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Ese nuevo agujero era aún más fétido y estrecho que el primero.

Pero constituía una pequeña oportunidad y lo seguí sin vacilación, agarrando a Ritu por el brazo y tirando de ella.

Ritu no se quejó, envuelta de nuevo en su manta de pasiva resignación. No es extraño que se dejara manipular por un producto de su imaginación, pensé… aunque admito que fue una observación fuera de lugar. Qué extraño que su parte más fuerte y agresiva esté reprimida, sólo para ser liberada a través de la idemización. Debe de haber tenido una infancia extraña.

Avanzar era difícil. El túnel era mucho más irregular y tan bajo que teníamos que encogernos gran parte del tiempo. Se habían esforzado menos en alisar el suelo, como si el constructor no hubiera previsto necesitar mucho este pasadizo. Las globoluces eran más escasas y la mayoría parecían haber sido alcanzadas por los disparos en la lucha reciente. Por todas partes yacían fragmentos de guardianes robóticos, mezclados con charcos de golems recientemente disueltos. Los subrogados de barro y silicio habían librado una breve y amarga batalla en aquel estrecho paso.

¿Había habido supervivientes? Más importante, ¿estaban aún programados para evitar dañar a seres hechos de carne? ¿O esas cuestiones legales ya no importaban?

Perdí el sentido del tiempo y el espacio (mi implante no funcionaba allí abajo, naturalmente). Con todo, una sensación de esperanza fue creciendo mientras Ritu y yo corríamos. Debíamos de estar acercándonos de nuevo a la base, a la parte que Yosil había pasado tantos añosgolem intentando alcanzar. Una vez dentro, no perdería tiempo y haría esa llamada telefónica…

De repente, tropecé con algo resbaladizo en las sombras. Un cuerpo gimió e intentó agarrarme con sus enormes brazos, pero conseguí apartarme. Y el golem de batalla tendido no podía perseguirme porque le habían volado tres cuartas partes del cuerpo.

Esa era la buena noticia.

La mala noticia: ahora Ritu y yo estábamos en extremos opuestos del guerrero-muñeco lisiado, que volvió lo que le quedaba de la humeante cabeza para mirarnos antes de preguntar:

—¿Haciendo un último intento, Morrissss?

La voz rasposa y gimoteante era bastante inteligible para ser de alguien a quien le quedaba media cara. La mayoría de los ídems se desintegrarían después de sufrir unas heridas semejantes, con su Onda Establecida deshaciéndose como algodón de caramelo en una tormenta. Pero los modelos gladiatoriales son fuertes.

—No querrás ir por ahí —la cabeza señaló en la dirección a la que yo me encaminaba.

—¿Por qué no? —pregunté—. ¿Eran demasiado fuertes las defen_ sas, Beta? ¿No pudiste abrirte paso?

La figura fracturada se encogió de hombros.

—No, lo conseguirnos. Pero Yossil ya lo había capturado. Lo tiene en su laboratorio. Me estremezco al pensar lo que piensa hacer con.

—¡Eh! ¿De qué estás hablando? ¡Maharal está muerto! Una risa seca.

—¿Eso crees?

Escupí para deshacerme de un sabor espantoso.

—El forense de la policía fue concienzudo. Yosil Maharal murió en accidente de coche. Y a estas alturas cualquier fantasma ya…

—Cualquier fantasma estaría todavía dando guerra, Morris. Pero Alfa nunca te contó eso, ¿verdad?

Alfa. El apodo de Beta para Ritu, naturalmente. A la tenue luz, la cara de ella tenía un aspecto demacrado, asqueado por la figura caída, por sus heridas y su actitud impertinente, pero sobre todo por el Efecto Espejo: el disgusto de ver un reflejo de ti mismo que desprecias. Ella lo encajaba mal.

—¿De qué está hablando? —exigí saber. Pero Ritu se limitó a retroceder dos pasos y negar con la cabeza.

El golem destrozado se echó a reír.

—¡Vamos, díselo! Háblale a Morris del Proyecto Zoroastro y su ataque múltiple al status quo. Como el nuevo método para recargar ídems, para que duren semanas o incluso meses… —Pero eso haría…

—O la investigación para hacer mejores imprintaciones de un ídem a otro. Esa es la parte en la que estoy interesado profesionalmente, desde luego, para hacer que la piratería compense de verdad. Necesitaba detalles que Ritu nunca aprendió en su trabajo diario, allá en la cúpula de dirección de HU, y por algún motivo oculto ella se negaba a bajar a Investigación y Desarrollo, no importa lo duro que yo pinchara.

Así que elaboré a cambio un bonito plan de espionaje… que te utilizaba a ti, Morris.

»Sólo que debió de volverse en mi contra, supongo. Parece que al final molesté a alguien poderoso. Alguien con los recursos para localizarme y…

—Poderoso. ¿Te refieres a Kaolin? Se encogió de hombros.

¿Quién si no? Ya estaba molesto cuando Yosil desapareció, llevándose todos sus archivos y prototipos. Tal vez Eneas decidió que era hora de limpiar la casa, de purgar el Proyecto Zoroastro… y deshacerse de todos sus enemigos a la vez.

»Pero tus suposiciones son tan buenas como las mías. ¡Ésta es la primera en semanas! n lo que se refiere a acontecimientos recientes, lo único que sé es lo que Ritu ha visto y oído. Si tuviera tiempo, emplazaría sentidotes. Verificar lo que creo que asustó a Eneas. Tal vez planear alguna venganza.

»Pero ahora…

Los temblores sacudieron al golem restante. La piel de barro que una vez pareció casi tan magnífica como la de verdad ahora se resquebrajó, imitando rápidamente el ocaso de la edad. Con esfuerzo, idBeta gruñó unas cuantas palabras más.

—Ahora… hay un… asunto… mucho más delicado… que solventar. Sacudí la cabeza.

—Quieres decir que el fantasma de Yosil está intentando hacer algo…

—¡Que hay que detener! —El soldado de barro usó su brazo bueno para intentar coger a Ritu—. Vamos… Dile a Morris… de qué se trata. Cuéntale lo que… papá intenta hacer.

» ¡Díselo!

Una expresión salvaje inundó los ojos de Rito. Dio dos pasos más hacia el camino por donde habíamos venido, de vuelta a meseta Urraca y el santuario oculto de Yosil Maharal. Sólo pude distinguir el blanco de sus ojos cuando la llamé.

—¡Espera! Beta está intentando asustarnos… para que vuelvas con los demás. ¡Pero éste es inofensivo, mira! —Golpeé con el pie y el brazo salió volando, rompiéndose al chocar contra el suelo—. Ven por aquí —urgí, extendiendo la mano para ayudarla a pasar por encima del agonizante muñeco bélico—. Podemos escapar…

—¡Escapar! —El putrefacto ídem de Beta había quedado reducido a la mitad de una cara corroída y parte de un torso, aunque tenía suficiente fuerza de voluntad para emitir una risa gutural—. ¡Ve al final de… essste túnel… Morrisssss… y verássss tu esscapada!

La risotada final del golem fue la gota que colmó el vaso para Ritu. Con un gemido de temor y autorrechazo, se dio media vuelta y corrió se por donde habíamos venido, hacia el túnel principal. Ninguno de mis gritos sirvió de nada.

No se puede razonar con el pánico ciego. No es que se lo reproche. Pronto, como era predecible, oí el grito de desesperación de Ritu cuando se topó de frente con nuestros perseguidores. Más Betas, no más agradables que la versión que tenía a mis pies. Sólo que éstos estarían intactos.

Ahora no podía ayudarla. Mi única posibilidad era darme media vuelta y huir mientras el Beta más cercano se licuaba por fin. Su risotada final me persiguió, empujándome a correr como había hecho con Ritu, después de que sus últimos ecos audibles se desvanecieran.

Observé que allí debía de haber tenido lugar una auténtica batalla. Las máquinas preparadas por Yosil Maharal lucharon denodadamente contra los automátas de barro que contenían un aspecto de la personalidad multifacetada de su hija. ¡El tesoro que perseguían debía de ser importante! Apresurándome, oí un lejano rumor de pasos persiguiéndome, acercándose desde atrás.