Выбрать главу

(He oído que algunas parejas divorciadas son pioneras en un nuevo estilo de visitas. Mamá deja que papá lleve al ídem del crío al zoo, y luego se niega a descargar el recuerdo feliz del chaval, por rencor. ¡Puaff!)

La mayoría de los cuidadores adultos del parque son también rigs. ¿Por qué no? Puedes preparar una copia de barro y enviarla a la oficina, pero cuando se trata de abrazos y achuchones, la carne no tiene sustituto. De todas formas, hace que uno se sienta mal si envías a tu hijo al cuidado de un púrpura o un verde. Es decir, a menos que alquiles a una poppins de una de las Niñeras Maestras: un símbolo de estatus que pocos pueden permitirse en esta zona de la ciudad.

«Espera un momento…» El teléfono acaba de sonar. Uso mi móvil para escuchar la respuesta de Nell. Pasa la llamada a mi yo real.

«Es Pal.» Puedo verlo en la diminuta pantalla, sentado en su gran silla de ruedas, su cara medio paralizada rodeada de sensores de deseo. Quiere que me pase a verlo. Algo sucede. Demasiado delicado para explicarlo por las redes públicas.

Mi rig responde con voz gruñona. Lleva dos días despierto (pobrecillo). No puede ir en persona y está demasiado cansado para otra imprintación.

—Tengo tres ids actuando — oigo decirle a Pal —. Uno de ellos me se pasará por tu casa, si le da tiempo.

Ja. Pal vive en el centro. A sólo unas manzanas del edificio Teller. ¿No podría haber pedido esa visita antes?

¿Tres ids? El verde no estará preparado para tratar con Pal, y no puedo imaginarme a Guiñen Wammaker dejando escapar temprano al otro gris, así que probablemente me tocará a mí. Tengo que ir a consolar y asesorar a la pobre Ritu Maharal (mientras los polis miran con mala cara y murmuran sobre los «detectives entrometidos»), tomar un bus que me lleve al centro para escuchar a Pal largar sobre su última teoría conspiradora hasta que esté listo para expirar. Magnífico.

Ah. Ahí viene el coche de HU. No es la Yugolimo, pero es bonito. El conductor es un púrpura de aspecto recio: todo concentración y reflejos. Bueno para llevarte a salvo. No alguien a quien pedirías consejo sobre tus relaciones personales.

Subo.

Conduce.

Las calles de la ciudad pasan.

Sacando una placa barata, marco algo para leer. El Diario de Tendencias Antisociales. Siempre hay nuevas cosas sobre las que ponerse al día, si quieres seguir trabajando en tu campo. Mi cerebro real siempre se queda dormido cuando intento leer este tipo de cosas. Es bueno para captar los conceptos, pero la Onda Establecida divaga. Así que pago un extra por tener repuestos grises con buen foco de atención.

Nunca habría conseguido terminar la carrera sin esos ídems que envié a la biblioteca.

Espera un segundo.

Levanto la mirada del artículo cuando las tres cúpulas de Hornos Universales pasan a la derecha y luego quedan atrás. Debemos estar dirigiéndonos a otro sitio. Pero yo pensaba…

Ah, sí. Ritu no llegó a mencionar HU. Dijo «la mansión Kaolin». Así que me han invitado al santuario del gran Kaolin, después de todo. Bueno, la-la-la.

Sigo leyendo sobre el uso del pseudoencarcelamiento en Sumatra, donde parece que están utilizando multiídems para cumplir una sentencia de veinte años de cárcel en sólo dos. Ahorra dinero y castiga al malvado, o eso dicen. ¡Puaf!

La siguiente vez que levanto la cabeza, estamos atravesando un barrio exclusivo. Grandes casas tras altas vallas. Mansiones encaramadas en lo alto de largos caminos de acceso, cada una más grande, más impresionante y mejor protegida que la anterior. Los sensores de mi ojo izquierdo rastrean los campos protectores que cubren las cimas de las murallas. Las puntas de lanza decorativas enmascaran chorros de gas somnífero. Hurones de pega se agazapan en los árboles, en guardia contra los intrusos. Por supuesto, nada de todo eso mantendría a raya aun verdadero profesional.

La entrada a la mansión Kaolin llama poco la atención. No tiene protecciones llamativas. Las mejores son invisibles. Entramos directamente y luego subimos por un camino curvo.

Es un gran castillo de piedra rodeado de prados y árboles viejos. Unos cuantos edificios exteriores modestos, jardines y casitas protegidas por setos pueden verse a un lado. Los jardines son decepcionantes. Nada especial. Pocos de los raros especímenes que yo plantaría, si fuera rico. Entonces diviso una anomalía arquitectónica: una cúpula de espejo que cubre el techo de un ala entera. El santuario al que se retiró un recluso famoso, hace años, dejando el resto de la mansión para los sirvientes, invitados y golems. Al parecer, Eneas Kaolin se toma muy en serio lo de ser un ermitaño.

Hay una furgoneta blanca de hospital aparcada delante de la casa principal. Yo me esperaba vehículos oficiales. Inspectores de policía. Laboratorios forenses portátiles. El procedimiento normal cuando se trata de un asesinato.

Evidentemente, las autoridades no comparten la teoría de Ritu de luego sucio. Bueno, por eso me ha llamado.

Un mayordomo envía su duplicado de color cobre a abrirme la puerta. Otro me escolta al interior. Bonito tratamiento, ya que no soy real.

Ahora estoy dentro, bajo un atrio abovedado. Hermosos paneles de madera. Lindos toques decorativos: montones de cascos en las paredes, escudos y armas puntiagudas de otras épocas. A Clara le encantaría esto, así que congelo unas cuantas imágenes para mostrárselas más tarde.

Oigo conversaciones mientras me conducen a una biblioteca llena de libros que ahora sirve para una función más sombría. La espléndida mesa de roble sostiene un ataúd de madera de fresno con la tapa abierta. Un ser querido de cuerpo presente. Una docena de figuras humanas a la vista, aunque sólo dos son reales: el cadáver y la apenada hija.

Yo debería dirigirme hacia Ritu, ya que es quien me ha llamado. Pero es un idKaolin platino quien domina la escena. ¿Es el mismo que vi antes esta mañana? Debe de serlo, ya que asiente al reconocerme antes de dirigir su atención a una llamada vid; consulta con servidores y consejeros, supongo. Todas las imágenes en pantalla parecen preocupadas. Yosil Maharal era un miembro vital de su organización. Algún proyecto importante debe de tener grandes problemas.

Maldición. Casi me esperaba que Kaolin en persona apareciera para esta trágica escena, dándose un paseíto desde esa cúpula plateada. Tal vez sea un recluso auténtico, después de todo.

Un técnico especialista negro total termina de agitar sus instrumentos sobre el ataúd, sometiendo al cadáver a cascadas de luz brillante. El experto se vuelve hacia Ritu Maharal.

—He repetido todos los exámenes, señorita. Una vez más, no hay nada que indique que el accidente de su padre haya tenido nada que ver con un crimen. No hay toxinas ni drogas debilitadoras. No hay marcas de aguja ni magulladuras de infusión. No hay rastros de interferencia orgánica. Su química corporal muestra signos de extrema fatiga, lo cual encaja con que se quedara dormido al volante antes de saltar inadvertidamente al viaducto de la autopista donde lo encontraron. Esto coincide con la conclusión de las investigaciones policiales, que examinaron el vehículo siniestrado y no encontraron signos de que hubiera sido manipulado. Y no hay huellas de otras personas, ni en el coche ni cerca de él. Lamento que la noticia no la deje satisfecha. Pero el diagnóstico correcto parece ser muerte accidental.

El rostro de Ritu parece tallado en piedra, su coloración casi blanco ídem. Permanece en silencio, mientras un algo gris se acerca y la rodea con un brazo. Es un duplicado de su padre (el que conocí hace unas pocas horas), con una cara que se parece a la del cadáver cercano. Naturalmente, ningún proceso creado por el hombre puede imitar la textura de la piel real, capaz de durar décadas, aunque se gaste y arrugue después de más de medio siglo de preocupaciones.

El ídem Maharal contempla a su verdadero yo, sabiendo que una segunda muerte menor vendrá pronto. Los duplicados sólo pueden descargar recuerdos al original que los fabricó. El Efecto Molde. Así que ahora es un huérfano sin hogar, sin ningún cerebro real al que regresar. Sólo un reloj que se encamina hacia su expiración y unas pseudocélulas que se quedan rápidamente sin élan vital.