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Como si eso no bastara, lo que sucedió a continuación fue el remate.

Rodé por el asiento, me tambaleé un instante y luego caí para aterrizar (adecuadamente, tras una semana infernal) dentro de un contenedor para basura.

70

El alma, mi destino

¿Estará bien, ahora que el rayo andzier se ha disparado?

Qué visión.

La titánica Onda Establecida atravesó ambos espejos de barro, lanzando al péndulo (con idYosil a bordo) contra el techo de piedra. Sin embargo todos los demás que estaban alrededor apenas resultaron chamuscados. Pues la poderosa onda distorsionadora inmediatamente giró sobre un eje que está en ángulo recto de todas las direcciones conocidas, desvaneciéndose en una distancia que ningún ojo viviente podría seguir.

Excepto realAlbert, claro está, quien volvió la cabeza como para seguir su curso, con una sonrisa tan enigmática, tan sabia, que Ritu y su hermano gemelo se detuvieron en seco. En un instante corrían hacia él con las manos alzadas para golpear. Al siguiente, dejaron caer los brazos y retrocedieron, mirándolo.

Sí, el «anda» está aún sujeta, por un fino hilo.

¿Continuamos?

Desde el principio, cuando el brillante y atormentado Yosil Maharal todavía pensaba que podía diseñarlo y controlarlo todo, el primer objetivo del rayo fue la ciudad más cercana. ¿Dónde si no podían encontrarse juntos tantos aleteos-espíritu, arracimados como un diminuto campo de maíz creciendo junto a una pradera salvaje? Debió de parecerle un buen sitio donde encontrar alimento para la siguiente fase.

Si hubiera doblegado su monomanía lo suficiente para implicar a iguales y colaboradores, incluso una civilización entera, Yosil podría haber descubierto y corregido todos los fallos de su espléndido plan.

Fallos técnicos y conceptuales. Fallos morales. Pero «científico loco» se define casi por solipsismo: una necesidad neurótica de evitar las críticas y hacerlo todo solo.

Sin Maharal, habría hecho falta otra generación para que la humanidad hiciera este intento. Por causa de él, la humanidad podría haber sido destruida.

Tal como están las cosas, no hay ninguna plaga asolando la metrópoli cuando el andzier llega desde lo alto. Ningún canalizador de rápida pestilencia proporcionando suficiente muerte de la que nutrirse a placer. Sólo unos cuantos miles de almas por día, libres de sus ataduras orgánicas por accidente o causas naturales, alzándose suavemente hacia la flotante ondaforma, encontrando espacio bienvenido para sus modos vibratorios. Después de cierta sorpresa inicial, añaden amplitud y sutileza a la superposición de estados…

Pero no es ninguna fiesta.

Esta Onda Establecida no se convertirá en un «dios» sólo con el simple poder.

El sencillo plan de Yosil ha fracasado.

Es hora de intentar otra cosa.

Volviéndose de nuevo, la macroonda busca un olor que pocos habían advertido antes. Vuela dos mil kilómetros hacia el mar, donde las azules corrientes pelágicas se mueven sobre profundas simas… y busca cefalópodos, algunos casi tan grandes como un supercontenedor, con ojos como platos y cerebros que apestan a inteligencia. Alienígenas, aquí mismo, en la Tierra.

¿Es esto?

Sumergiéndonos donde nunca llega la luz del sol, nos unirnos al mundo del calamar gigante, saboreando cómo es moverte impulsado por un chorro de agua excretado por el esfínter, tocando y experimentando un mundo líquido con largos succionadores que se agitan más allá de los límites de la visión. Nos alimentamos. Perseguirnos, nos apareamos, engendramos. Competimos y planeamos siguiendo una lógica completamente nuestra, expresando conceptos en cálidos destellos de intrincado color a lo largo de nuestros flancos.

Y, muy de vez en cuando, también temblamos y adorarnos cuando la Muerte viene hasta nosotros desde el Infierno, el caliente mundo de arriba. Pues en ese estrecho instante, mientras huimos a la desesperada, agarramos y atesoramos algo que destella como esperanza…

Entonces el demonio cae sobre nosotros, enorme, negro, devorador. Su aguda voz golpea con fuerza, paralizando, convirtiendo tripas en gelatina. Luego vienen las mandíbulas, pequeñas pero poderosas. Dientes blancos reflejan las pigmentaciones de nuestra piel bioluminiscente mientras se clavan en nosotros, arrastrándonos hacia arriba…

Así que no fue el calamar gigante quien atrajo el rayo andzier basta aquí. Son tan exóticos…, quizás encuentren un almapaisaje propio.

Fueron sus cazadores quienes atrajeron la macroonda.

Ballenas espermaceti, regresando de las aplastantes profundidades, su hambre saciada con frescos cefalópodos, ahora se reúnen en las agradables olas para respirar y chapotear. Aunque ocupadas con preocupaciones naturales (la búsqueda de comida y el éxito reproductivo), de vez en cuando hasta una docena de criaturas se congregan, sus enormes frentes tocándose.

Dentro, mucho más grande que cualquier otro órgano, una montaña de sustancia cerosa, maleable como el barro húmedo, perfecta para refractar y reformar el sonido, permite a estos cazadores de las profundidades lanzar rayos precisos que alcanzan (y aturden) a su presa en la completa oscuridad. El sonido esculpido es para ellos como la recoloración dinámica de la piel para un calamar, o las cadenas sintácticas de palabras para un ser humano. Todo son formas de chismorrear, cooperar, engañar, meditar o (cuando todo lo demás falla) buscar un significado urgente en la oración.

Las ballenas se congregan, las colas apuntando hacia fuera como los pétalos de una flor, o un mandala, o un rosetón. Unidas las frentes, intercambian complejas formas/imágenes/ideogramas sónicos con propiedades surgidas hace mucho tiempo del ruido de fondo de la mera supervivencia. Los significados se unen en la cera, delicados corno telarañas, únicos como copos de nieve, variados como un ecosistema.

Hacían esto mucho antes de que Bevvisov aprendiera a imprimar almas en barro.

¡Allá vamos de nuevo!

Al usar tanta energía, ¿no debería el andzier tener hambre? Había belleza entre los calamares y las ballenas… pero no mucho alimento. Entonces, ¿por qué no parece decepcionada la macroonda mientras gira alrededor de un eje inventado sobre la marcha, retorciendo el mismo contenido del que surge el vacío puro, y luego toma velocidad en un curso que inventa según se tercia?

Parece que hemos descubierto el espacio exterior.

En aleteante secuencia pasamos ante grandes racimos de estrellas. Racimos gigantescos de brillantes puntos de luz pasan a saltos que devoran el vacío como sino estuviera allí. La medida misma se vuelve un componente de la ola, su aliada en este viaje, más que un obstáculo.

Buscando… examinando de vez en cuando, nos detenernos brevemente para escrutar…

Una gigante roja, turgente e hinchada mientras se expande lentamente, devorando a sus hijos. Luego…

Una vieja enana blanca, nacida de la primera generación de la galaxia. Al haber perdido gran parte de su sustancia, soporta irónicamente largas épocas a dieta, brillando débilmente para nadie…

No como una glotona supergigante azul, cuyos simples millones de años pasan con ardiente velocidad. Demasiado grande para tener ningún otro objetivo, debe elegir la gloria ola vida…

Es decir, hasta que es sacudida por una fuerza sorprendente que parte al coloso en dos. ¡Una singularidad! No un agujero negro, ésta es larga y nudosa, una excepcional reliquia de la creación, un fallo facetado en el espaciotiempo, letal, bellísima sólo para aquellos que conocen su lenguaje de matemática pura…