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Alcé un dedo, y empecé a enumerar.

—Primero dedicó usted enormes recursos al Proyecto Zoroastro, instando a continuar a Yosil y a su equipo. Pero cuando se construyeron los prototipos, prohibió la producción en masa.

Ya he dicho que cambié de opinión.

—¡Después de trasladar los prototipos aquí, a su casa! ¡Luego intentó destruir la división de Investigación y Desarrollo…

—Nunca he admitido…

—… implicando a Wammaker, Gadarene y Lum, para extender la culpa entre todos los que están a favor o se oponen a los nuevos métodos! La expresión de Kaolin era fría.

Un plan astuto. Si hubiera salido bien.

— ¡Y casi lo consiguió! De no ser por los Maharal. Ellos le sorprendieron, Vic. Cuando intentó apartar a Yosil, él robó camiones llenos de equipo y desapareció. Eso sólo pudo suceder con la ayuda de Beta, así que se dispuso usted a destruir a su aliado… ¡sólo para descubrir que estaba relacionado con Ritu, la ayudante que conocía su negocio de arriba abajo!

»Los Maharal hicieron que se dejara llevar por el pánico. Con la prisa, cometió errores.

—Como subestimarle, señor Morris.

Ignoré ese comentario.

—Peor aún, los acontecimientos de meseta Urraca atrajeron una atención indeseada. El Ojo Mundial está alerta ahora. Sus científicos están cantando corno pajaritos. Así que ya no hay ninguna esperanza de suprimir las nuevas golemtecnologías. Pero usted tiene todavía otra opción. ¿Es posible distraer a todo el inundo, lo suficiente para seguir saliéndose con la suya?

—¿Cómo podría conseguir eso?

—¡Provocando una guerra social! Dándoles a los emancipadores de Lum suficientes trucos nuevos para exigir la ciudadanía para los golems. Ayudando ala maestra a transmitir súcubos-marfil estilo «pégame» a todas las ciudades. Neoluditas corno Gadarene denunciarán todo esto desde los púlpitos, ganándose a montones de nuevos seguidores enfurecidos. ¡Mientras todos sigan cumpliendo con el papel asignado, todo el mundo se beneficia!

—Hace que parezca muy cínico.

—¡De ahí el nuevo papel que ha escogido! —Clara se levantó—. Sus días al timón de Hornos Universales han terminado, pero todavía hay tiempo para manejar su política. Hable todo lo que quiera de pornografía y Dios y morales en decadencia. ¡Convenza a la mitad del público de que sus objetivos eran puros, y le protegerá de la otra mitad! Sus nuevos negocios florecerán, y nadie recordará todos los juguetes que tenía almacenados en el sótano.

La holofigura sacudió la cabeza.

—Nunca tendría que haber recargado a ese verde. Pero andaba escaso de cuerpos y necesitaba enviar a alguien al garito de frene. —Tras una pausa, Kaolin sonrió—. Todo lo que dicen es muy inteligente. Pero implica que yo tenía una razón, un objetivo, que merecía la pena tanto esfuerzo, tanto coste y tanto riesgo. ¿Por qué armar tanto jaleo, sólo para monopolizar tinas cuantas nuevas características de la golemtecnología?

Su sonrisa interrogadora parecía confiada. Sin pruebas, todo lo que yo podía hacer era tirarme un farol. ¿Dónde estaba nuestro pequeño golemespía?

—Tenía usted motivos de sobra —dije lentamente—. Porque todas esas nuevas características, sumadas, componen una nueva forma de inmortalidad. Algo que usted quiere, Vic Kaolin. Porque lo cierto es que, de hecho…

En ese mismo momento, mi implante se iluminó.

¡Por fin!

Las letras empezaron a formarse en el plano focal de mi ojo izquierdo, creando un mensaje del diminuto idhurón que habíamos enviado a escalar las paredes de la mansión. La información que necesitaba para completar mi frase.

—Porque, Vic Kaolin, en realidad está usted…

VIVO.

«Maldición. Le debo cincuenta a Pal.

»Bueno, se lo debe Gumby, por una apuesta que hicimos sobre si el jefe de HU estaba todavía vivo.

»¡Parecía obvio! ¿Qué otro motivo podía tener Kaolin para todos los planes, trucos y traiciones? ¡Tenía que estar muerto! Todo apuntaba a ello. La reclusión. Que lo vieran solamente en forma de ídem o de holo. Y esos platinos brillantes cada día más escasos…

»Los problemas de memoria tenían sentido si sus copias estaban almacenadas desde hacía meses o años. Cada una debía estudiar informes cuando fuera descongelada. Luego cada goleen tenía que tratar de mantener la ilusión el mayor tiempo posible. Mantener a raya al forense y al testamentario. Impedir que la gente grite: “¡Fantasma!”

»¿Por qué si no pagaría una fortuna por desarrollar la idrecarga y la imprimación id-a-id, y luego mantenerlo todo lejos del mercado? Todo encajaba.

»Y sin embargo aquí está, dentro de la cúpula, localizado por el ojo inteligente de mi zarpa… una figura severa con la piel pálida y roan_ chada que responde a todas las pruebas espectrales que mi implante puede aplicar, vestido con una bata blanca mientras contempla una holoimagen donde aparecen Clara y Gumby… quienes parecen desconcertados mientras transmito la noticia.

»ESTÁ VIVO, dice mi mensaje dentro de sus brillantes implantes.»

«Del otro lado del prado llega flotando una risa, que tintinea como campanas, burlándose de lo seguros que estábamos. Todo el Inundo menos Pal, que hizo la apuesta, marcando el precio y diciendo:

»—No. Un trillonario puede permitirse ser más listo que eso. Tiene que haber algo más que la muerte.»

—¿Porque en realidad estoy vivo? —La holoimagen de Kaolin alzó una ceja—. ¿Le he oído bien, didtective? ¿Mi motivo para esta gran farsa es que estoy todavía vivo?

Interiormente tengo ganas de burlarme de mí mismo. Pero un farol es un farol, después de todo. Hay que seguir hasta el final.

—Eso es, Vic Kaolin. Porque… ¡porque el escenario del muerto es demasiado obvio! Alguien podría descubrirlo y cursar una denuncia, exigiendo verlo en persona.

—Se ha intentado.

—Sí, pero la gente insistirá, y acabará por encontrar motivos para invadir su pantalla de intimidad y exigir que dé pruebas de vida —sacudí la cabeza—. No, la inmortalidad de la que estamos hablando no es la suya. Al menos no por ahora. Más bien, es…

Hice una pausa, consiguiendo unos pocos segundos tosiendo contra mi puño. El hombre del bolo ladeó la cabeza, instándome a continuar.

—¿Sí? Es…

—¡Es una cuestión de negocios! —estalló Clara—. Porque… es usted un hombre de negocios. Y un elitista confeso. Ha visto a sus amigos multimillonarios, muchos en sus últimos años ya, cada vez más desesperados en busca de más tiempo. ¿Por qué no proporcionárselo y ganarse unos pavos? ¡Con la renovación y la impresión id-a-id, sus colegas podrán librarse de sus moribundos ídems orgánicos y continuar viviendo a través de una cadena de ídems!

Clara sonrió, apenas capaz de contenerse.

—Pero eso es sólo parte del plan. Tiene que hacerse en secreto porque…

—¡Porque la ley dice que sólo los orgánicos son personas! —exclamé—. Para que funcione, sus clientes tienen que convertirse en ermitaños, como usted, sin permitir que nadie esté lo bastante cerca para comprobar su carne. Y podría parecer horriblemente sospechoso si más de unos pocos se volvieran reclusos al mismo tiempo. Eso limita su mercado, excepto…

Clara intervino.

—Excepto por el reciente frenesí por esos misiles bioquímicos que Maharal estuvo a punto de lanzar. De repente, la vida parece volver a ser peligrosa. Cualquier día de estos, sin previo aviso, el aire podría llenarse de virus desagradables. Justificación más que suficiente para que docenas de viejos excéntricos y adinerados ordenen que construyan brillantes cúpulas reflectantes en lo alto de sus mansiones, y juren que sólo volverán a salir en forma de barro… echando la culpa al peligroso inundo cuando, de hecho, se están preparando para la versión pragmática de la vida después de la muerte. Y entonces usted podrá aprovecharlo también.