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— Pero esto nunca se realizará — añadió Guianeya.

¡Pobre muchacha, estaba ignorante de todo!

— Temo que sea así — contestó con suavidad Murátov —. Haríamos todo lo posible para que usted tenga la posibilidad de regresar, pero usted misma no sabe dónde se encuentra su segunda patria. A lo mejor sale de allí hacia la Tierra una nave más.

— Tenía que haber salido — dijo inesperamente Guianeya —. Pero en el último momento se decidió no enviarla.

— Sus compatriotas pueden haberlo vuelto a pensar. Oiga, Guianeya — Murátov quería aliviar sus penosos pensamientos —, ¿por qué precisamente usted fue elegido como traductora? ¿Es que sólo usted sabía español?

— Lo sabe bien mi padre — dijo Guianeya — pero ya es viejo para volar por segunda vez a la Tierra y yo era la que mejor aprendí este idioma.

– ¿Su padre estuvo en la Tierra?

— Tomó parte en el primer vuelo, en el que fue encontrado su planeta.

– ¿Estuvo mucho tiempo en la Tierra?

— Exactamente no lo sé, pero me parece que mucho. Mi padre tuvo tiempo de aprenderlo bien.

– ¿Cuándo tuvo lugar esto?

Raúl y Marina aguzaron el oído al escuchar esta pregunta que hacía tanto tiempo interesaba a todos. ¿Respondería Guianeya?

— Les parecerá a ustedes raro — dijo Guianeya — pero no lo sé. En los vuelos cósmicos es muy difícil comprender la marcha del tiempo. Pero me parece que, calculando según los años de ustedes, esto tuvo que tener lugar aproximadamente hace medio siglo.

– ¿Qué? — Murátov se levantó fuertemente emocionado —. ¿No se equivoca usted, Guianeya?

— Pienso que no me equivoco. ¿Qué es lo que le asombra a usted?

— No, nada. Pensábamos que esto había sucedido mucho antes.

La respuesta de Guianeya derrumbó en un instante todo el edificio de conjeturas e hipótesis levantado por las personas. Parecía indudable que los compatriotas de Guianeya habían estado en la Tierra durante la Edad Media. Era difícil concebir que nadie los hubiera notado en los últimos tiempos. ¡Medio siglo! Esto significaba que una nave extraña descendió en la Tierra en los últimos veinticinco años del siglo veinte, en la época del socialismo y del florecimiento impetuoso de la cosmonáutica. ¡Increíble!

— Vamos a aclarar las cosas — dijo Murátov, intentando ocultar a Guianeya su emoción creciente —. No tenemos nada que hacer y podemos dedicarnos un poco a las matemáticas. ¿Cuántos años tenía usted cuando su padre voló a la Tierra?

— Ninguno — sonrió Guianeya —. No había tenido tiempo de nacer.

Esto dificultaba el problema.

— Bien, ¿pero cuántos años tenía su padre?

— No lo sé.

— Pero, por ejemplo, su madre, tenía que recordar cuánto tiempo estuvo ausente.

— Probablemente esto lo recuerde, pero yo nunca se lo pregunté.

Se derrumbó el plan de Murátov.

A pesar de todo no podía creer en sus palabras. ¡Medio siglo! Guianeya se equivocaba.

Se podía creer que esto hubiera ocurrido al comienzo del siglo diecinueve, pero al final del veinte… Guianeya confundía la diferencia del tiempo que hay para las gentes que se encuentran en el planeta y para aquellos que vuelan en el cosmos con una velocidad cercana a la de la luz. Todo consistía en esto.

Pero Guianeya se podía equivocar en un siglo, en siglo y medio, pero no más. Había que rechazar la hipótesis de que esto había ocurrido en los siglos de la Edad Media de la historia terrestre.

Esto cambiaba todo el cuadro que habían ideado los científicos de la Tierra con la colaboración y participación activa del mismo Murátov.

«Es una verdadera pena que en vez de Guianeya — pensó Murátov — no estuviera aquí el mismo Riyagueya. ¿Se descubrirá alguna vez la verdad o quedará desconocida por los siglos de los siglos?»

Murátov estaba tan pensativo que no contestó a una pregunta que le hizo Guianeya.

Ella se encogió de hombros y se volvió hacia Marina.

— Miren, camaradas — dijo García — hacia nosotros corre Stone.

– ¿Corre? — dijo Marina asombrada. Todos se volvieron.

Stone, en efecto, no andaba sino que corría. Esto no era habitual en él. Por lo visto, algo había ocurrido.

Incluso sin saludar, lo que en él era completamente extraño, dijo jadeando:

– ¡Traduzcan! Cerca de la Tierra ha aparecido una nave cósmica, y sin duda alguna pertenece a sus compatriotas.

8

Los gravímetros de las estaciones lunares fueron los primeros que captaron la presencia de una nave invisible que se aproximaba a la Tierra.

La invisibilidad, de por sí, hizo pensar que esta nave pertenecía a los mismos que volaron hace año y medio, ya que no podía ser que durante tan corto espacio de tiempo visitaran la Tierra personas de dos planetas diferentes. Esto hubiera sido una casualidad extraordinariamente inconcebible, puesto que una visita de esta clase ni una vez tuvo lugar durante miles de años, sin tener en cuenta la que hicieron los compatriotas de Guianeya. Estaba claro que eran ellos.

¿Pero para qué y con qué objeto se presentaban tan pronto?

El plan de los compatriotas de Guianeya estaba completamente claro y esto daba la posibilidad de prever sus ulteriores acciones.

Se consideraba que era prematuro el vuelo a la Tierra de la segunda nave.

Aunque fue pequeño el tiempo que actuaron los emisores de radiaciones de los satélitesexploradores, sus radiaciones fueron captadas por los aparatos, estudiadas y descifradas. Pertenecían al grupo de las radiaciones atómicas, y su influencia sobre el organismo humano conducía inevitablemente al cese completo de la natalidad. La humanidad de la Tierra debía «extinguirse» de forma natural.

Para la realización de este plan se exigía como mínimo de ochenta a noventa años, y sólo después de este plazo se esperaba el segundo vuelo.

La tripulación de la primera nave fue aniquilada por Riyagueya, y los que habían quedado en el planeta no podían saber que el plan había fracasado.

Sin embargo aparecían pasado sólo año y medio.

Sin duda alguna ellos estaban seguros que sus camaradas de la primera nave habían conectado las instalaciones de los satélites, pero lo que había pasado no lo sabían y no lo podían saber.

¿Para qué entonces habían volado?

Había tres explicaciones.

La primera, la más inverosímil, era que la nave de Riyagueya no regresaría a su debido tiempo. Su inverosimilitud consistía en que la tripulación de la nave debía de pasar un cierto tiempo en la Tierra. Esto lo demostraba la presencia de la traductora. Pero año y medio era un plazo demasiado pequeño para poder salvar la distancia de la Tierra hasta cualquiera de las estrellas más próximas, aunque sólo se estuviera en la Tierra un mes.

La segunda, que parecía la más verosímil, expresaba la idea de que la nave aparecida había volado para realizar una comprobación. Y poniéndose en lo más desagradable, había volado con el fin de reforzar la acción de los satélites, de acelerarla, para lanzar sobre la Tierra nuevas porciones más potentes de diabólicas radiaciones.

La última explicación parecía que la desmentía la acción de Riyagueya y lo que había dicho en su nombre Guianeya. Pero ella podía también equivocarse.

Llegó el momento de pensar en ¿cómo recibir a los huéspedes no invitados?

La humanidad de la Tierra tenía todos los derechos morales para destruir la nave que se acercaba. Esto sería un acto legal, como se decía en la antigüedad, un acto de autodefensa y esto era fácil hacerlo.

Pero a nadie se le ocurrió una acción de este tipo.

Los científicos e ingenieros sentían una gran desilusión ya que la base y los satélites habían desaparecido sin dejar rastro, sin que nadie pudiera saber su construcción y principios de funcionamiento. Esta era técnica de otro mundo, y como era natural, existían grandes deseos de estudiarla.