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La mujer se levantó para coger un paquete con envoltorio de papel de estraza, que Bernal examinó con cuidado.

– ¿Lo ve, comisario? ¡Tiene que estar vivo!

Saltaba a la vista que el paquete se había abierto y vuelto a envolver con alguna impericia. Estaba dirigido a la señorita Abad, a la catedral, y el matasellos estaba muy borrado por la parte donde la estampilla de Correos llegaba a la esquina del basto papel pardo. Bernal sacó una lupa de relojero y vio que el matasellos era un poco más legible en los dos sellos satinados que ostentaban la cabeza de Juan Carlos I. Descifró parte de la palabra «Aranjuez» en la curvatura superior, «11.00» en el centro, y la parte inferior del día y el mes, «06 Dic.», en tanto que el año resaltaba con claridad debajo.

– Me temo que el paquete fue remitido el sábado por la mañana, señora, bastante antes de que muriera. ¿Puedo ver qué contiene?

– Naturalmente. Y eso es lo más extraño. No es más que su misal diario. Sin ninguna nota ni nada.

– Pero la dirección está escrita de su puño y letra, ¿verdad?

– Sí, claro. Si quiere comprobarlo, le traeré una de sus cartas -se puso a trastear en un cajón-. ¿Por qué me enviaría su misal por correo? A lo mejor quería mandarme otra cosa. ¡Si tenía que venir ese mismo día!

Miranda examinó el papel de envolver y comparó lo allí escrito con la letra de fray Nicolás, mientras Bernal hojeaba el misal. Como medio de señalar páginas contenía cierta cantidad de estampas religiosas semejantes a las que solían ofrecer a la puerta de algunos templos después de misa, pero no pudo percibir en ellas ninguna señal a lápiz ni a tinta.

– ¿Podría usted dejarnos temporalmente el misal y el papel, y también la carta de su hermano?

– Desde luego que sí, comisario.

– Por favor, señora, no alimente falsas esperanzas. Si lo desea, podemos llevarla a Madrid para proceder a la identificación formal, pero como el padre Gaspar va a hacerlo también, si usted prefiere no venir…

– Tengo que ir, comisario, aunque sólo sea para convencerme de que es él. Hay que ser fuerte para afrontar las pruebas que Dios dispone.

Festividad de Santa Eulalia de Mérida

(10 diciembre)

Cuando Bernal llegó aquella mañana al despacho, el inspector Navarro le entregó el informe del toxicólogo sobre fray Nicolás.

– Llegó ayer por la tarde, jefe, cuando ya te habías ido, pero pensé que podía esperar a hoy.

– No puede negarse que se han tomado su tiempo para elaborarlo. ¿Cuáles son los puntos más destacados?

– No hay rastro de drogas ni en los restos estomacales, ni en la sangre, ni en los órganos, aunque sí un elevado porcentaje de alcohol, más de 140 miligramos por ciento. Puesto que era bebedor habitual, no era suficiente para hacerle perder el dominio de los movimientos, aunque sí para achisparle considerablemente.

– Y por tanto anular su prudencia, Paco. Por eso estaba desprevenido.

– Lo más desconcertante es esto, jefe. Que le han encontrado agua del río en el estómago. Están seguros por los restos de cieno y diatomeas, que coinciden con las muestras del agua que tomó Varga del río.

– Pero eso significaría que aún estaba vivo cuando cayó al agua -objetó Bernal- y Peláez estaba seguro de que no se había ahogado, sino que se le había matado a golpes en la cabeza. ¿Había agua en los pulmones o en los bronquios?

– No, sólo en el duodeno y el estómago.

– Peláez tiene que haberse equivocado entonces, aunque no es propio de él. El muerto tragó sin duda un poco de agua antes de fallecer, y no es muy verosímil que se apartase del sendero que discurre junto al palacio real para beber agua del río, con lo contaminada que está. Anda, llama a Peláez y dile que venga para tener una charla.

Cuando Navarro hubo hecho la llamada, Bernal le preguntó acerca del misal de fray Nicolás, que se había enviado al laboratorio técnico.

– ¿Ha sacado Varga algo en limpio?

– No mucho. Dice que al parecer no se ha escrito nada en él. Nos ha enviado una lista de las páginas que señalaban las estampas en la sección de las misas propias del día.

Bernal leyó la lista con interés creciente y las fechas que Varga había mecanografiado: 29 de noviembre, 8, 13 y 24 de diciembre, 1, 5 y 6 de enero.

– ¿Y no hay nada escrito en las páginas correspondientes ni en las estampas?

– Él no ha descubierto nada, pero está haciendo más pruebas.

– Me da en la nariz, Paco, que fray Nicolás quiso avisarnos a propósito del complot Magos. Observa las cuatro fechas que aparecen en primer lugar: corresponden a mi interpretación del código cromático de los mensajes aparecidos en el periódico. Di a Varga que siga esta pista hasta agotarla. Nicolás tuvo que haber oído algo de lo que se dijo en la habitación del padre Gaspar y sin duda quiso transmitirlo a las autoridades mediante un procedimiento secreto.

Antes de que llegara el doctor Peláez, entró Ángel Gallardo con la lengua fuera.

– ¡Ángel! Te tengo dicho que no te expongas a que te desenmascaren… -le reprochó Bernal-. ¿Qué haces aquí? ¿Ha descubierto Elena algo más?

– Tengo apenas un minuto, jefe. Mi compañero ha ido a telefonear a su novia y he aprovechado la ocasión para venir y contarle la noticia. Algo gordo se trama, no aquí, sino en Andalucía. Se nos ha encargado llevar a Sevilla una furgoneta llena de panfletos confeccionados en la imprenta de La Corneta para entregarlos en una dirección de la calle de la Feria de aquella ciudad.

– ¿Has podido ver qué dicen los panfletos, Ángel?

– Mejor aún, jefe: le he traído uno -sacó una hoja satinada y doblada, de color rojo y azul-. Lo saqué de uno de los paquetes. Hay bultos también de carteles grandes, aunque no era tan fácil echar el guante a uno de éstos.

Bernal desplegó la hoja y los tres se pusieron a leerla. Comenzaba con grandes mayúsculas de color azuclass="underline"

¡MAGOS! ¡SE ACERCA EL DÍA

DE LA SALVACIÓN NACIONAL!

A todos los miembros se les ha pedido se preparen para actuar el 6 de enero. En los encuentros regionales del domingo 13 de diciembre se concretarán las órdenes definitivas.

Cada día que pasa, vemos nuestra vida nacional prostituida por los partidos políticos que deshonran a la patria dentro y fuera de sus fronteras, como ya previo el Caudillo. Cada día que pasa, vemos nuestra religión escupida y a nuestros sacerdotes y monjas ridiculizados. Cada día que pasa, vemos la vida familiar degradada y la honradez de nuestras madres, esposas, hermanas e hijas mancillada por la pornografía que invade los teatros, los cines y los quioscos. Cada día que pasa vemos a nuestro pueblo corrompido por la malévola tentación de jugar en las quinielas, loterías y bingos.

Cada día que pasa, vemos cómo esos sanguinarios terroristas asesinan a nuestros policías y guardias civiles con el único objeto de destruir la unidad de la patria.

No tardarán en volver todas las cosas a su cauce. Restauraremos las tradiciones de nuestros mayores y la moral sana y limpia volverá a imperar en nuestras calles y en nuestras casas.

¡NO FALLÉIS EN VUESTRA AYUDA A MAGOS!

¡ES LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD DE SALVAR

A LA PATRIA!

– No dice dónde van a celebrarse esos encuentros regionales -comentó Bernal-. ¿Se han movilizado otras furgonetas, aparte de la tuya, Ángel?

– Sí, jefe. Otras siete están cargadas de material. He estado de palique con algunos de los chóferes y me he enterado de que una va a Barcelona, otra a Valencia y una tercera a Valladolid. No he podido averiguar nada acerca de las demás.