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—Ben, supón que este paciente muere. ¿Qué sucedería?

—¿Eh? —Caxton frunció el entrecejo—. Es una buena pregunta, una muy buena pregunta. Me alegro de que la hayas formulado; demuestra que te estás tomando interés en el trabajo. Ahora, si no hay más preguntas, la clase ha terminado.

—No bromees.

—Hum… Jill, he pasado noches en blanco, cuando debería estar soñando contigo, intentando responder a esa pregunta. Es una pregunta que tiene dos vertientes, una política y otra financiera… y éstas son las mejores respuestas a las que he llegado: si Smith muere, sus derechos legales sobre Marte desaparecen. Probablemente el grupo de pioneros que la Champion dejó atrás en Marte inicie una nueva demanda de propiedad… y es casi seguro que la Administración llegó a un acuerdo con ellos antes de que abandonasen la Tierra. La Champion es una nave de la Federación, pero es más que posible que el trato, si existe, deje todos los hilos en las manos de ese terrible defensor de los derechos humanos, el señor secretario general Douglas. Un trato así podría mantenerlo en el poder durante largo tiempo. Por otra parte, es posible también que no signifique nada en absoluto.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Tal vez la Resolución Larkin no pueda aplicarse en este caso. La Luna estaba deshabitada, pero Marte está habitado… por los marcianos. De momento, los marcianos son un cero legal. Pero el Tribunal Supremo puede echar un vistazo a la situación política, contemplarse su ombligo colectivo, y decidir que la ocupación humana no significa nada en un planeta habitado ya por nativos no humanos. Entonces los derechos sobre Marte, de existir, tendrían que respaldarse tratando directamente con los marcianos.

—Pero Ben, ése podría ser el caso de todas las formas. Esta idea de un hombre propietario de todo un planeta… ¡resulta fantástica!

—No utilices esa palabra con un abogado; no te entenderá. Atar mosquitos y engullir camellos son requisitos indispensables para obtener el título en cualquier facultad de Derecho. Además, existe un precedente. En el siglo XV el papa repartió todo el hemisferio occidental entre España y Portugal[2], y nadie prestó la menor atención al hecho de que aquellos territorios estaban ya ocupados por varios millones de indios con sus propias leyes, costumbres y derechos de propiedad. Su concesión, además, fue tremendamente efectiva. Echa en cualquier momento un vistazo a un mapa del hemisferio occidental y observa dónde se habla español y dónde portugués… y cuánta tierra les ha quedado a los indios.

—Sí, pero… Ben, no estamos en el siglo XV.

—Díselo a un abogado. Aún siguen citando a Blackwell, el Código de Napoleón o incluso las leyes de Justiniano. Mira, Jilclass="underline" si el Tribunal Supremo dictamina que la Resolución Larkin es aplicable, Smith se hallará en posición de otorgar o retirar concesiones sobre Marte que pueden valer millones, más probablemente miles de millones. Si entrega sus derechos territoriales a la Administración actual, entonces el secretario Douglas será el hombre que lo controle todo. Lo cual es precisamente lo que Douglas intenta conseguir. Ya has visto la transcripción.

—¿Por qué puede desear una persona ese tipo de poder, Ben?

—¿Por qué vuela la polilla hacia la luz? El impulso hacia el poder es menos lógico aún que el impulso sexual… y más fuerte. Pero te he dicho que la tuya era una pregunta con dos vertientes. Los activos financieros de Smith son casi tan importantes como su posición especial como rey y emperador nominal de Marte. Posiblemente más importante aún, puesto que una resolución del Tribunal Supremo podría arrebatarle sus derechos de propiedad sobre Marte, pero dudo de que haya nada en este mundo que pueda privarle de sus derechos de propiedad sobre el impulsor Lyle y un importante paquete de acciones de la Lunar Enterprises: los ocho testamentos son asunto del dominio público, y en los tres casos más importantes hereda con o sin testamento.

»¿Qué sucederá si muere? No lo sé. Surgirán mil pretendidos primos, por supuesto, pero la Fundación para la Ciencia lleva veinte años luchando con un montón de esos parásitos hambrientos de dinero. Parece posible que, si Smith muere sin haber hecho testamento, su enorme fortuna revierta al Estado.

—¿Al Estado? ¿Te refieres a la Federación o a Estados Unidos?

—Otra buena pregunta para la que no tengo respuesta. Sus padres naturales proceden de dos países distintos miembros de la Federación, y él nació fuera de los dos… y eso va a significar una diferencia crucial para algunas de las personas que tienen voto decisivo en esos paquetes de acciones y explotan bajo licencia esas patentes. No va a ser Smith; es incapaz de distinguir a un agente de bolsa de un cobrador de los transportes públicos. Será probablemente aquel que consiga agarrarle o colgarse de él. Mientras tanto, dudo de que la Lloyd's le suscribiera una póliza de seguro de vida; me parece un riesgo demasiado grande.

—¡Pobre niño! ¡Pobre, pobre criatura!

6

El restaurante en Hagerstown tenía «ambiente» además de buena comida, lo que significaba que disponía de mesas diseminadas no sólo en un prado que conducía hasta el borde de un pequeño lago, sino también en las ramas de tres enormes árboles. Por encima de todo el conjunto había un campo de fuerza que formaba un techo, para mantener la zona del comedor al aire libre en un perpetuo verano, aunque lloviera o nevara.

Jill quería comer en los árboles, pero Ben la ignoró y sobornó al maitre d'hótel para que les buscase una mesa cerca del agua en un lugar elegido por él; luego pidió que situaran en su mesa una estéreo portátil.

Jill se sintió mortificada.

—Ben, ¿para qué molestarse en venir aquí y pagar estos precios si no podemos comer en los árboles y además tenemos que soportar esa horrible caja de luz y ruidos?

—Paciencia, pequeña. Todas las mesas de arriba en los árboles tienen circuitos microfónicos; los necesitan para el servicio. Ésta no tiene ninguno, confío, ya que vi al camarero cogerla de un montón de reserva para traerla aquí. En cuanto al tanque, no sólo resulta antinorteamericano comer sin ver la estéreo, sino que puede servirnos para crear toda la interferencia necesaria en caso de que haya algún micrófono direccional apuntado hacia aquí…, suponiendo que los investigadores del señor Douglas hayan empezado ya a interesarse por nosotros, cosa que no dudo que han hecho.

—¿Crees de veras que nos están siguiendo, Ben? —Jill se estremeció—. No estoy hecha para una vida de crimen.

—¡Bah, te acostumbrarás pronto! Cuando estaba trabajando en los escándalos de sobornos de la General Synthetics, nunca dormía dos noches seguidas en el mismo sitio, y sólo me alimentaba de alimentos envasados que había comprado yo mismo. Al cabo de un tiempo te acostumbras a ello… estimula el metabolismo.

—Mi metabolismo no lo necesita, gracias. Todo lo que me hace falta es un paciente particular, viejo y rico.

—¿No vas a casarte conmigo, Jill?

—Después de que mi futuro esposo se vaya al otro mundo, sí. O quizá cuando sea tan rica que pueda permitirme el lujo de tenerte como animalito de compañía.

—Es la mejor oferta que he tenido en meses. ¿Qué te parece si empezáramos esta noche?

Después de que me quede viuda.

Durante los cócteles, el espectáculo musical —más los estridentes comerciales que habían estado martilleando sus tímpanos desde el tanque estéreo— se interrumpió de pronto. La cabeza y los hombros de un locutor llenaron el tanque; sonrió con sinceridad profesional y dijo:

—La NWNW, New World Networks, y el patrocinador de esta emisión, las Píldoras Maltusianas Chica Lista, se sienten honrados y privilegiados de ceder los siguientes minutos de este espacio a una emisión histórica del Gobierno de la Federación. Y recuerden: toda chica lista utiliza píldoras Chica Lista. Fáciles de llevar, agradables de tomar, garantizadas contra todo fallo y aprobadas para su venta sin receta por la Ley Pública 1.312. ¿Por qué correr el riesgo de emplear métodos anticuados, antiestéticos, perjudiciales e inseguros? ¿Por qué exponerse a perder su amor y respeto? Recuerden… —el simpático y lobuno anunciador lanzó una ojeada hacia un lado y apresuró el resto de la publicidad—: les ofrezco las píldoras Chica Lista, que a su vez les ofrecen la presencia del secretario general… ¡y del Hombre de Marte!

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2

Mediante el Tratado de Tordesillas. (N. del Rev.)