No quería infectar a nadie. Así pues, a pesar de las convulsiones estomacales, las apariciones y la desorientación, me obligué a dejar de mirar lo que sucedía en el centro del laboratorio y a volverme hacia la maquinaria de apoyo que flanqueaba las paredes de la gruta, buscando alguna pista sobre aquellos agentes patógenos. Eran todo lo que importaba.
Allí.
Con los ojos llorosos, localicé un ordenador. Uno de esos caros modelos IA-XIX. Enormemente listo para ser de silicio. Una de las principales herramientas de Maharal, sin duda, tal vez incluso un controlador maestro. Y el tipo de aparato que un tipo como yo podía romper en pedazos sin conocer datos concretos de cómo ni por qué.
«¿Puedo llegar hasta allí y hacerlo rápido?»
Al menos era un objetivo.
Un Beta cercano (quizás el mismo id de guerra que nos habló en el túnel) se agarró a la barandilla del balcón y gritó con una voz cuyo tono súbitamente quejumbroso me sorprendió. Nunca había oído a Beta hablar así.
—¡Yosil! ¡Padre, alto… teníamos un trato!
60
Ideas mezcladas
Maldita sea esta compulsiónpor recitar, insertada en uno de los golemcuerpos que sirven corno espejos para abarcar la creciente onda-forma.
Un nuevo tipo de Onda Establecida surge entre los polos andzier. Pronto escapará a su confinamiento, atravesando estos muñecos de porcelana con suficiente poder para vivir durante semanas sobre una ciudad moribunda, alimentándose de la muerte de millones de llamas-espíritu a punto para su extinción… comida suficiente para completar la transición de creado a Creador.
Mientras esa cuenta atrás continúa, una lucha desesperada tienelugar. ¿Qué marca llevará el dios hecho del andzier? ¿De quién será la personalidad núcleo? Ahora mismo la ondaforma oscila entre dos estados posibles… dos definiciones discordantes de yo soy.
Yosil está conmigo ahora, nuestras fronteras se solapan en giros infelices, como fluidos imposibles de mezclar. ¡Los dos aullamos en contra de esta fusión antinatural! Es como tratar de cargar al ídem de otro, una calamidad que nadie intenta dos veces. ¿Cómo se puede compartir sin estar de acuerdo en dimensiones como izquierda y derecha? ¿Arriba-abajo? ¿Dentro-fuera? Todo es subjetivo en el plano almístico. Mis versiones se desvían en ángulos que no tienen nada en común con los suyos.
La comunión vendrá cuando yo por fin me alce sobre este paisaje como una deidad transformadora. ¡Estableceré medidas justas que sean sencillas, universales, y luego invitaré a todos a unirse a mí en un vasto cosmos nuevo! Usando materia prima más básica que el vacío, juntos crearemos estrellas, planetas, nuevas Tierras enteras. Pero primero, adquirir el control.
Yo estaba aquí antes, creciendo inconmensurablemente durante las últimas horas. Pero mi adversario sabe más teoría. También tiene la ventaja de la posición. Con cada rítmico pase, el péndulo corta como una hoja, dirigiéndose hacia el suave centro del andzier, el punto más energético e impresionable.
Peor, me distrae la presencia de realAlbert, tan cercano que su imagen entra en mí a través de un conjunto de ojos. El ídem rojo puede verlo, apoyado en una barandilla mientras baja del parapeto. «Real-Albert tiene un aspecto penoso. Está sudoroso y pálido. Tembloroso.
Hecho un asco/
¡A cada paso que se acerca, el andzier tiembla!
Él es mi arquetipo… la razón por la que sobreviví a ser borrado para alcanzar este punto.
Ahora se está interponiendo.
El pobre Albert tendrá que desaparecer.
61
Extremidades
¿Alguna vez has intentado arrancarte una pierna? Hace falta motivación.
Ayuda que te estés cayendo a pedazos.
Incluso así, tirando con fuerza con mi mano y mi brazo buenos, hice pocos progresos mientras el lanzador de misiles iniciaba su cuenta de comprobación final.
Déjame hacerte una sugerencia.
Allí estaba otra vez, la voz que me había guiado hasta ahora. No tardé en sentir una caricia en mi piel endurecida, y dentro.
Ese apéndice ya no forma parte de ti.
Imagina eso.
Apártate de él.
Dispara estas enzimas sobre la marcha.
Así…
Mi conocimiento de química era como poco rudimentario. Sin embargo las instrucciones tenían de algún modo sentido, como recordar una habilidad perdida. «Naturalmente, así es como hay que hacerlo —pensé, ignorando momentáneamente que las instrucciones procedían de un amigo imaginario—. Sencillo. Debo recordar esto.»
Todo el dolor y la fatiga huyeron de la pierna. Entre aquel creciente aturdimiento, toda la energía sobrante se agotó, no fundiéndose sino endureciéndose como si fuera un horno rápido.
Mi siguiente tirón fue recompensado por un crujido quebradizo. Tiré de nuevo y el miembro se desgajó por debajo de la cadera, dejando un reguero goteante de alma-tejido hecho jirones que chispeaba y resplandecía.
En mi mano tenía ahora una réplica casi perfecta de una pierna humana en terracota cocida, doblada por la rodilla. La sopesé. Era bonita, pero difícilmente aerodinámica.
OBJETIVO LOCALIZADO, anunció la pantalla del lanzador-controlador. El misil número uno se deslizó hacia su lugar con su sombría cabeza de combate escarlata.
El zumbido de la máquina aumentó en intensidad. Supe que sólo tenía una oportunidad.
62
El barro es la clave…
Al bajar del parapeto, sentí las piernas corno si fueran burdos palos en los extremos de nudos pulposos. Oleadas de náusea me abrumaron mientras me agarraba sudoroso al pasamanos. Sin aliento, habría vomitado si mi estómago hubiera recibido algo más que unas cuantas barras de proteínas durante los últimos días. El hambre y el cansancio eran factores que influían en mi estado, por supuesto, pero un deterioro tan tremendo tenía que obedecer a otra cosa: sin duda a una fulminante plaga bélica que algunos arrogantes dodecs almacenaron al fondo de un agujero blindado. Una herramienta de genocidio, prohibida por solemnes tratados. ¿ Pero quién elimina jamás un arma?
¿Era mi agonía un avance de las cosas por venir, para millones? No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo en el centro del laboratorio con todas aquellas antenas y tubos zumbantes y péndulos oscilando entre ídems crucificados, cono una pintura de pesadilla de El Bosco. «Pero sé que hay gérmenes implicados, así que tiene que ser maligno.»
Eso simplificaba las cosas. «Tengo que impedirlo.» Pero ¿cómo?
Mi viejo amigo Pal tenía una filosofía: «Cuando careces de comprensión, o de sutileza, puedes conseguir que tu argumento prevalezca con un martillo.»
Un credo simplista y a menudo alocado, pero que ahora mismo resultaba bastante atractivo. «Si estropeo lo suficiente las cosas, Clara y sus amigos tal vez tengan tiempo de encontrar este lugar. Vendrán a hacer el resto… a descubrirlo todo. Así que, sea lo que demonios sea que esté ocurriendo, encuentra una manera de interferir.»
Incluso una determinación vana es suficiente para aferrarse a ella.
Mientras la náusea empeoraba a cada escalón que bajaba, vi el ordenador IA-XIX… y una silla plegable de metal cercana. Justo lo que necesitaba, a falta de martillo. Suponiendo que todavía pudiera levantarla cuando llegara allí.