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Daniel negó con la cabeza.

– He comprobado todos los aparatos que tenemos permitido rastrear para averiguar cuándo lo informaron de lo de Gemma, pero no había ninguna llamada nueva. Lo que me gustaría saber es cómo se enteró de lo de Rhett Porter.

– El vendedor de coches que se salió de la carretera anoche -puntualizó Chase-. ¿También guarda relación con el caso?

– El accidente tuvo lugar en la US-19, a más de cien kilómetros de Dutton. Nadie vio a Porter salirse de la carretera. Quien informó del accidente fue un motorista que pasó por allí cuando el coche ya se había incendiado y el fuego estaba casi extinguido.

– ¿Cómo supieron que era Porter? -preguntó Ed, mirando la foto de primera plana del Dutton Review-. Supongo que no debía de quedar gran cosa de él.

– De hecho aún no han identificado el cadáver -respondió Daniel-. Esperan poder utilizar el registro dental. Pero Porter vendía coches y solía conducir vehículos de prueba con placas de matrícula magnéticas. Una de las placas salió disparada cuando el coche cayó por el terraplén y por eso pudieron identificarlo.

– Y ¿cómo se ha enterado Woolf? -preguntó Chase, y Daniel sacudió la cabeza, indignado.

– Todavía no lo sabemos. Según lo que el propio Woolf me ha dicho esta mañana cuando lo he echado del árbol a patadas, la esposa de Porter le dijo que la semana pasada se le veía alterado. Además todo el mundo sabía que el Lincoln que se estrelló era el modelo que Porter llevaba. Claro que de ahí a cómo Woolf llegó al escenario justo a tiempo de tomar la foto… Woolf se niega a revelar quién es su informador y, a menos que la comunicación tuviera lugar por alguna de las vías que estamos investigando, no sabremos nada.

– Y aparte del hecho que Rhett Porter vivía en Dutton, de que estaba alterado y de la presencia de Woolf, ¿qué más hay que lo relacione con los tres asesinatos? -preguntó Chase.

– Estudió con Wade Crighton y Simon. Alex recuerda que era amigo de Wade. Además era el hermano mayor de los chicos que encontraron el cadáver de Alicia.

Chase refunfuñó.

– Daniel.

Daniel se encogió de hombros.

– Solo relato los hechos. Además, no pierdas de vista que Jim Woolf estuvo en el lugar del accidente. He pedido a la jefatura superior de Pike County que siga de cerca la investigación, quiero que examinen el coche centímetro a centímetro. También quiero que se siga la pista a Woolf las veinticuatro horas del día. De momento no ha hecho nada por lo que podamos arrestarlo, pero sé que acabará haciéndolo.

Daniel exhaló un suspiro, no le apetecía nada decir lo que venía a continuación.

– Cuando Leigh consiga los anuarios, tendremos que averiguar quién más iba a clase con Wade, Simon y Porter. Es posible que los violadores que aparecen en las fotos de Simon sean todos de Dutton.

– Alguien se está poniendo nervioso -dijo Hatton con su tono quedo-. Se descuidaron un poco al intentar atropellar a la señorita Fallon pero parece que con Porter lo han hecho mejor.

– Eso parece. -Daniel se volvió hacia Ed-. Nos quedan la casa de Bailey y la pizzería. ¿Algo nuevo?

– En casa de Bailey no hemos descubierto nada más, nada que indique dónde estaba Hope cuando vio que se llevaban a Bailey. Hemos comparado el grupo sanguíneo de Bailey con el de la sangre del suelo. También tomamos un poco de pelo de un cepillo del baño. Efectuaremos un análisis pero estoy casi seguro de que la sangre es de Bailey.

– ¿Y de la pizzería?

– Hemos tomado las huellas al hombre que disparó y hoy las compararemos con el AFIS. También queremos hablar con el agente que persiguió el coche que ayer trató de atropellar a Alex -añadió Ed-. A ver si conseguís identificar el coche o al hombre.

– Yo me encargo de eso -se ofreció Koenig.

Daniel tomó nota de los siguientes pasos en su cuaderno.

– Gracias. Yo interrogaré a las víctimas de violación de hace trece años. Quiero que me acompañe una agente.

– Irás con Talia Scott -ordenó Chase-. Es buena en ese tipo de interrogatorios.

Daniel asintió.

– De acuerdo. Cuando Leigh consiga los anuarios de la academia Bryson, pídele que confeccione un listado con todas las compañeras de estudios de Janet, Claudia y Gemma. Tenemos que descubrir por qué el asesino las ha elegido para recrear el crimen de Alicia. Puede que alguna de sus compañeras nos ayude a descubrir lo que las relaciona con Alicia y con las otras víctimas.

– Y también tenemos que advertirlas -dijo Chase-, si es que no están ya sobre aviso y han tomado precauciones.

– Yo me encargo de eso -se ofreció Chase-. Tenemos que canalizar la información, no es aconsejable que cunda el pánico y no tenemos recursos suficientes para ofrecer protección a todas las víctimas potenciales.

Daniel se puso en pie.

– Entonces en marcha. Nos encontraremos aquí de nuevo a las seis.

Atlanta, miércoles, 31 de enero, 9.35 horas.

– Alex, ¿te sientas?

Alex dejó de pasearse y observó la imagen de Meredith reflejada en la luna de efecto espejo. Meredith se encontraba sentada tras ella, trabajando tranquilamente con el portátil, mientras Alex era un manojo de nervios. Al otro lado del cristal estaba Hope con la psicóloga infantil Mary McCrady y un retratista forense que parecía tener más paciencia que un santo.

– ¿Cómo puedes estar tan tranquila? No están consiguiendo nada.

– Ayer estaba destrozada; todo era culpa de la música. -Se encogió de hombros-. Hoy no he tenido que oír más música y he podido salir a correr. Por eso estoy bien. -Observó a Hope, que se negaba a mirar a los ojos tanto a la psicóloga como al retratista-. Acaban de empezar, Alex. Dale un poco de tiempo a Hope.

– ¿Un poco de tiempo? No tenemos tiempo. -Alex se aferraba los dedos y se los retorcía-. Hace siete días que Bailey desapareció. Cuatro mujeres han muerto. No tenemos tiempo que perder.

– Por mucho que te pasees no cambiarás las cosas.

Alex alzó los ojos en señal de exasperación.

– Ya lo sé -dijo entre dientes; estaba frenética-. ¿No crees que ya lo sé?

Meredith dejó el portátil a un lado y rodeó a Alex por los hombros.

– Alex…

Alex posó la cabeza en el hombro de Meredith.

– Han encontrado a otra víctima -musitó, sintiéndose… impotente. Por unos momentos, mientras estaba con Daniel en el sofá, se había sentido poderosa, importante. Ahora la realidad se abría paso y le demostraba lo impotente que era en realidad.

– Si fuera Bailey, Daniel te lo habría dicho.

– Ya lo sé; pero, Mer… Son tres mujeres además de Sheila. Y el padre Beardsley. Esto es peor que la más horrible de mis pesadillas.

Meredith abrazó a Alex más fuerte y juntas observaron a Hope a través del cristal. Cuando la puerta se abrió tras ellas, las dos se volvieron de golpe y vieron a Daniel cerrarla.

El pulso de Alex se aceleró y su ánimo se elevó. Pero él no sonreía y supo que lo que tenía que decirle no era agradable. Se abrazó, preparándose para lo peor; aunque no sabía muy bien qué podía ser peor todavía.

– No dispongo de mucho tiempo -musitó él-, pero tenía que hablar contigo.

– ¿Quieres que salga? -preguntó Meredith, y Daniel negó con la cabeza.

– No hace falta. -Estrechó los brazos de Alex-. No sé cómo decirte esto, así que lo soltaré y punto. La hermana Anne está en á hospital. Anoche le dieron una paliza y no está bien.

Alex notó que le flaqueaban las rodillas y se dejó caer en una silla; de pronto se sentía extenuada.

– Oh, no.

Él se agachó para mirarla a los ojos.

– Lo siento, cariño -dijo con suavidad. Le asió las manos y la hizo entrar en calor-. Hemos enviado a un equipo de la científica a registrar su piso.

Ella tragó saliva.

– ¿Y Desmond?

– Él está bien.

Alex suspiró con una mezcla de alivio y miedo.