– -¿Currículos? Estás bromeando --dijo Mark, que parecía tan sorprendido como yo. Sin duda se sentía indignado de que no hubiera hablado primero con él en privado, pero yo no había querido esperar. De repente, su mirada empezó a escrutar los rostros alrededor de la mesa-. ¿Quién anda a la búsqueda de un nuevo empleo? -preguntó-. ¿Quién?
– Mark, no se trata de eso. No importa si alguien lo hace. No he sacado el tema para que alguien confiese.
– -Quieres decir que no intentas echar a nadie --dijo, tenso, Wingate.
– -No, ni lo intento. Pero quiero deciros, y creo hablar en nombre de Mark también, que nos disgustaría mucho perder a cualquiera de vosotros. Todos habéis trabajado muy duro y sé lo que eso representa. Por tanto, si estáis descontentos con las horas, o con cualquier otra cosa, venid a vernos en privado y explicadnos por qué. Tal vez lo podamos solucionar y nadie tenga que marcharse de R amp; B. Me ha salido un bonito discurso, ¿verdad?
– Bravissíma -dijo Grady aplaudiendo, y yo le hice una reverencia.
Jennifer Rowland levantó tímidamente una mano.
– ¿Bennie? No sé si puedo hacer una pregunta.
– Por supuesto, lo que quieras.
– Todos hemos oído algunos rumores sobre ti y Mark, ya sabes. -Pasó torpemente su mirada de Mark a mí, y ya que mi papel era mantener la dignidad en la derrota, le contesté.
– -Pues, Jennie, es verdad que papá y yo de hecho hemos roto. Pero no fue culpa tuya y nosotros te seguimos queriendo como siempre. --Los asociados se rieron y yo también, aunque sentía un dolor mortal. Mark se puso rojo y miró a Eve.
Pero Jenny movía una mano tratando de hacer callar a todo el mundo.
– -No, no me refería a eso. Ya sabíamos que Mark y tú habíais roto. Lo que yo oí es que la firma se disolvía. Que tú y Mark estabais liquidando el bufete.
Mark se puso tan pálido como yo.
– Jenny, eso es absolutamente falso -dije yo con la boca seca, pero Mark ya se había puesto de pie.
– Chicos, creo que ya hemos tenido suficiente sesión de terapia por hoy. Todo el mundo fuera. -Batió palmas para que los asociados se pusieran en movimiento-. Vamos, vamos. Todo el mundo fuera.
– Espera un minuto, Mark -dije, sorprendida-. Tienen derecho a preguntar, a saber lo que pasa. Se trata de sus trabajos.
– Bennie, basta -dijo, y levantó una mano-. Sé lo que estoy haciendo.
Los asociados ya se retiraban. Amy Fletcher se fue con Jeff Jacobs y Jennifer. Wingate se levantó de un salto y se alejó con Eve y Renee Butler. Grady fue el último en irse y me echó una mirada; sus grandes ojos azules destilaban inteligencia y algo más. Una pizca de comprensión. Luego, todos se fueron.
Cerré la puerta de la biblioteca y me enfrenté a Mark.
6
– Se ha terminado, Bennie -dijo Mark.
– -Lo sé. Me he dado cuenta de que ya no dormimos juntos.
– -No hablo de nosotros. Me refiero a la firma. Es verdad.
– -¿Qué? --No podía creer lo que estaba oyendo. Se me subió la sangre a la cabeza y se me secó la boca. Se me formó un nudo de dolor e indignación en el pecho-. ¿De qué estás hablando?
– Quiero independizarme.
– Ya te has independizado. -Me dije que debía mantener la calma y controlar mis palabras. No quería que empezáramos a gritarnos como de costumbre. No nos había hecho ningún bien, salvo acelerar nuestra separación.
– -Quiero volver a empezar, tener mi propio bufete. Necesito empezar de nuevo. --Se metió las manos en lo más profundo de los bolsillos de su pantalón-. Es demasiado agobiante estar contigo y con Eve en la misma empresa.
– Espera un momento. Estás hablando de mi propia empresa, de mi medio de vida. Tu asunto con Eve es personal. Se trata de dos cosas distintas.
– Entonces, ¿qué sucedió hoy con el jarro de agua? Eve piensa que lo hiciste por celos. No sabe cómo puede seguir aquí estando tú de por medio.
Apreté los dientes.
– Entonces que se vaya. Es mi negocio. Tú y yo sabemos que lo de hoy fue algo profesional.
Se cruzó de brazos en la otra punta de la mesa de reuniones.
– En un par de años estará lista para ser asociada. ¿Tú lo permitirías?
– Lo decidiré en su momento, pero dudo que dé la talla. No considero que esté cualificada después de lo que he visto hoy.
Soltó una carcajada intempestiva.
– Bennie, la guardiana de los principios. No cambias.
– Sin duda, ¿y por qué no? -dije luchando por controlarme el genio-. Eve es una buena abogada de empresa, pero no podría ponerse delante de un tribunal ni aunque le fuera la vida en ello. Para eso, cualquiera de sus colegas es mejor, Butler, Wells o Wingate.
– ¿Wingate? Es un cretino. ¡No tiene el seso suficiente ni siquiera si tuviera la energía necesaria! No lo puedo presentar a un cliente de empresa…
– Baja la voz -le dije por si los asociados estaban oyendo.
– Eve es inteligente, Bennie. Esa idea para la sociedad en participación fue suya. Tú viste el informe.
– ¿Sí? Hemos rechazado a muchos chicos inteligentes que querían ser asociados.
– -Te lo estoy diciendo. Es buena.
– -Tal vez en la cama.
Hizo una mueca.
– -Ese comentario no era necesario, Bennie.
– -¡Por supuesto que sí! Asume las cosas. ¿Por eso quieres darle un tratamiento especial? ¿En qué lugar quedan las demás mujeres? ¿Y los hombres? No tiene talento. Punto. Se acueste con quien se acueste.
Movió la cabeza y yo también. Se hizo el silencio entre los dos mientras recapacitábamos.
– -Me llevaré a mis clientes -dijo Mark en voz baja-. Wellroth y las demás empresas farmacéuticas. Tú te quedas con los clientes por difamación y los casos de abuso policial. Dividimos por la mitad los activos y todo lo que nos deben. He hecho copias en disco de los archivos del ordenador. También de la documentación que escribimos juntos y del sistema de pagos. Eve ha hecho copias de los archivos de casos para los clientes farmacéuticos.
Lo habían planeado todo. Los dos, a mis espaldas. Sentí que ya no controlaba mis nervios.
– Nos dividimos los asociados. Quien quiera venir conmigo y con Eve, que lo haga. Quien quiera ir contigo, que lo haga. He encontrado nuevas oficinas en la calle Veinte. Tienen sol y luz. El alquiler empieza a contar dentro de dos semanas.
– -Te mudas en dos semanas. Pues bien. Vete.
Mark permaneció inmóvil. De repente lo vi todo claro y a mí me dio el pronto.
– -¡No! ¿Me mudo yo? ¿Me estás echando? ¡Mierda, Mark! ¡La casa te pertenece y te quedas con mi firma! ¡Yo pulí estos suelos, cretino!
– Bennie…
– ¿Hay algo más que yo deba saber? Ahora que me has humillado delante de todos, ¿hay algo más que quieras decirme?
– Tú te lo has ganado.
– ¡Vete a la mierda! -grité sin importarme si me oían los asociados-. ¿Dónde has trazado la línea de separación?
– ¿Dónde? Pues bien, ¿desde cuándo representas a activistas de derechos de los animales, Bennie?
– ¿Y eso qué tiene que ver? ¡Hace meses que lo has planeado, hipócrita!
– Lo de hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso. ¿Te importa que Furstmann y Wellroth tengan los mismos propietarios? ¡Comprueba primero si puede haber conflicto de intereses y luego lánzate a salvar la firma!
Estaba tan furiosa que podía gritar y lo hice.
– -¡Defendí a ese chico de cargos criminales! ¡Su querella por brutalidad era contra la policía y el ayuntamiento! ¡No existen conflictos de intereses! ¡Furstmann no tiene nada que ver!
– -Por supuesto, no comprobaste nada, ni te importó. El doctor Haupt me dijo después del almuerzo que recibió un fax durante el juicio. ¡Se lo enviaron por mensajero, Bennie! ¡Tú representabas al grupo que protestaba contra su empresa! ¡Mi socia! ¿Cómo crees que les cayó la noticia? -Mark se pasó la mano por el pelo con un ademán de furia-. ¡Es un auténtico milagro que consigamos nuevos casos! ¡Y te guste o no, ha sido porque Eve les ha caído bien!