El leopardo levantó la cabeza y olfateó el aire. Podía oír el cuchicheo de voces, la sangre y el mal, y supo en ese momento que él era diez veces más peligroso que los dos de arriba, que era capaz de matar y que habían creado un monstruo, sin darse nunca cuenta de lo que soltaban con su odio y su crueldad.
Jake volvió a cambiar, cayendo desnudo al suelo, la espalda chillaba de dolor, lágrimas calientes le fluían por la cara, sollozando por ese pequeño chico que debía haber sido y nunca sería. Atemorizado de en lo que se había convertido y en lo que quizás sería. Se levantó y agarró el colchón, atravesándolo con los dedos, dejando finas lágrimas por las garras agudas como navajas.
Quince años
– Es bueno verte, Jake -dijo Jake Fenton y extendió la mano.
La sonrisa fue verdadera. Su bisabuelo estaba realmente feliz de verlo. Las mentiras tenían un olor distintivo que Jake había aprendido a reconocer. Jake Fenton mentía cuando sonreía a Cathy o Ryan, pero siempre buscaba al joven Jake y se sentó para conversar con él. A Jake verdaderamente le gustaba y de una manera que daba miedo. El anciano era la única persona amable con él, o que siempre parecía preocuparse. Y Jake olfateó la muerte en él. No quería preocuparse por Fenton, no se fiaba de la preocupación. No confiaba en nadie, pero no podía evitarlo. Le gustaba el anciano. Disfrutaba de de sus breves momentos juntos aunque siempre significara una paliza severa después de que se fuera.
Fenton frunció el entrecejo y giró la mano de Jake, examinando sus brazos antes de que Jake pudiera soltarse.
– ¿Qué demonios te ha sucedido? ¿Cómo has conseguido todas estas cicatrices, desde la última vez que te visité? Y no digas que eres torpe, Jake. No eres torpe. -Los ojos del anciano eran sagaces.
Jake miró alrededor para cerciorarse de que estaban solos. No debería haberse preocupado. Habría podido captar el olor de sus enemigos que hubieran estado cerca. Cathy despreciaba al anciano y Ryan nunca estaba cerca de él. Había un placer secreto en saber que su bisabuelo sólo venía a visitarlo a él. Fenton vivía en Texas y no le gustaba realmente Chicago, pero de vez en cuando hacía un viaje para ver a Jake.
Fue Fenton quien insistió en los mejores tutores y fue Fenton quien le habló abiertamente acerca de acciones y bonos. Insistió en que Jake aprendiera idiomas desde muy pequeño y hablaba en una variedad de idiomas extranjeros a Jake, explicándole que para hacer comercio en otros países, uno tenía que conocer las costumbres y los idiomas. Le habló de su tierra y cómo supo que había petróleo en ella, pero habían sido incapaces de encontrarlo. Cathy y Ryan se burlaron de él, llamándolo la Locura de Fenton, pero Jake adoraba oír el entusiasmo en la voz del anciano cuando hablaba de encontrar el inmenso recurso algún día. Fenton no estaba tan interesado en el dinero como lo estaba realmente en la emoción de encontrar nuevas reservas. Y eso le decía a Jake que Cathy y Ryan estaban equivocados acerca del anciano -él no había tirado su dinero, tenía tanto que no necesitaba más.
– ¿Jake, las cicatrices? ¿Es ese hijo de puta sin valor de Ryan? ¿O mi nieta? Ella tiene un rayo de crueldad. Nunca creí esa niñera te golpeara. No puedo imaginarme a Cathy no sabiendo todo lo que pasa en su casa.
– Olvídalo, abuelo -Jake dijo calladamente, su mirada encontrando la de Fenton-. Me las arreglo.
El anciano sacudió la cabeza y se dejó caer en una silla, echando una mirada alrededor de la biblioteca, su mirada vagando de libro en libro. Jake ya había aprendido el valor del silencio y esperó mientras Fenton tomaba obviamente una decisión. Cuándo levantó la mirada hacia Jake, mostró cada uno de sus ochenta y siete años.
– ¿Has oído a alguien hablar de las gente leopardo?
El corazón de Jake saltó, y no contestó en seguida, atemorizado de una trampa. Podía oler mentiras y se le ocurrió que su bisabuelo quizás también podía.
– Cuéntame.
– Nunca debes revelar nada de lo que estoy a punto de decirte. A nadie. Especialmente no a tus padres ni a los Trents.
Jake se quedó sin respiración, el corazón le latía fuertemente. Esto era. Este era el momento de aprender, de llegar a ser más poderoso.
– Lo prometo.
Fenton se inclinó hacia delante y bajó la voz.
– La gente leopardo no son un mito más que el petróleo en mi propiedad lo es. Sé que el petróleo está allí aunque yo no lo pueda encontrar así como sé que hay cambiaformas en nuestra línea de sangre aunque yo no pueda cambiar. He encontrado a un cambiaformas verdadero una vez. Son una especie separada, no completamente humano más no completamente animal tampoco. Son ambos.
Jake se humedeció los labios. ¿Sabía el anciano sobre él? ¿Sospechaba? ¿Estaba intentando engañarlo? Jake apretó los labios para guardar silencio, pero el corazón se le aceleró mientras su bisabuelo le miraba agudamente.
– Hay unos pocos cambiaformas en la selva tropical de Borneo, hombres y mujeres que viven con honor, que mantiene las viejas maneras. Encuéntralos, Jake, aprende de ellos. Ellos son fieles a su naturaleza, no corruptos, ni seres retorcidos como nuestra línea de sangre produce. -Suspiró pesadamente-. Es culpa de mi abuelo. Raptó a una mujer de la selva y la forzó a casarse con él. En aquella época, las mujeres no tenían muchos derechos y nadie la ayudó. Él había descubierto el secreto y supo que con los rasgos de la especie, podríamos ganar riqueza y poder. Y lo deseaba. Fue ambicioso y lo deseó. -Dejó caer la cabeza, pasándose la mano por la cara-. Nuestra línea de sangre lleva el paradigma de la crueldad. Tú no quieres vivir como ellos. Debes tener cuidado de permanecer decente. Los genes son fuertes en ti y con ellos viene la responsabilidad.
Jake sentía su vientre anudarse apretadamente en protesta.
– Tengo que ser lo que sea para huir de ellos.
Fenton suspiró y se recostó en su silla.
– ¿Has estudiado alguna vez la reproducción? La cría de algo, ganado, perros, lo que sea. Puedes criar rasgos buenos o malos en una línea. Tienes que tener cuidado, vigilar lo que puedes hacer o acabas con sangre muy mala. Los leopardos son criaturas astutas. Cazas a un leopardo en tierra virgen y serán uno de los pocos depredadores que rodearán para acechar y matar a su cazador. Pueden ser crueles, violentos y malhumorados. Pero también son astutos, agudos, e inteligentes. Estúdialos, Jake, y entonces tendrás una idea de lo que plantea la genética de los cambiaformas con cualquiera de nosotros. No tenemos que cambiar para sentir los efectos.
– ¿Realmente no puedes cambiar? -preguntó Jake. Mantuvo los ojos caídos, la cara inmóvil, atemorizado de mostrar su entusiasmo-. Sé que has dicho que no puedes, pero sabes tanto.
El anciano negó con la cabeza.
– Realmente no puedo. El leopardo está ahí dentro de mí. Lo alcanzo, pero cambiar me elude. Viajé a la salva tropical cuando encontré los diarios de mi abuelo guardados y encontré a algunas de las personas. No son como nosotros. Somos abominaciones en comparación. Cathy, mi propia nieta, es una enferma, un ser retorcido, enormemente cruel, y sé que soy responsable. Me casé con una mujer para llevar más allá la línea de sangre. No hagas eso. No continúes este experimento. Es peligroso y las personas que creamos son peligrosas.
– Como yo -dijo Jake calladamente.
Fenton le miró fijamente en él.
– Tú sabes cómo son detrás de las puertas cerradas, pero me dejaste aquí con ellos -acusó Jake, expresando la razón por la que no se fiaba del anciano-. Ellos habrían permitido que me fuera.
– Nunca. Habrían luchado para mantenerte porque tienen que presentar una cierta imagen al mundo exterior.