—Ritu, ¿qué tiene todo esto que ver con Beta?
Sinceramente, no veía ninguna relación. El infame sidcuestrador hizo su fortuna ofreciendo copias baratas de personalidades ansiadas (y registradas) como Gineen Wammaker. Ritu Maharal tenía sus propios atractivos, tan únicos como los de la maestra. Pero ¿quién pagaría por copias pirata de una administradora de Hornos Universales? ¿Qué beneficios podía ver Beta en ello?
Ritu ignoró mi interrupción.
—¡La gente cree que la oruga cambia y se convierte en mariposa, pero no es así! ¡Después de tejer una crisálida a su alrededor, la oruga se disuelve! Toda la criatura se derrite en una sopa nutriente, sirviendo sólo para dar de comer a un embrión diminuto que se alimenta y crece para convenirse en otra cosa. ¡Algo completamente diferente!
Miré hacia atrás, nervioso, midiendo la distancia que nos separaba de los pasos de marcha.
—Ritu, no entiendo lo que…
—Oruga y mariposa comparten un linaje de cromosomas, Albert. Pero sus-genomas son separados, coexisten en paralelo. Se necesitan mutuamente de la misma forma que un hombre necesita a una mujer… para reproducirse. Aparte de eso…
Ritu dejó de andar porque yo me había parado, súbitamente, incapaz de moverme mientas miraba sin parpadear. Su revelación estalló en mi cerebro por fin, como una bomba.
No me interpretes mal. Normalmente me tomo con calma las ideas nuevas. De hecho, siempre he intentado ser escéptico, sobre todo cuando voy por allí en carnerreal. Soy un archipragmático, podríamos decir. Pero en ese momento sus palabras y lo que implicaban me dolieron tanto que quise apartarlas desesperadamente, y toda comprensión con ellas.
—Ritu, no puedes estar diciendo…
—Que son criaturas emparejadas. Oruga y mariposa se necesitan mutuamente, sin embargo no tienen en común ningún deseo ni valor.
Ni amor.
Escuché el segundo contingente de guerreros-golem llegar por detras, aún más intimidatorios ahora que comprendía algo de su naturaleza interna. Sin embargo, no podía moverme sin hacer una pregunta más. Miré a Ritu a los ojos. En la oscuridad, todo era gris.
¿Cuál eres tú? —pregunté.
Ella se echó a reír, un sonido amargo que rebotó bruscamente en las paredes del túnel.
—iOh, yo soy la mariposa, Albert! ¿No lo notas? Yo soy la que vuela a la luz, reproduciéndose en alegre y bendita ignorancia.
»Es decir, solía serlo. Hasta el mes pasado, cuando empecé a comprender lo que pasaba.
Sentí la boca seca mientras la seguía.
¿Y Beta?
La tensión se notó en su risa breve, como un ladrido. Ritu volvió la cabeza hacia el sonido de los pasos.
—¿Él? Oh, Beta trabaja duro, eso se lo reconozco. Es el que tiene ansias. Ambiciones. Apetitos voraces.
»Y una cosa más —añadió—. El recuerda.
50
A través de un simulacro, sombríamente
Debería sentirme honrado. Esto es realmente material propio de genios.
Está claro en la Onda Establecida amplificada de la que ahora formo parte, llenando un espacio mucho más grande que las oleadas limitadas por el cuerpo que se contienen dentro de un golem típico. Pulsa y late con energía que nunca antes imaginé.
Yosil Maharal debe de haber sabido que estaba a punto de conseguir un logro histórico, a la vez hermoso y terrible. Y ese terror le pasó factura: la cobardía solipsista del síndrome Smersh-Foxleitner. La verdad desnuda se enfrentó a la asombrosa revelación de una oportunidad sin igual para cambiar el mundo, y ese conflicto acabó por hundirlo en la locura.
Una locura que su fantasma manifiesta a borbotones, farfullando mientras sube a la máquina estiradora de almas, preparándome a mi/ nosotros para mi/nuestro papel asignado como onda portadora, un vehículo afinado para transportar el alma-Yosil a la grandiosidad olímpica…
Mientras ecos de fuego lejano llegan desde algún pasadizo subterráneo, acercándose más a cada minuto que pasa.
—Sabes, Morris, es horrible el modo en que la gente no da ninguna importancia a los milagros. La gente del siglo XX se adaptó a una vida más acelerada gracias a los aviones y los coches. Nuestros abuelos podían conseguir cualquier libro por Internes. Nosotros nos acostumbramos a vivir en paralelo, a la conveniencia de estar en varios lugares a la vez. Durante dos generaciones apenas hemos arañado la golemtecnología, haciendo mejoras menores, sin impulsarnos más allá de la visión limitada por lo físico de los muñecos de barro de Eneas Kaolin.
» ¡Qué banalidad! La gente recibió un regalo espléndido y luego careció de voluntad o de visión para explotarlo plenamente.
Ah, sí, el desprecio por las masas, uno de los más encantadores síntomas del Smersh-Foxleitner. Pero es mejor no contestar. Él cree que ya estoy sumergido en la gigantesca y amplificada onda del rayo andzier, el campo espiritual aumentado que diseñó para utilizar el perfecto talento duplicador de Albert Morris, mientras borraba la conciencia del ego que hacía a Albert tan especial para sí mismo.
Algo ha salido mal en su plan. Debe de ser así, puesto que sigo aquí. Reducido, comprimido, rebanado y luego espejo multiplicado diez mil veces… De hecho, ¡parece que hay más yoes que nunca! Acariciado e impulsado por corrientes eléctricas. Vibrando en una docena de dimensiones y sensible a incontables cosas que nunca había advertido, cono una miríada de copos de mica cristalina flotando como brillantes diatomeas dentro de un océano de piedra.
Es un océano de magma que fluyó hace eones. Las montañas son olas. Siento que ésta aún se mueve, más despacio ahora, después de haberse enfriado y congelado. Pero en todas partes, todavía en movimiento.
Incluso puedo empezar a estirar mis percepciones más allá de esta montaña, extendiéndola hacia chispas poliespectrales que parecen titilar en la distancia, más allá de un claro reconocimiento, como tentáculos de delicado humo… o como luciérnagas que tiemblan con mi contacto…
Las metáforas me fallan. ¿Estoy sintiendo a otra gente? ¿Otras almas más allá de este laboratorio subterráneo?
Es una sensación austera y aterradora. Un recordatorio de algo que todos reprimimos casi siempre, porque duele demasiado.
La soledad absoluta de la individualidad.
La extrañeza esencial de los otros.
Y del universo mismo.
—El verdadero impulsor es el placer —continúa idYosil mientras manipula los instrumentos hacia la sincronización perfecta—. Fíjate en la industria del entretenimiento en los días de un solo cuerpo. La gente quería ver lo que quería, cuando quería. Exigió la existencia de la cinta de vídeo analógica, tres décadas antes de que la tecnología digital estuviera preparada para hacer bien el trabajo. Una solución improvisada y ridícula, cabezas magnéticas y burdas piezas giratorias, y sin embargo los aparatos de vídeo se vendieron por millones pata que la gente pudiera copiar y reproducir lo que se le antojaba.
»¿No se parece a la idemización de nuestro tiempo, Morris? Una industria torpe y retorcida que vende cientos de millones de rebuscados aparatos análogos de barro por todo el mundo, cada día. ¡La complejidad! !Los recursos y el flujo de dinero! Sin embargo la gente paga, alegremente, porque le permite estar donde quiere siempre que lo desea. »Una industria fabulosa y extravagante, y mi buen amigo Eneas Kaolin piensa que continuará eternamente.