Un archivador subvocal no necesita electricidad ninguna, un motivo por el que lo instalo en todos mis grises. Imprime espirales microscópicas en un cilindro de dolomita de densidad neutral. Yo no sé narrar con gruñidos a alta velocidad, como hago cuando soy de barro. A pesar de todo, la pequeña unidad debería detectar los sonidos ambientales, como una voz hablada, mientras esté insertada en la piel, bajo mi mandíbula. Con pequeños gestos suministro energía. Ritu creerá que tengo un tic nervioso después de todo lo que hemos pasado. Ella ha salido de nuestra cueva (un hueco al socaire entre los peñascos) para beber de una pequeña charca que encontramos. Incluso los ídems necesitan agua aquí, a menos que quieras convertirte en porcelana. Eso me da una excusa para hacer mis propios viajes a la charca. Soy real, después de todo. Llevo encima la marca de Adán, cubierta de maquillaje y ropa.
¿Por qué seguir fingiendo que soy artificial? Por amabilidad. El golem de Ritu no tiene muchas posibilidades de volver a casa para descargar. Como si su rig quisiera estos recuerdos. Yo, por otro lado, tengo bastantes probabilidades de salir de aquí. Esperaré a la noche, y luego caminaré hacia el oeste a la luz de la luna hasta que llegue a una carretera, una casa, o alguna webcam de algún grupo eco. Cualquier cosa que Inc sirva para lanzar un SOS. La civilización es simplemente demasiado grande para perderse hoy en día, y un cuerpo orgánico sano puede soportar pérdidas, si no haces ninguna estupidez.
Supongamos que encuentro un teléfono. ¿Debería utilizarlo? Ahora mismo mi enemigo (¿Vic Kaolin?) debe de creer que estoy muerto. Muerto de verdad por el ataque con el misil a mi casa. Y ahora todos mis ídems también lo están. Se han tomado muchas molestias para negar a Albert Morris ninguna continuidad. Reapareciendo únicamente lograría volver a llamar la atención.
Antes necesito información. Un plan. Y será mejor que me mantenga apartado de los polis también. Hasta que pueda demostrar que me tendieron una trampa. Un poco de sufrimiento extra (una marcha a través del desierto evitando cámaras por el canino) podría merecer la pena si consigo llegar a la ciudad sin ser detectado.
¿Estoy preparado para ello? Oh, he soportado un millar de heridas que habrían acabado con cualquiera de mis antepasados, desde incineraciones a ahogamientos o decapitaciones. He muerto más veces de las que puedo contar ¡Pero una persona moderna nunca hace nada de eso en forma orgánica! El cuerpo real está para hacer ejercicio, no para angustiado.
Mi duro abuelo del siglo XX lanzó su cuerpo (su única vida) por un puente una vez, sujeto a una banda elástica. Sufrió increíbles tormentos en las primitivas clínicas dentales. Viajó cada día por autopistas sin rayos-guía, confiando toda su existencia a las inciertas habilidades para conducir de completos desconocidos que pasaban zumbando junto a él en burdos vehículos impulsados por explosivos líquidos.
Puede que el abuelo se encogiera de hombros ante estos desafíos, y fuera capaz de llegar caminando ala ciudad atravesando sin quejarse el desierto. Yo probablemente gimotearé cuando se me meta una piedrecita en el zapato. A pesar de todo, estoy decidido a intentarlo. Esta noche, después de que la golem de Ritu vaya a donde van los golems sin esperanza.
Le haré compañía hasta entonces.
Ahí vuelve, así que basta de hablar. Todo lo demás que se grabe tendrá que ser captado de nuestra conversación.
—Albert, has vuelto. ¿Recuperaste algo del coche?
—No mucho. Todo está frito: mis aparatos forenses, la radio, los localizadores… Supongo que nadie sabe que estarnos aquí.
—¿Tienes alguna idea de cómo llegamos aquí?
—Una suposición descabellada. Esa arma que disparó idKaolin se cargó todos los componentes electrónicos y debía de tener intención de destruir el barro imprintado.
—Entonces, ¿por qué seguimos en pie?
—Ese viejo Volvo tiene más metal que la mayoría de los coches de hoy en día. Estábamos mejor protegidos que el pobre gris almacenado en la trasera. Además, sorprendí a Kaolin al lanzarme contra él, con lo cual falló la puntería. Por eso puede ser que nos desmayáramos nada más.
— ¡Pero después! ¿Cómo llegamos al fondo de este barranco, rodeados de kilómetros de cactus y porquería? ¿Dónde está la carretera?
—Buena pregunta. Esta vez he visto algo en el lugar del accidente que no advertí antes, un charco cerca de la puerta del conductor.
—¿Un charco?
—Pasta golem. Los restos de nuestro asesino, supongo.
—Yo… sigo sin poder creer que sea Eneas. ¿Por qué nos querría muertos?
—Yo también siento curiosidad por eso. Pero.ahora viene lo interesante, Ritu. El charco parecía… ¿de la mitad del tamaño normal? —La mitad… debe de haber quedado cortado por la mitad cuando lo embestiste. Pero ¿cómo se perdieron los restos?
—¿Mi suposición? Aunque destrozado por la colisión, Kaolin habrá arrastrado lo que quedaba de él hasta el coche y se habrá subido por la ventanilla entreabierta. Nosotros estábamos dentro, inconscientes. El motor estaba en marcha, pero las puertas y las ventanas estaban cerradas. No pudo meterse del todo para acabar con nosotros con sus manos desnudas. Así que…
—Así que estiró la mano para agarrar tu controlador lateral, la palanca de cambios… y nos sacó de la carretera, nos hizo cruzar el desierto, con medio cuerpo colgando.
—Tenía que ocultarnos, para que no nos localizaran y rescataran. En algún lugar rodeado de zonas calientes que ningún ídem pueda cruzar de día. Estaríamos atrapados si nos despertábamos. Entonces, cumplida su misión, idKaolin terminó su tormento dejándose caer y fundiéndose.
—Pero ¿qué nos impide echar a andar después del ocaso? Oh. Cierto. La expiración. ¿A qué hora del martes fuiste imprintado, Albea?
—Uh… antes que tú, espero. Kaolin tenía motivos para creer que no podemos durar más allá de medianoche. Nos vio a ambos en tu casa, ¿recuerdas?
—¿Estás seguro de que era la misma copia-Eneas que nos disparó?
—¿Importa?
—Tal vez. Si ésta fue hecha para que se le pareciera.
—Es posible. Pero esos platinos anatómicamente correctos son caros y difíciles de manufacturar en secreto. Míralo de esta forma, Ritu. Si tuvieras un teléfono que funcionara, ¿sería Kaolin el primer tipo al que llamarías?
—Yo… supongo que no. De todas formas, si tuviéramos alguna idea de por qué…
—Apuesto a que está relacionado con todas las cosas raras que pasaron ayer. El «accidente» fatal de tu padre no lejos de aquí. La desaparición de su fantasma en la mansión Kaolin, junto con uno de mis grises. Kaolin debe de haber pensado que el fantasma de Maharal y mi gris estaban conchabados.
—¿Para qué?
—Luego está el ataque a HU. Otro de mis ídems estuvo implicado de algún modo, según el canal de escándalos. Parece algo preparado para desacreditarme.
—¿Entonces todo gira a tu alrededor? ¿No es un poco solipsista? —No hay nada solipsista en que hayan hecho volar mi. casa por los aires, Ritu.
—Oh, cierto. Tu archi. Tu real… lo había olvidado.
—No importa.
—¿Cómo he podido? Ahora eres un fantasma. Es terrible. Y yo te he metido en todo esto…
—No tenías manera de saber…
—A pesar de todo, me gustaría poder hacer algo.
—Olvídalo. De todas formas, no podemos resolver el misterio atrapados aquí, en el desierto.
—Y eso te molesta, Albert. Aparte de saber que tu vida está acabada. Más allá de la injusticia, siento frustración… deseo de resolver un acertijo más.