Emma se agarró a su cuello cruelmente, las lágrimas cayéndole por la cara. Quería vomitar, la bilis le subía. Estaba tan apenada que tenía que luchar con su cuerpo para que se mantuviera y no cambiara de nuevo a su forma humana. El hombre luchó, golpeando los costados del leopardo con su fusil, tratando de sortearlo para disparar. Justo cuando estaba segura de que no podría sostenerle un momento más, Jake vino corriendo hacia ellos.
Él estuvo sobre el hombre en segundos, y Emma retrocedió, agotada, enferma, repugnada y horrorizada a la vez. Se tambaleó, cayó y comenzó a arrastrarse, llevando el cuerpo del leopardo por el barro lejos de la escena mortal. No quería ver ni oír más asesinatos. Una vez lejos de la terrible lucha cambió, sollozando, agachándose para liberar a su estómago de todo su contenido en protesta por las actividades de esta noche.
Todavía podía saborear la sangre en la boca y estaba desesperada por deshacerse de ella. Levantó el rostro hacia el cielo, permitiendo que la lluvia se vertiera sobre ella, deseando que la limpiara. No estaba arrepentida pero odiaba haber tenido que hacer una elección de vida-o-muerte sobre otro ser humano. Intentó restregarse la sangre del cuerpo, tiritando continuamente, aunque no sabía si era por el frío o por la profunda repulsión.
– Emma. -Jake pronunció su nombre suavemente.
Giró la cara hacia él. Tenía el aspecto de un guerrero, con los brillantes ojos y las gotas de sangre cubriéndolo, junto con profundos rasguños, pero parecía haber salido ileso de la batalla.
– ¿Dónde está nuestro hijo?
Ella podía ver el miedo en sus ojos. Las manos le temblaban mientras la buscaba. Ella señaló hacia la cuesta cubierta de hierba donde había ocultado a Kyle. Él la tomó de la mano y corrió, imponiendo un ritmo rápido. En su agotamiento, Emma apenas podía mantenerle el ritmo, tropezando sobre el suelo irregular hasta que él le pasó el brazo alrededor de la cintura y casi la levantó de sus pies, llevándola los últimos metros de terreno fangoso antes de detenerse, mirando fijamente al pequeño montón. Su pecho subía y bajaba, la respiración estallaba saliendo de sus pulmones y se dejó caer de rodillas.
– ¡Kyle! -Jake se abrió paso a través del camuflaje con que lo había cubierto Emma. Arrastró al pequeñín hacia sí, recorriéndolo con las manos, limpiando las lágrimas de la cara del chico, inconsciente de las suyas mientras comprobaba por sí mismo que Kyle estaba vivo-. Tienes magulladuras por todas partes. Esto no tenía que haber pasado nunca. Lo siento, Kyle. Debería… -Sacudió la cabeza y apretó al chico contra su pecho, sosteniéndolo contra su corazón-. Ahora estás a salvo, hijo.
Besó a Kyle en la coronilla y pasó la barbilla por el espeso pelo, murmurando tonterías tranquilizadoras, casi sin poder creer que tenía a su hijo a salvo en sus brazos.
Kyle alzó sus brazos rodeando el cuello de su padre y enterró la cara contra su garganta. Jake se estiró y arrastró a Emma también a sus brazos, y todos se arrodillaron en el césped y se adhirieron uno al otro, llorando. Fue Emma la que al fin levantó la cabeza y trató de ser práctica.
– Tenemos que sacar a Kyle de la tormenta, Jake. ¿Cómo vamos a ir a casa?
Jake frotó la cara sobre el pelo de Kyle una vez más, inhalándolo, sólo agradeciendo que estuviera vivo. Suspiró e hizo que su mente se centrara en el plan ya establecido.
– Escondimos ropa en varios sitios. Conner está reuniendo alguna para nosotros mientras Joshua vuelve corriendo a la hacienda para traer un camión. Estará aquí tan pronto como pueda para llevarnos a casa.
– Los peones estarán nerviosos -dijo Emma, ansiosa por la seguridad de Joshua-. Si avistan un leopardo le dispararán.
– Nadie avistará a Joshua -le aseguró Jake-. No a menos que quiera ser visto.
– ¿Qué vamos a decirle a la policía? -Emma no tenía que preguntar qué le había pasado a sus enemigos o Trent-. Son personas poderosas. No pueden simplemente desaparecer.
– Leopardos atacaron a los caballos. Deben de haber venido de un coleccionista privado o de una hacienda que ilegalmente cría animales salvajes para cazadores y de alguna forma se escaparon. La tormenta los debe haber vuelto un poco locos.
– Leí que esas cosas pueden suceder, que los animales salvajes se ven muy afectados por tormentas -acordó Emma-. Y ciertamente todos conocen esos horribles programas de crías.
Jake asintió.
– Nos ponemos nerviosos. -Hizo una pequeña mueca-. Y de un humor cambiante. Tú y Drake corristeis para salvar a los caballos, junto con los abuelos y nuestro buen amigo Trent, que nos visitaba en aquel momento junto con su guardaespaldas. Los leopardos te atacaron a ti y a Drake. Las heridas de Drake fueron tan severas que llamamos a nuestro piloto en medio de una terrible tormenta.
– Lo cual tuvimos que hacer -dijo Emma-. Eso puede ser probado y nuestras heridas son consecuencia de un ataque de leopardo. ¿Crees que Drake estará bien?
– Tenía a un cirujano ortopédico preparado ya para revisar su pierna. Encontré uno que tiene una historia con la especie de los leopardos. Cree que puede fijar la pierna de Drake para que pueda cambiar otra vez. La herida forzó a adelantar la operación, y quizás la complicó, pero por lo menos ya teníamos al médico correcto. Winston estuvo viéndolo en el hospital. Le pagué suficiente dinero para que continuara su investigación durante un tiempo, para asegurarme que cuidaría muy bien de Drake. La cantidad de dinero que un éxito con Drake generará será más que estímulo suficiente para asegurarse de que no sólo Drake viva, sino que su pierna estará al cien por cien.
Emma cerró los ojos brevemente por el alivio.
– He estado tan preocupada por él que incluso me daba miedo pensar en él.
– El resto de la historia será que Kyle fue atacado en nuestra ausencia y los abuelos, junto con Trent y el guardaespaldas, cazaron a los leopardos. Kyle tiene heridas de magulladuras y dientes, así como los talones pelados por haberlo arrastrado. -Jake meció a Kyle suavemente, tranquilizándose más a sí mismo que al chico, queriendo sostener a su hijo para siempre, no dejarle apartarse de su vista nunca. El suave lloriqueo del chico había parado y parecía haberse dormido, agotado por la dura prueba-. Cuando llegamos los leopardos los habían destrozado y matado y disparamos a los leopardos. Quemamos los cadáveres de los leopardos, por supuesto. Todas las heridas serán consecuentes con ataques de leopardo.
– Honestamente ¿crees que se lo van a tragar?
– ¿Qué otra cosa podría haber sucedido? Tenemos heridas y caballos muertos. Tenemos a Drake operándose y tú y Kyle estáis vivos con heridas muy evidentes, y cuatro cadáveres humanos, tres asesinados juntos y uno alejado por sí mismo, arrastrado de un árbol por un leopardo por detrás, todos con heridas coherentes con un ataque de leopardo. Lo creerán. No estarán contentos de que hayamos quemado los cadáveres de los leopardos, pero serán muy comprensivos con un hombre que acaba de perder a sus padres. Cada obrero de la hacienda apoyará la historia porque ya la creen.
– Sólo quiero volver a casa, Jake -dijo Emma-. Estoy agotada y todavía trastornada, y quiero ver a Andraya. Debemos llamar al padre de Susan y ella también necesitará que se la tranquilice.
Él extendió la mano rodeando a su hijo y le enmarcó la cara.
– Lo siento, Emma. Nunca debería haberte envuelto en esto.
Ella giró la cara para que frotar su mejilla contra la palma y le pasó los labios sobre la almohadilla del pulgar.
– También es mi hijo. Tú eres mío. No voy a permitir que alguien os aparte a cualquiera de vosotros de mí. Y esa fue mi elección, Jake.
Su corazón se contrajo mientras se inclinaba para besarla y la arrastró contra él, justo al lado de Kyle. Todavía no lo podía decir en voz alta porque tenía miedo de que algo pudiera alejarlos de él una vez que reconociera realmente la emoción, pero sabía lo que era el amor, y estaba en sus brazos, viviendo y respirando, cobijado cerca de su corazón.