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– De modo que te fuiste de casa y nunca volviste.

– Hasta que recibí la llamada del sheriff de Dutton hace dos semanas explicándome que mis padres habían desaparecido. Ese mismo día supe que mi madre estaba enferma de cáncer. Solo quería verla una vez más, pero resultó que llevaba muerta dos meses.

Simon la había asesinado.

– Entonces, ¿de dónde has sacado ahora las fotografías?

– El pasado día de Acción de Gracias mis padres se enteraron de que Simon aún estaba vivo.

– Porque el chantajista de Filadelfia se había puesto en contacto con tu padre.

Daniel abrió los ojos exasperado.

– Vaya, sí que es bueno el artículo.

– Eso lo he sacado de internet. Tu familia está de moda, tío.

Daniel alzó los ojos en señal de exasperación.

– Genial. Bueno, mis padres fueron a Filadelfia a buscar a Simon. Mi madre quería que volviera a casa, estaba segura de que sufría amnesia o algo así. Mi padre quería hacer hincapié en el chantaje y por eso se llevó las fotos a Filadelfia. Al final mi madre se percató de que mi padre no pensaba dejar que viera a Simon.

– Simon le habría explicado que tu padre sabía desde el principio que estaba vivo.

– Exacto. Entonces mi padre desapareció. Debió de encontrar a Simon porque este lo mató y lo enterró en un campo aislado junto con sus otras víctimas. Luego Simon se puso en contacto con mi madre y esta decidió ir a encontrarse con él. Sabía que podía tratarse de una trampa, pero no le importó.

– Porque de todos modos iba a morir de cáncer y no tenía nada más que perder.

– Eso. Pero antes abrió un apartado de correos a mi nombre. En el buzón encontré las fotografías. Las había dejado allí por si Simon la mataba.

– Antes has dicho que un tal Ciccotelli de Filadelfia tenía copias de las fotos. ¿Sabe que guardas los originales?

– No. Yo mismo hice las copias que le entregué.

Luke lo miró atónito.

– ¿Llevaste esas fotos a una copistería?

– No. -A Daniel se le escapaba la risa-. Cuando retiré las fotos del apartado de correos me compré una impresora multifunción. Aún quedaban unas horas para que Susannah llegara de Nueva York y aproveché para volver a la habitación del hotel, conectar la impresora al portátil y hacer las copias.

– ¿Conectaste la impresora tú solo?

– No soy un completo inútil -soltó Daniel en tono seco-. El vendedor me enseñó cómo hacerlo. -Se volvió a mirar la fotografía de la agresión de Alicia-. Durante años he tenido pesadillas inspiradas por esas chicas. En la semana transcurrida desde que encontré las fotografías he memorizado sus caras. Me había prometido a mí mismo que descubriría cuánto tuvo que ver Simon con las imágenes y luego buscaría a las chicas y les explicaría que está muerto. No imaginaba que la primera víctima se cruzaría en mi camino de esta manera.

– O sea que no conocías de nada a Alicia Tremaine.

– No. Era cinco años más joven que yo y por eso no coincidimos en la escuela, y cuando la asesinaron yo ya me había marchado a estudiar a la universidad.

– ¿Y ninguno de los tipos de la foto es Simon?

– No. Todos esos hombres tienen dos piernas y Simon era cojo. Además era bastante más alto que cualquiera de ellos. No he observado tatuajes ni cualquier otra característica o marca distintiva en ninguna de las fotos.

– Sin embargo ahora conoces el nombre de una de las víctimas, lo cual es mucho más de lo que tenías antes.

– Es cierto. Me pregunto si debería contarle a Chase lo de las fotos. -Chase Wharton era el superior de Daniel-. Claro que, si lo hago, puede que me aparte del caso de Arcadia y también de toda investigación que tenga que ver con las fotos. La verdad es que quiero resolver esos dos casos, necesito hacerlo.

– Es tu forma de reparar los daños -musitó Luke, y Daniel asintió.

– Sí.

Luke arqueó una ceja.

– Das por sentado que no arrestaron a nadie por el asesinato de Alicia.

Daniel se irguió de repente.

– ¿Podrías comprobarlo?

Luke ya tecleaba en el portátil.

– La policía arrestó a un tal Gary Fulmore pocas horas después de encontrar el cadáver de Alicia. -Volvió a teclear, lo hacía muy rápido-. Gary Fulmore fue declarado culpable de agresión sexual y asesinato en segundo grado el mes de enero siguiente.

– Ahora también estamos en enero -observó Daniel-. ¿Será casualidad?

Luke se encogió de hombros.

– Eso es lo que tienes que averiguar. Mira, Danny, lo que está claro es que no ha sido Simon quien ha asesinado a la chica de Arcadia. Lleva muerto una semana.

– Y esta vez lo he visto morir con mis propios ojos -afirmó Daniel con decisión. «De hecho, yo intervine en su muerte.» Y estaba satisfecho de ello. Había hecho un bien al mundo asegurándose de que Simon muriera.

Luke lo miró comprensivo.

– Y al asesino de Alicia lo detuvieron. Quién sabe, tal vez ese sea Fulmore. -Señaló al violador de la fotografía-. Y lo más importante, ten en cuenta que no estás resolviendo el asesinato de Alicia Tremaine, sino el de la mujer de Arcadia. Si yo fuera tú, de momento no mencionaría las fotos.

Desde un punto de vista lógico, el razonamiento de Luke tenía perfecto sentido. O tal vez simplemente necesitaba que lo tuviera. Daba igual; Daniel exhaló un suspiro que sobre todo era de alivio.

– Gracias. Te debo una.

Luke arqueó una ceja.

– Por una cosa así me debes más de una.

Daniel bajó la cabeza para mirar a Riley, que no había movido ni un músculo en todo el rato.

– He cuidado de tu perro y he salvado tu vida sexual. Eso vale por muchas, Papa.

– Oye, no es culpa mía que Denise no quisiera convivir con el perro de Brandi.

– Pero si Brandi compró un perro fue por tu culpa.

– A Brandi se le antojó que un detective debía tener un sabueso.

Daniel alzó los ojos en señal de exasperación.

– Está claro que el mejor atributo de Brandi no es su inteligencia.

Luke sonrió.

– Para nada. Pero en su defensa diré que mi piso tiene un límite de peso y un sabueso habría sido demasiado grande, por eso elegimos a Riley.

– Tendría que habértelo devuelto cuando Denise te dejó -protestó Daniel.

– De eso hace dos años y seis novias -observó Luke-. Me parece que te has encariñado con el bueno de Riley.

Era cierto, por supuesto.

– Lo único que sé es que será mejor que no vuelva a probar la comida de tu madre, si no te lo devolveré y tú rezarás para que a tu próxima novia le gusten los basset y para que ella le caiga bien a tu madre.

Para mamá Papa, el hecho de que Luke cambiara continuamente de pareja era motivo de angustia permanente. En general las chicas en sí le traían sin cuidado, pero no dejaba de albergar la esperanza de que Luke se comprometiera por fin con una y le diera nietos.

– Yo me encargaré de recordarle que tú hace años que no sales con nadie -replicó Luke, levantándose del sofá con aire de suficiencia-. Estará tan ocupada buscándote una belleza griega que no tendrá tiempo de preocuparse por mí. -Abrió la puerta y se volvió con semblante serio-. No has hecho nada malo, Daniel. Aunque hubieras denunciado la existencia de esas fotos hace diez años, sin pruebas nadie podría haber hecho nada.

– Gracias, tío. Me tranquiliza oír eso.

Y de veras lo hacía.

– ¿Qué vas a hacer ahora?

– De momento, voy a sacar a pasear a Riley. Mañana me ocuparé de las pruebas del homicidio de Arcadia como de costumbre. Y buscaré información sobre Alicia Tremaine, a ver si su familia o sus amigos recuerdan algo. Quién sabe, tal vez descubra cosas nuevas. Dale a mamá Papa las gracias por la comida.

Dutton, domingo, 28 de enero, 23.30 horas.

– Siento no haber venido antes -musitó Mack mientras se sentaba en el frío suelo. El mármol en que apoyaba la espalda era todavía más frío. Ojalá hubiera podido ir de día, con sol y calor. Pero no podía permitir que lo vieran sentado junto a la tumba, no quería que nadie supiera que había regresado, porque en cuanto lo supieran lo comprenderían todo… y aún no estaba preparado para eso.