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— ¡Cómo te envidio! ¿Y qué dijo la Princesa de Hielo?

— ¡Que nunca había pedido un idMorris! Al menos, no desde que terminó el asunto Beta. De hecho, me dijo que el detective Morris es demasiado rudo para ser un consultor digno de confianza en el futuro, y aún más, que…

— ¿Podemos seguir con esto?

A James Gadarene, evidentemente, no le gustaba hablar de la maestra del Estudio Neo, cuyas perversas especialidades llegaban a hacer papilla la moralidad de los viejos tiempos. El rubio se agitó incómodo, y un poco ominosamente. Me pareció de esos que a veces desmiembran ídems (y pagan luego las multas) por el puro placer de castigar el mal con sus manos desnudas.

—Muy bien —continuó Pal alegremente—. Así que me dije que averiguaría lo que pudiera sobre tu segundo gris. Para ver si Wammaker estaba mintiendo. Eso implicó acceder a la red de cámaras y seguir algunas rutas.

— ¿Tú? —me reí al imaginar a Pallie asignando cuidadosamente avatares de búsqueda y rebuscando entre un billón de imágenes entre-mezcladas—. Nunca has tenido paciencia.

Él negó tristemente con la cabeza.

—No, sólo soy un anticuado tipo de acción. Sin embargo, conozco a unos cuantos grises digitales que me deben favores. Lo único que tuvieron que hacer fue localizar una serie de infracciones de tráfico sub-myob cuando el gris salió de tu casa para ir al centro comercial. Una vez dentro, el ídem estuvo a la vista de las publicams gran parte del tiempo. Aparcó la moto y tomó las escaleras mecánicas… pero no llegó a la oficina de Wammaker.

— ¿No?

—Fue desviado por la ayudante de la maestra… al menos eso es lo que parecía, apenas visible bajo una capucha. Juntos bajaron dos plantas hasta una tienda alquilada… y desaparecieron.

— ¿Y? Tal vez Gineen quería mantener a cierta distancia a sus clientes habituales. Sobre todo si el asunto es delicado.

—Podría ser. O… ¿Y si alguien más quiere usar al gris de Albert, mientras todo el mundo piensa que lo contrató Gineen?

Traté de captar esa idea.

—Te refieres a que alguien falsificó la llamada inicial de Gineen a Albert esta mañana, y luego lo preparó todo para que montones de cámaras vieran al gris acercarse a la oficina de Wammaker… Pero entonces… —sacudí la cabeza—, haría falta muchísima habilidad. Una falsa Gineen para hacer la llamada. Y luego una ayudante falsa.

—Y falsos Albeas, enviados antes para molestar a estos buenos ciudadanos —Pallie indicó con la cabeza a Gadarene y Lum. El grandote gruñó.

—Nada de esto tenía ningún sentido cuando me lo explicó usted hace una hora, y desde luego no ha mejorado. Algunos de nosotros sólo tenernos una vida, ¿sabe? Será mejor que resuelvan esto pronto.

—Lo he estado intentando —respondió Pal, un poco molesto—. La verdad es que este tipo de trabajo deductivo es más bien cosa de Albert. ¿Qué piensas, Verdecito?

Me rasqué la cabeza. Puramente por costumbre, ya que no hay folículos ni parásitos en mi coronilla de porcelana.

—Muy bien. Digamos que todas esas charadas tenían por destino públicos distintos. Veamos esos ídems que invadieron sus casas ano-che… ¿dicen que no dijeron nada significativo?

—Sólo cháchara, que yo sepa.

—Pero se tomaron la molestia de impedir ser grabados. Así que no puede usted demostrar que eran tonterías, ¿no?

— ¿A qué se refiere? ¿Qué otra cosa podría haber sido? —Podría parecer que estaban ustedes conspirando juntos.

— ¿Con… conspirando?

—Mírelo desde el punto de vista de alguien de fuera, señor Gadarene. Ven a un gris entrar en su establecimiento, y luego marcharse, rápida y furtivamente, una llora más tarde. Podría llegarse a la conclusión de que discutieron asuntos sustanciosos. Todo esto podría haber sido preparado para establecer una relación plausible entre su grupo y Albert Monis.

—Entonces sucede lo mismo en mi caso —dijo Lum.

—Y en el del Estudio Neo. Sólo que esta vez el gris es real pero la visita es falsificada —intervino Pal—. ¿También fue preparado para consumo público?

—En parte —asen—. Pero apuesto que el público principal para ese teatro fue el propio gris. Recuerda que adoptó modo despega-do después de la reunión, ¿no? Debe de estar convencido, incluso ahora, de que está trabajando para la maestra real. No es la persona más agradable… —Gadarene bufó con fuerza—. Pero es una mujer de negocios de peso, con gran credibilidad en lo referente a cumplir contra-tos y acatar la ley a rajatabla. El gris podría despreciarla y desconfiar de ella. Pero aceptaría un caso interesante por una buena tarifa.

—Déjeme ver sido entiendo bien —dijo Farshid Lum—. Cree usted que alguien fingió ser Wammalcer para contratar a su gris para una tarea…

—Una tarea que puede ser una tapadera de algo a lo que Al no accedería nunca —sugirió Pal.

—Y que un poco antes, en Tolerancia Ilimitada…

—Y en los Defensores —cortó Gadarene—, se intentó que pareciera que nosotros estamos implicados en algún asunto diabólico… —gruñó—. Sigo confundido. ¡No estamos llegando a ninguna parte!

Oh, sí que llegamos —Pal me miró—. Tienes una idea, ¿verdad, mi verde amigo?

Desgraciadamente, la tenía.

—Mira, no estoy diseñado para esto. No soy un ébano cerebral ni un gris de clase alta. Todo lo que puedo ofrecer son conjeturas. Lum descartó mis resquemores.

—He comprobado su perfil, señor Morris. Su reputación a la hora de crear magníficos yoes analíticos no tiene rival. Por favor, continúe.

Podría haberme quejado en ese momento de que no soy uno de los «yoes» de Albert. Pero no habría servido de nada.

—Mire, todavía no tenemos muchos datos —empecé por decir—. Pero si esta cadena de descabelladas deducciones se tiene en pie, aventuraré unas cuantas cosas.

»Una: la persona o grupo que está detrás de esto tiene una sofisticada habilidad para crear ídems, sobre todo para el arte de dar aun golem una cara que supuestamente no puede tener. Como eso es ilegal, ya estamos en territorio peligroso.

»Dos: al parecer hace falta conseguir la participación voluntaria de uno de los grises de Albea, que aparente hacerlo no sirve. El gris debe estar de verdad convencido de prestar su apoyo, para actuar con la habilidad que ha dado a Al su reputación. La misión tiene que parecer legal… o al menos merecer la pena y no ser demasiado horrible… para que el gris colabore.

—Sí, continúame instó Pal.

—Tres: hay un esfuerzo múltiple para repartir la culpa por lo que va a suceder. Culpabilidad por asociación. Llamadas falsas de la maestra. Una aparente reunión en el Estudio Neo…

—Y nosotros —comentó Lum, súbitamente serio—. La charada de despertarme de madrugada tenía corno objetivo simular una reunión a escondidas de conspiradores. Pero ¿por qué yo? ¿Y por qué usar el mismo truco con el grupo de espíritus confundidos del señor Gadarene?

Pal se rió tan fuerte que el rubio le dirigió un gruñido.

¡Eso es lo mejor de todo! En apariencia, sus dos grupos nunca se unirían. Parecen estar en polos opuestos. Paradójicamente, eso hace plausible una conspiración.

Cuando se lo quedaron mirando, Pal extendió las manos, haciendo girar la silla de ruedas.

— ¡Piensen! ¿Hay alguien a quien ustedes dos odien? ¿Alguna persona, grupo u organización que ambos grupos desprecien tan profundamente, que podrían sumar fuerzas en su contra?

Vi a los dos hombres calibrar la idea. Acostumbrados a demonizarse mutuamente, les resultaba difícil concebir que compartieran ningún interés común.

Yo sabía ya la respuesta, y me sentía helado hasta mi substrato de barro. Pero no les di ninguna pista.

Se darían cuenta de un momento a otro.