Fuera lo que fuese, resultaba extraño que el potentado confiara en mí.
Pero claro, ¿en quién podía confiar? Kaolin no bromeaba al citar la Ley Secuaz. Cuando entró en vigor, no tardó en convertirse en la forma más rápida de jubilarse anticipadamente: delatando a tu jefe. Los premios por soplón se volvían más sustanciosos a medida que iba cayendo un pucherazo tras otro; la mitad de las multas resultantes iban a sumarse a nuevas recompensas, con lo cual más lugartenientes, sicarios y manos derechas se veían tentados a soltar la lengua. Para sorpresa de todos, un mundo lleno de cámaras resultó una buena protección contra la venganza de la mayoría de las mafias. Muchas bandas y carteles se destruyeron entre sí simplemente intentando asegurar el silencio de sus desertores.
La implacable lógica del Dilema del Prisionero disparó el colapso de una conspiración tras otra a medida que los informadores se convertían en héroes públicos y aumentaba la prisa por conseguir publicidad y riqueza. Durante un tiempo pareció que la perfidia daba la espalda a la proverbial pared. Todo plan criminal con más de tres miembros parecía condenado desde el principio.
Entonces llegó la idemtecnología.
Hoy en día, es posible una vez más tener una banda de cómplices implacables… ¡aunque todos ellos sean tú! Mejor aún si encuentras unos cuantos aliados dignos de confianza que compartan tareas imprintadoras, ya que pueden tener cualidades de las que tú careces. Pero sigue siendo aconsejable mantener bajo el número de miembros originales. Tres o cuatro. Cinco, como máximo. Alguno más y seguirás teniendo una excelente posibilidad de que algún ayudante de confianza te traicione. Una conciencia culpable puede lubricarse bien si las recompensas son grandes.
Kaolin tenía varios miles de empleados reales, que creaban cada día decenas de miles de eficaces y laboriosos ídems para él. ¿Pero podía pedirle a alguno de ellos que cruzara la fina frontera de la ley… como Pallie y yo estábamos a punto de hacer? Las opciones del Vic eran pocas. O lo hacia él mismo, enviando sus propias copias, o contrataba a alguien con la habilidad adecuada. Alguien que ya hubiera demostrado la voluntad de sortear la legalidad y que, sin embargo, tuviera la reputación de mantener su palabra. Alguien también muy motivado para llegar rápidamente al fondo de aquel asunto.
Tras haber escuchado la grabación-archivo de aquel desafortunado gris, Kaolin debía de suponer que yo encajaba en todos los aspectos. Desde luego, yo no iba a complicar las cosas mencionando que era un frankie. ¡Podía tirarme a la recicladora más cercana!
Mientras esperaba a que el conductor trajera nuestro coche, seguí asaltando a Kaolin a preguntas.
—Nos vendría bien si tuviera alguna idea de por qué alguien quiere cargarse su fábrica.
—El porqué debería preocuparle menos que el quién —replicó él severamente.
Vamos, señor. Comprender los motivos es fundamental para pillar a los malos. ¿Se han cansado sus competidores de pagar royalties por sus patentes? ¿Envidian la eficacia de su producción? ¿Podrían estar intentando hundir HU?
Kaolin soltó una carcajada.
—Una firma pública está sometida a demasiados escrutinios. Y el terrorismo es arriesgado… no es el estilo de mis homólogos de Fabrique Chelm o Hayakawa Shobo. ¿Por qué usar bombas cuando pueden causarme más problemas con sus abogados?
—Bueno, ¿quién considera que puede estar lo bastante desesperado para emplear bombas?
—¿Quiere decir aparte de esos patéticos fanáticos que acosan mi puerta? —el ídem platino se encogió de hombros—. No me molesto en contar a mis enemigos, señor Morris. De hecho, me habría retirado ya a una de mis posesiones en el campo si no fuera por algunos urgentes intereses de investigación que me obligan a permanecer al alcance de mis ídems imprimados —suspiró—. Si quiere mi opinión, sólo puedo aventurarme a suponer que este burdo acto de sabotaje debe de ser obra de pervertidos.
—Uh… ¿pervertidos? —parpadeé un par de veces, sorprendido—. Cuando utilizó usted esa palabra antes, no creí que lo hiciera literalmente.
—Oh, pero es así. No son sólo los chalados religiosos y los fetichistas de la tolerancia quienes me desprecian. Sin duda ya lo sabrá. Puede que yo haya ayudado a lanzar la era de la idemización, pero también llevo tiempo oponiéndome al mal uso que se le da a esta tecnología. Desde el principio, me escandalizó la forma que tienen algunos clientes de usarla.
—Bueno, a menudo los innovadores tienen una visión idealizada de lo que surgirá…
—¿Le parezco un santurrón idealista? —replicó Kaolin bruscamente—. Soy consciente de que todas las cosas nuevas se usan mal, sobre todo cuando las compartes con las masas. Mire cómo cada novedad, desde la imprenta a Internet, pasando por el cinc, se convirtió en un medio de difusión de la pornografía casi desde su presentación. O cuando chalados solitarios empezaron a utilizar ídems para el sexo y a difuminar cualquier frontera entre fantasía, infidelidad y autoabuso.
—Pero eso no le sorprendió, supongo.
—Básicamente, no. Cualquiera podía ver que esta tecnología haría que el sexo casual entre desconocidos volviera a ser seguro, después de varias generaciones de miedo. Es el balanceo natural del péndulo, basado en impulsos animales profundamente imbuidos.Demonios, la moda de usar muñecos animados empezó incluso antes de que Beeisov y Leow imprintaran la primera Onda Establecida. No me entusiasmó ver que surgían clubs de idemintercambio por todas partes, pero al menos eso parecía humano.
»Pero luego llegó el movimiento de “modificación”. Oleada tras oleada de supuestas innovaciones, exageraciones, mutilaciones deliberadas…
—Ah, sí. Luchó usted por impedir que la gente modificara los repuestos que les vendía. Pero eso es agua pasada.
Kaolin lo admitió, encogiéndose de hombros.
—Con todo, estoy seguro de que los pervertidos recuerdan cómo los combatí. Y cada año contribuyo con apoyo financiero a la Ley de Crudeza.
—Querrá decir la Ley de Mojigatería —murmuró idPal desde la balustrada del pórtico de servicio de la mansión—. ¿De verdad quiere exigir que todos los ídems salgan de la fábrica con la capacidad de tener emociones suprimidas?
—Sólo las emociones que promuevan una conducta violenta u hostil.
—¡Pero ésa es la mitad de la diversión de ser un golem! Puedes hacer cosas al límite. Desatar el demonio interno reprimido…
—La represión existe por buenas razones —respondió Kaolin acaloradamente. Pal, desde luego, sabía cómo pincharlo—. Razones sociales, psicológicas y evolutivas. Cada año, los antropólogos detectan tendencias preocupantes. La gente se vuelve inmune a grados cada vez más escandalosos de violencia…
—En ciertos momentos y espacios estrictamente definidos. Como soñar con hacer cosas que nunca harías en persona. No hay ninguna prueba concluyente de que eso se transfiera a la conducta real…
—Se vuelven inmunes a las mutilaciones de la forma humana… —Experimentan de primera mano qué se siente al ser más grande o más pequeño, lisiado, del sexo opuesto…
—Infligen sufrimiento…
—Lo experimentan…
—Lo desensibilizan…
—Adquieren otra empatía…
—¡Basta! —grité. Durante un momento había sido apasionante ver al goleen platino de un multibillonario enzarzarse en una pelea a gritos con una criatura en forma de hurón salida del idcmburgo. Pero la faltade cualquier cosa parecida al sentido de la conservación que tiene Pal consigue que las cosas pierdan la gracia en un periquete. Todavía existíamos gracias ala paciencia de aquel tipo—. ¿Entonces cree usted que este ataque puede haber sido en venganza por su incondicional apoyo a la Ley de Crudeza? —pregunté.