—Hubo un tiempo en que no había Dientes.
—Siempre hubo Dientes, se llamaran como se llamaran. La paz verdadera nunca dura mucho tiempo. Siempre han existido el odio y la codicia.
—¿De veras crees eso?
—Por supuesto. Creo que la humanidad es la humanidad, que somos siempre iguales tengamos la forma que tengamos, y que los cambios que sobrevienen son una nadería; y que lo mejor que podemos hacer es buscar nuestro contento por nuestra cuenta siempre que podamos, sean como fueren los tiempos.
—Esta época es peor que las demás.
—Quizá.
—Son tiempos muy malos. Y se aproxima el fin de las cosas.
Hoja sonrió.
—Pues que venga el fin. Son los tiempos en que hemos de vivir, sin preguntar por qué, sin desear otros más holgados. El dolor termina cuando comienza la condescendencia. Eso es lo que ahora nos ocurre. Aprovechémoslo al máximo. Éste es el camino en que andamos. Día a día vamos perdiendo aquello que nunca fue nuestro, día a día nos acercamos a aquello en que Todo-es-Uno, y nada importa, Sombra, nada, salvo aprender a aceptar lo que ocurre. ¿No crees?
—Sí —dijo ella—. ¿A cuánto estamos del Río Medio?
—A unos cuantos días.
—¿Y cuánto hay desde allí hasta tus parientes del Mar Cerrado?
—No lo sé. No importa lo lejos que queda; ¿estás muy cansada?
—No tanto como tendría que sentirme.
—No queda mucho hasta el campamento de los Buscadores de Nieve. Dormiremos bien esta noche.
—Corona —dijo ella—. Taco.
—¿Qué ocurre con ellos?
—También ellos duermen.
—Donde Todo-es-Uno —dijo Hoja—. Más allá de las tribulaciones. Más allá de todo dolor.
—Y aquel hermoso vehículo destrozado.
—Si Corona hubiera cedido y lo hubiese entregado voluntariamente nada más saber que iba a morir... Pero entonces no habría sido Corona, ¿no te parece? Pobre Corona. Pobre y loco Corona. —Ante ellos hubo un ligero rumor—. Mira. Los Buscadores de Nieve nos han visto. Allí está Firmamento. Espada. —Hoja agitó la mano y los saludó. Firmamento saludó a su vez, y también Espada, y asimismo otros—. ¿Podemos acampar con vosotros esta noche? —gritó Hoja. Firmamento dijo algo, pero el viento alejó las palabras. Lo que dijo empero había sonado de manera amable, pensó Hoja. De manera amable—. Vamos —dijo Hoja, y él y Sombra bajaron por la pendiente.