Longevidad
Cuando el Señor Naoshige pasó por un lugar llamado Chiriki, se le dijo: "Por aquí vive un hombre anciano, cuya edad supera los noventa años. Este hombre es tan afortunado que deberías deteneros para saludarle." Naoshige escuchó y contestó: "¿Quién puede ser más desgraciado que este hombre? ¿Cuántos hijos y nietos ha visto ya desaparecer? ¿Dónde se encuentra su suerte?" No se detuvo para saludar al anciano.
Relajación
Me han contado que el señor Naoshige había dicho un día: "Hay un momento en el que todo el mundo está alegre y amistoso y es el momento en donde uno se relaja. Sin embargo, también hay cosas que uno lamenta siempre después de haberlos hecho o dicho."
Confusión
Durante una cacería en un lugar llamado Shiroishi, el amo Katsushige mató a un enorme jabalí. Todos le rodeaban admirándolo por la bestia extraordinaria que acababa de abatir. De repente, el jabalí dejado por muerto se levantó y cargó. Los miembros del cortejo del amo, sorprendidos, se asustaron y huyeron. En aquel momento, Matabei Nabeshima, rápido como el rayo, disparó sobre el jabalí y lo alcanzó. El amo Katsushige se cubrió el rostro con su manga y exclamó: "El aire está lleno de polvo." Evidentemente, hizo este gesto para evitar ver la confusión de los aduladores.
Un hombre, Hyogo Naritomi, dijo un día: "La verdadera victoria significa la derrota de tu amigo. Ganar a tu aliado significa alcanzar la victoria sobre ti mismo; es la victoria del espíritu sobre el cuerpo." Un Samurai tiene el deber cotidiano e cultivar su espíritu y de ejercitar su cuerpo de tal manera que ninguno -entre mil aliados- pueda alcanzarlo. Sin esto, será ciertamente incapaz de derrotar a un enemigo.
Un método secreto
Cuando vayáis a salir para una misión importante antes de hacerlo, colocad saliva sobre los lóbulos de vuestras orejas, respirad profundamente, tirad y romped un objeto entre vuestras manos. Es un método secreto. Del mismo modo, si sentís que la sangre se os sube a la cabeza, colocad saliva sobre vuestros lóbulos de la oreja y os sentiréis mejor inmediatamente.
Se considerará siempre como algo natural la cualificación y la competencia de un Samurai, cualquiera que sea la manera extraordinaria en que realiza sus hazañas. Si sus resultados son semejantes a los de sus contemporáneos, se considera que es de poca valía. En cambio, si una persona despreocupada cualquiera realiza algo de manera ligeramente superior al promedio, será alabado grandemente.
Las palabras (II)
La mejor actitud respecto a las palabras es no usarlas. Si pensáis que podéis pasar sin usarlas, no habléis. Lo que debe ser dicho debería serlo siempre de la manera más concisa, lógica y clara posible. Una cantidad sorprendente de personas se ridiculizan hablando sin reflexionar y se desconsideran otra tanto.
Lealtad a la muerte
La absoluta lealtad respecto de la muerte debe ser puesta en práctica todos los días. Debemos comenzar cada amanecer meditando tranquilamente, pensando en el último momento e imaginando las diferente maneras de morir: muerto por una flecha, por un cañonazo, atravesado por un sable, sumergido por las olas, saltando en un incendio, golpeado por el rayo, aplastado por un terremoto, cayéndonos desde un risco, víctima de una enfermedad o súbitamente. Debemos comenzar la jornada pensando en la muerte. Como decía un anciano: "Cuando abandonáis vuestro tejado, entráis en el reino de los muertos; cuando abandonáis vuestro umbral, encontráis al enemigo." Esta sentencia no preconiza la prudencia sino la firme resolución de morir.
Los pequeños fallos
Si os lanzáis a una empresa, no os preocupéis de los problemas de poca importancia. No es grave que un Samurai se manifieste egoísta de tiempo en tiempo, si por lo demás es perfectamente leal y devoto a su amo, si es bravo y generoso por regla general. De hecho, es más bien malo ser siempre perfecto en todas las cosas, porque entonces se tiene tendencia a olvidar que podemos cometer errores. Un hombre que se lanza a la aventura no puede cometer fallos. En efecto, ¿qué importancia tiene, en un hombre que cultiva el honor y la integridad, cometer un fallo mínimo?
Cuando Nabeshima Tadanao tenía sólo quince años, un criado de las cocinas cometió una mala acción y uno de los guardias quiso matarlo; pero lo que ocurrió es que al final fue el criado quien lo mató. Los Ancianos del clan reclamaron su muerte argumentando que aquel hombre se había salido de su posición y que había vertido la sangre de su adversario. Tadanao, al oír esto dijo: ¿Qué es la cosa más condenable, salir de su rango o apartarse de la vía del Samurai? Los Ancianos no supieron qué contestar. Entonces Tadanao dijo: "He leído que cuando el delito no es verdaderamente evidente, el castigo debe ser ligero. Arrestadlo por un tiempo."
Cuando el Señor Katsusuhige era joven, el Señor Naoshige, su padre, le enseñó esto: "Para entrenarte a cortar con el sable, ve a cortar la cabeza de algunos condenados a muerte." Así se hizo. En la plaza, que se encuentra en el interior de la muralla de la Puerta Oeste, había unos hombres alineados y Katsushige los decapitó uno tras otro. Cuando llegó al décimo, se dio cuenta que era joven y fuerte y dijo: "Estoy cansado, perdono la vida de este hombre." Aquel hombre fue indultado.
Cuando el Señor Takanobu estaba en el campo de batalla de Bungo, un mensajero del campo adversario vino a traerle un regalo, sake y comida. Takanobu iba a hacer el reparto cuando sus hombres se lo impidieron diciendo: "Los regalos del enemigo están verosímilmente envenenados, General; no deberíais ni siquiera tocarlos." Takanobu los escuchó y dijo: "Incluso si la comida está envenenada, ¿en qué puede cambiar el destino? ¡Haced venir al mensajero!, Bebió tres grandes copas, ofreció una a aquél, le dio su respuesta y lo mandó de vuelta a su campamento.
Hierba de cobardía
Cuando la caída del castillo de Arima, el día 28 en la vecindad de la ciudadela, Mitsuse Genbei se sentó sobre un dique, en medio de los campos. Cuando Nakano pasó por allí y le preguntó por qué estaba allí, Mitsuse le contestó: "Tengo dolores de vientre y no puedo dar un paso más. He enviado a mis hombres al asalto os ruego que toméis el mando. Este hecho fue repetido por un testigo. Se juzgó que era cobarde y fue condenado a hacerse Seppuku. Ya hace mucho tiempo, los dolores abdominales eran llamados "Hierba de cobardía". Vienen sin avisar e inmovilizan al hombre.
Nakamo Uemonnosuke Taaki fue matado el duodécimo día del octavo mes del año Eiroku durante la guerra entre los Señores Goto e Hirai de Suko, en la isla de Kabashima, en la región de Kishima. Antes de ir hacia las líneas enemigas, abrazó a su hijo Shihibu (sobrenombrado más tarde Jin´emon) en el jardín y le dijo: "Cuando seas mayor consigue el honor por la Vía del Samurai." Desde entonces, incluso cuando los hijos de su familia eran muy jóvenes, Yamamoto Jin´emon los reunía y les decía: "Creced y sed guerreros valerosos, sed diligentes hacia vuestro Señor." Y añadía. "Es bueno murmurar estas cosas a sus oídos incluso si son demasiado jóvenes para comprender."
Cuando Sahei Kiyoji, hijo legítimo de Ogawa Toshikiyo, murió, era muy joven. Entre los Samuráis hubo un hombre que fue al templo corriendo a hacerse Seppuku.
Asir la ocasión
Cuando Taku Nagato No kami Yasuyori murió, Koga Yataemon dijo que, al no haber podido devolver a su amo todos los beneficios que le había dado, iba a hacerse el Sepukku. Kenshin Uesugi hizo un día el comentario siguiente: "Yo no conozco recetas para asegurar la victoria. Lo que yo sé es que hay que asir toda ocasión y no dejarla escapar jamás." Este comentario no carece de interés.