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En cierto sentido, Yosil Maharal sigue vivo, y puede contemplar su propia muerte. Pero su fantasma gris se desvanecerá dentro de unas cuantas horas más.

Como si sintiera esto, Ritu rodea con ambos brazos a su papid, apretando con fuerza… pero brevemente. Después de unos segundos, suelta los brazos y deja que una verde maternal se la lleve. Quizás es una antigua niñera o una amiga de la familia. Al marcharse, Ritu baja la mirada, evitando a ambos padres, el muerto y el vivo.

No me ve. ¿Qué hago? ¿La sigo?

—Dele un momento —dice una voz.

Me vuelvo y encuentro a idMaharal, muy cerca.

No se preocupe, señor Morris. Mi hija es fuerte. Estará mejor dentro de media hora o así. Sé que Ritu quiere hablar con usted.

Yo asentí. Bien. Me pagan por horas. Con todo, la curiosidad es mi impulsora, ya vaya por la vida en carne o en barro.

Cree que lo asesinaron a usted, doc. ¿Fue así?

El gris se encoge de hombros, con aspecto triste.

—Debo de haber parecido un poco raro esta mañana, cuando nos conocimos. Tal vez un poco paranoico.

—Usted no le dio importancia. Pero me pareció…

—¿ Que debía de haber algo? ¿Donde hay humo hay fuego? —Id-Maharal asintió, extendiendo las manos—. Ya me estaba recuperando del pánico cuando hice esta copia. Sin embargo, me parecía… y me parece, que salía de un hechizo.

— ¿Un hechizo?

—Una fantasía de la tecnología enloquecida, señor Morris. El mismo miedo, tal vez, que Fermi y Oppenheimer experimentaron cuando vieron el primer hongo nuclear en Trinity Site. O algo como la maldición de Frankenstein, largamente retrasada, pero que ahora se hace real con una venganza.

Esas palabras habrían provocado escalofríos a mi original. Incluso siendo gris, experimento cierto temor visceral.

— ¿Ya no siente lo mismo?

Maharal sonríe.

— ¿No acabo de decir que es una fantasía? La humanidad consiguió evitar ser destruida por las bombas atómicas y los gérmenes de diseño. Tal vez es mejor confiar en que la gente se enfrentará a los desafíos futuros con sentido común.

«Se está haciendo el tonto», pienso.

— ¿Entonces podría explicarme por qué se escondió en primer lugar? ¿Consideró que alguien le perseguía? ¿Por qué cambió de opinión? Tal vez su rig tuvo una recaída después de fabricarlo. El accidente sugiere ansiedad por falta de sueño, tal vez pánico.

El idfantasma de Maharal reflexiona un momento, me mira a los ojos… de un gris a otro. Pero antes de que pueda responder, Vic Eneas Kaolin se acerca con una expresión severa en su rostro de platino.

—Viejo amigo —le dice a idMaharal—. Sé que es un momento difícil para ti. Pero tenemos que pensar en salvar lo que se pueda. Tus últimas horas deben ser dedicadas a un buen uso.

— ¿Qué quieres decir?

—Un informe de vaciado, por supuesto. Para salvaguardar tu trabajo para la posteridad.

—Ah. Ya veo. Inyectar a presión mi cerebro con un millón de meshtrodos, zapearme con rayos gamma para hacer una ultratomografía y luego cribar todas las pseudoneuronas por un tensiómetro molecular. No parece una manera agradable de pasar mis últimos momentos. —Maharal reflexiona, moviendo la mandíbula con una expresión realista de tensión—. Pero supongo que tienes razón. Si se puede conservar algo.

La reluctancia de idMaharal es comprensible. Desde luego yo odiaría pasar por una cosa así. ¿Pero cómo si no se puede recuperar algo? Sólo el molde humano original puede cargar toda la memoria del duplicado. Ninguna otra persona u ordenador puede sustituirlo. Si el molde ha desaparecido o está muerto, lo único que se puede hacer es cribar físicamente el cerebro de la copia para sacar burdas imágenes sepia… los únicos datos que las máquinas pueden leer de la golemcarne.

El resto (tu Onda Establecida consciente, la sensación nuclear del yo que algunos llaman alma) es poco más que estática inútil.

Antes había una cancioncilla: « ¿Son los colores que tú ves los mismos que veo yo? Cuando hueles una rosa, ¿experimentas las mismas sensaciones embriagadoras que yo cuando huelo la misma flor?»

Hoy sabemos la respuesta.

No.

Puede que usemos términos similares para describir una puesta de sol. Nuestros mundos subjetivos a menudo se corresponden, se correlacionan y encajan unos con otros. Eso hace posibles la cooperación y las relaciones, incluso una civilización compleja. Sin embargo las sensaciones y sentimientos de una persona siguen siendo siempre únicos. Porque un cerebro no es un ordenador y las neuronas no son transistores.

Por eso no existe la telepatía. Somos singulares, cada uno de nosotros, extraños para siempre.

—Haré que un coche te lleve al laboratorio —le dice idKaolin a idMaharal, palmeando el brazo de su amigo, como si los dos fueran reales.

—Quiero estar presente durante el informe —intervengo, dando un paso adelante.

A Kaolin no le hace ninguna gracia. Una vez más, detecto un temblor en sus manos elegantemente esculpidas mientras frunce el ceño. —Trataremos asuntos delicados de la compañía…

—Y algunas de las imágenes recuperadas puede que arrojen luz a lo que le ha sucedido a ese pobre hombre. —Señalo hacia realMaharal, frío en su ataúd. No llego a mencionar el detalle de que he sido contratado por la única heredera legal del cadáver. Ritu podría demandarme por incompetencia si no asisto a la criba. Legalmente, ella podría impedir que se diseccionara al fantasma de su padre.

Kaolin sopesa la idea, luego asiente.

—Muy bien. Yosil, ¿quieres adelantarte? El señor Morris y yo iremos al laboratorio cuando hayas sido preparado.

IdMaharal no responde al principio. Su expresión parece lejana, mira la puerta por donde se marchó Ritu, hace unos minutos.

— ¿Hum, sí? Oh, de acuerdo. Por el bien del proyecto. Y de los miembros de nuestro equipo.

Estrecha brevemente la elegante mano de Kaolin y me saluda con un gesto cortante. La próxima vez que nos veamos, su cabeza estará bajo cristal y bajo presión.

Ahora el fantasma de Maharal parte hacia el gran atrio y la puerta principal. Me vuelvo hacia Kaolin.

—El doctor Maharal mencionó que había tenido miedo, que huía, como si alguien pudiera haber estado persiguiéndolo.

—También dijo que el temor era injustificado —replica Kaolin-. Yosil se estaba recuperando de esa paranoia cuando hizo al ídem.

—A menos que tuviera una recaída más tarde… lo cual contribuirá a explicar el fatal accidente. Si Maharal se sintió obligado a huir de algo, o de alguien… De hecho, el ídem no llegó a negar que alguien lo estuviera persiguiendo. Sólo dijo que el peligro parecía menos aterrador cuando lo fabricaron. ¿Se le ocurre algún motivo…?

— ¿Por el que alguien quisiera hacerle daño a Yosil? Bueno, en nuestro negocio siempre hay peligros. Fanáticos que piensan que Hornos Universales es una empresa del diablo. De vez en cuando, algún chalado intenta descargar una venganza santa —hace una mueca de desdén—. Por fortuna, hay una famosa relación inversa entre el fanatismo y la incompetencia.

—Esa correlación es estadística —señalo yo. La conducta antisocial es mi campo, después de todo—. Hay excepciones. En una población grande y educada, tendrá al menos unos cuantos Puerters, Mc-Veighs y Kaufmanns genuinos… a la vez diabólicos e inteligentes, que pueden resultar lo suficientemente competentes para causar…

Mi voz se apaga, súbitamente distraída. Kaolin responde, pero mi atención está en otra parte.