»Pero acabará pronto, ¿verdad, Morris? Porque los logros cruciales están preparados por fin. Igual que lo digital acabó por superar la grabación analógica. Como los aviones superaron el caballo. Después de lo que hemos hecho esta noche, las cosas nunca serán iguales.
El péndulo oscila, atravesando rítmicamente mi/nuestra Onda Establecida amplificada, arrancando complejas armonías con cada movimiento. Pronto, idYosil subirá a bordo y su espectral personalidad empezará a tomar todo el poder acumulado, a domarlo, a prepararlo para cabalgar el rayo andzier hacia la divinidad.
Si eso fuera todo lo que está en juego, casi me alegraría de ayudar. Soy sacrificable: un golem lo sabe. Y por mucho queme disguste el fantasma de Maharal por su frío desdén, el asombro científico de este experimento podría hacer que mi sacrificio casi fuera razonable. En cierto modo sé que tiene razón. La humanidad ha estado perdiendo el tiempo, inmersa en una orgía de egoísmo, malgastando muchos recursos en tontas satisfacciones personales que nada valen.
Hay algo mucho más grande esperándonos. Lo sé, lo siento ahora con creciente certeza mientras la amplificación andzier aumenta. Maharal, no importa lo retorcida que sea su enfermedad, tuvo la visión de saberlo. Y la brillantez de buscar una puerta oculta.
Sí, cometió algún error. Mi ego no ha desaparecido como planeaba. En vez de dejar sólo un molde copiador perfecto detrás, un sano substrato raíz para que se agarre su alma enferma, mi sentido del yo parece crecer y expandirse a cada minuto que pasa, de maneras que ya no parecen dolorosas sino más parecidas a una voluptuosa bendición.
Y por primera vez se me ocurre… puede que esto no sea malo. De hecho…
De hecho, estoy empezando a preguntarme. ¿Quién está en mejor posición para explotar este magnífico andzie cuando finalmente consiga el poder pleno? ¿Su inventor? ¿El que comprende la teoría?
¿O el que habita dentro de la siempre creciente Onda Establecida? ¿El que la hace posible en virtud de su talento duplicador bruto? ¿El que, pudiéramos decir, nació para ello?
Eh, la comprensión teórica está sobrevalorada. De todas formas, mientras nosotros/yo nos amplificamos, crecemos y nos extendemos, empiezo a sentir el conocimiento de Maharal, corno la brisa de un tarjetero, todas las tarjetas a mano, lo bastante cerca para acceder…
¿Quién dice que él debería ser el jinete y yo la montura?
¿Por qué no al revés?
51
Caído del cielo
Es difícil moverse cuando la mitad de ti se ha caído en pedazos o está rota.
Aplastado y quemado, encogido y disminuido, sólo tenía funcionamiento parcial en una pierna para incorporarme agarrándome al fuselaje de la aeromoto. Me apoyé ala cabina y traté de manejar los botones que podía alcanzar. Estaba buscando la radio para transmitir una llamada de alerta general, pero tras unos pitiditos y destellos positivos, ¡disparé el piloto automático!
—Procedimiento de huida de emergencia activado— anunció una voz, lo suficientemente fuerte para que pudiera oírla a través de mis oídos quemados y arrasados. Mi torso se estremeció cuando el motor entró de nuevo en ignición—. Cerrando cabina. Prepárese para elevarse.
Yo estaba aún aturdido y magullado por el viaje de pesadilla que me había traído hasta allí, así que tardé un par de segundos en advertirlo… o en darme cuenta de que la burbuja de cristal caía. Conseguí apartar la cabeza a tiempo, pero no el brazo izquierdo, que quedó atrapado en ese momento de indecisión.
¡Maldición! Estaba acostumbrado al dolor a esas alturas, pero la sensación de aplastamiento fue horrible, pues el dosel transparente trató de cerrarse. Por algún motivo no advirtió que mi brazo estaba en medio. ¿Un fallo? ¿O programó Beta la unidad para no preocuparse por triviales miembros de barro cuando una escapada estaba en juego? Todo lo que pude hacer, mientras los chorros de ascenso lanzaban tierra al aire, fue enviar órdenes para que mi mano izquierda atrapada siguiera pulsando botones, con la esperanza de desconectar el aparato.
¡ En cambio, mis esfuerzos pusieron histérica a la Harley! Se agitó y encabritó, y con cada sacudida rasgaba dolorosamente mi brazo mientras la burbuja de cristal trataba de cerrarse. ¿Por qué no podía la máquina idiota detectar que no había nadie a bordo? Tal vez también servía a Beta como correo sin piloto, para transportar objetos pequeños, como cabezas cortadas.
La poca sensación que tenía en mi pierna izquierda advirtió la temblorosa partida del suelo. ¡Estaba volando otra vez!
Más botones e interruptores cayeron ante mi mano atrapada, que siguió agitándose mucho después de lo que habría hecho un brazo orgánico con los nervios y la circulación cortada. Todo lo que la versión de barro necesitaba era alguna conexión residual para que yo ordenara una demostración de todo su elan restante. El miembro se agitaba salvajemente, buscando cosas de las que tirar y que retorcer, hasta que la firme presión de la guillotina de la burbuja finalmente lo cortara.
El peso de mi cuerpo hizo el resto. Miré hacia abajo…
…a unos quince o veinte metros, casi justo encima del tejado de la cabaña de Maharal.
Retorciéndome frenéticamente durante la caída, conseguí golpear las tejas de uralita primero con mi inútil pierna derecha.
¿Has tenido alguna vez la sensación de ver la vida a través del extremo equivocado de un telescopio? Desde el momento del impacto todo pareció suceder en una Intima de sentidos aturdidos: el ruido y la fuerza trepidante eran cosas lejanas, que le sucedían a otro. Incluso el tiempo pareció suavizarse mientras otra de aquellas extrañas oleadas de otredad me abrumó. Habría jurado que la matéria de aquel tejado comido por las termitas se disolvió mientras yo lo atravesaba, flotando hacia el suelo entre nubes algodonosas de astillas, polvo, insectos y otros escombros.
Al aterrizar de espaldas, sentí un horrible golpe. Pero otros sentidos estuvieron en desacuerdo. Al tocarlo, fue como rozarla tensión superficial de una burbuja de jabón que apenas se estremecía. Una ilusión, naturalmente, pues noté que se habían desprendido más trozos de mí.
En el suelo por fin, vi un círculo irregular de cielo, rodeado de vigas aún mohosas. Pronto el polvillo se aclaró lo suficiente para que pudiera ver la pobre aeromoto de Beta casi directamente encima, más brillante pero más frenética que las estrellas. Entre llamaradas extravagantes, la máquina dañada luchaba por enderezarse, y luego giró trabajosamente para marcharse. Hacia el oeste, advertí al captar un atisbo de Sagitario, y por la orientación de las paredes de la cabaña. Una buena elección, si intentas conseguir ayuda…o ser destruida.
Hablando de destrucción, vi pocas opciones aparte del final de aquella rama concreta del árbol múltiple de la vida de Albert Morris. El cansancio ni siquiera empezaba a describir cómo me sentía. Lo poco de mí que podía sentir ya.
Ya no había ninguna «urgencia salmón». Sólo el canto de sirena de la consumición… la llamada del contenedor de reciclado, instándome a que me reuniera en el gran círculo de barro, en la confiada esperanza de que mi sustancia física encontrara un uso mejor, en un ídem más afortunado.
«Pero no uno que haya visto o hecho más con su vida», pensé, consolándome. Habían sido interesantes aquellos últimos días. Tenía unas cuantas cosas que lamentar.
«Excepto que Clara nunca oirá toda la historia.»
Sí. Era una lástima, reconocí.
«Y ahora los malos ganarán.»
¡Oh, tío! ¿Por qué esa acuciante voz interior tuvo que decir eso?