La cicatriz se curará pronto y estarás guapo para la boda.

Jock volvió a mirar a Harry y notó por primera vez la cicatriz en la mano del campesino.

– ¿Qué te ha pasado?

– Tuve una pelea con una máquina, doctor. Me ganó ella. Nunca se puede ganar a esas máquinas infernales.

– ¿Y la doctora Rafter le besó para curarlo? -preguntó, con un matiz de desaprobación.

Harry no pareció darse por aludido.

– Le dije que lloraría si no lo hacía. Que me diera ánimos para aguantar los puntos, ya sabe. Me dijo que me daría un beso al final si no gritaba y no lo hice. Nuestra Tina es la mejor. Espero que siga contando con ella cuando acabe su contrato, doctor. Ella querría que no terminara nunca.

El hombre hizo un gesto cariñoso a Tina con la mano herida y se marchó.

Hubo un silencio.

Detrás de la mesa, Bárbara, la enfermera jefe, miró con curiosidad a Jock y luego a Tina. Había estado viendo el beso de Harry y Tina y al parecer le había gustado mucho, pero en ese momento pensó que no debería quedarse. Era inteligente. Así que se fue hacia el área de recepción, aunque teniendo cuidado de mantenerse cerca para escuchar.

Tina estaba ordenando las bandejas, pero en ese momento vio lo que Jock sostenía en brazos.

La puerta se cerró detrás de Harry y Tina dejó un vaso en la bandeja y dio un paso hacia Jock.

– Rose -dijo con suavidad, extendiendo los brazos al bebé-. ¿Ha pasado algo?

La cara de Jock tenía una expresión fría y ella no tuvo la valentía de dar otro paso. Tuvo miedo y recordó a Ellen, que le había asegurado que no habría ningún problema. Pero Tina conocía al canalla de Jock Blaxton. ¡Era un maldito canalla! Un hombre que había hecho mucho daño y allí estaba tan tranquilo, juzgándola. Bien, sólo había un modo de manejar la situación y Tina no iba a quedarse allí a esperar una bronca del doctor Blaxton. ¡De ninguna manera! Ella le había dicho a Ellen que no daría resultado y tenía razón. Así que se iría en ese momento. Recogería todo y se marcharía.

– ¿Le importa que termine el turno o prefiere que me vaya ahora mismo?

Silencio.

– ¿Qué me dice? -insistió, tras unos segundos, mientras se acercaba para tomar a Rose en sus brazos.

Rose seguía durmiendo. Ella miró a la niña y sintió un amor tan grande dentro que estuvo a punto de emocionarse. ¡Y ese maldito canalla! Había hecho tanto daño…

– Me iré ahora -dijo finalmente.

Jock se quedó mirándola, visiblemente enfadado.

– ¿Quién se va a encargar del turno de noche? -preguntó él-. Su contrato es de tres meses, señorita Rafter.

– No.

– ¿Qué significa eso?

– Quiere decir que tengo problemas personales más importantes y que algunas veces los problemas personales son el motivo de que se incumplan los contratos. En este caso ningún abogado me puede obligar a que lo finalice. También significa que no esperaré ninguna amabilidad por su parte, Jock Blaxton. Ellen me dijo que me equivocaba con usted y que reaccionaría bien si descubría lo que estábamos haciendo. Fui una estúpida por hacerle caso.

La muchacha tomó aire.

– De manera que… Me llevaré ahora mismo a Rose a casa y cobraré el jueves. Significa que tendrán que trabajar más durante un par de días, hasta que encuentren a otra interina, pero me imagino que sobrevivirá, doctor Blaxton. ¡Incluso puede sentarle bien!

Se giró sobre los talones y caminó hacia la puerta. Pero Jock se acercó rápidamente y puso una mano sobre su hombro.

– Espere un minuto.

– No voy a aguantar ninguna bronca suya, Jock Blaxton -declaró Tina, dándose la vuelta-. Ya ha hecho suficiente daño a esta pequeña. Fui idiota dejándola cerca de usted. Y ahora déjeme pasar.

Los ojos de Jock se oscurecieron y la mano que tocaba el hombro de Tina se hizo más pesada.

– No entiendo.

– No. Esa es su especialidad.

– Tina… -Jock se apresuró tras la muchacha, obligándola a que diera la vuelta y lo mirara.

Detrás de ellos, la enfermera se asomó por la ventana de recepción.

– Escuche, ¿le importaría contarme qué demonios está pasando aquí? -exigió él-. Descubro a mi personal cuidando de su hija ilegítima, hija de la que no nos habló al aceptar el trabajo, y ahora reacciona enfadándose como si fuéramos nosotros los que estamos equivocados. Usted siempre parece estar enfadada conmigo desde que nos conocimos. Y…