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– ¡Para! -sollozó ella-. No…

Él la atrajo hacia sus brazos, manteniéndola tan firmemente apretada que no podía respirar. Ella era débilmente consciente del sonido agudo de una sirena en la lejanía. Su pecho presionaba contra ella y su respiración entrecortada dañaba su oído.

– No puedes… No te… marches. -Su boca se movió contra su sien, y luego, bruscamente, se sintió libre de él.

Por breves segundos, el sol la cegó y no supo que sucedía. Luego vio como Bobby Tom era arrastrado por el Jefe Thackery. Mientras se ponía de pie, el jefe de policía retorció brutalmente sus brazos en su espalda y le colocó unas esposas.

– ¡Estás arrestado, hijo de puta!

Bobby Tom no le prestó atención. Toda su atención se centraba en ella que sintió la urgente necesidad de ahuecar su pobre y herido rostro entre sus manos.

– ¡No te vayas, Gracie! No puedes marcharte. ¡Por favor! Tenemos que hablar.

Sus rasgos parecían devastados y a ella se le llenaron los ojos de lágrimas. De fondo oyó el sonido de ruedas y puertas cerrándose de golpe, pero no prestó atención. Negando con la cabeza, se apartó de él antes de ceder a la debilidad.

– Lo siento, Bobby Tom. Nunca imaginé que ocurriría nada así. -Un sollozo estrangulado subió por su garganta-. Tengo que irme. No puedo aguantar más.

Thackery se burló.

– Parece que la señora no te quiere.

Hizo girar a Bobby Tom y le dio un empujón en dirección al coche patrulla. La rodilla mala de Bobby Tom cedió y se cayó. Gracie se quedó sin aliento y se apresuró a adelantarse, sólo para ver con horror como Thackery tiraba con fuerza de sus brazos para volver a ponerlo de pie.

Bobby Tom gimió de dolor, luego empujó al jefe de policía con el hombro, apártandole lo suficiente para poder girarse hacia Gracie.

– ¡Dijiste que no te llevarías nada de mi! -gimió él.

Thackery gritó con ferocidad y golpeó ruidosamente la espalda de Bobby Tom, haciendo que casi cayera de rodillas.

Bobby Tom dejó escapar un aullido de desesperación que provenía de las mismas profundidades de su alma.

– ¡Te amo! ¡No me dejes!

Ella permaneció allí de pie, estupefacta, observando como él comenzaba a pelear como un salvaje. Con un gruñido, Thackery cogió su cachiporra.

Ella no esperó ni un momento más. Gritando con ferocidad, se arrojó contra el jefe de policía.

– ¡No te atrevas a golpearle! ¡No te atrevas a intentarlo siquiera! -Embistió a Thackery con la cabeza y lo golpeó con los puños obligándolo a soltar a Bobby Tom para protegerse.

– ¡Detente ahora mismo! -Él comenzó a maldecir cuando el borde de la sandalia impactó en su espinilla-. ¡Basta! ¡Para o te arrestaré a ti también!

– ¿Qué diablos pasa aquí? -rugió Luther Baines. Los tres volvieron la cabeza a la vez para ver al alcalde corriendo hacia ellos, bamboleándose sobre sus cortas piernas, con Dell Brady a su lado y el coche patrulla parado en una posición inverosímil en la carretera. Detrás de los dos hombres, rechinaban ruedas de otros coches que comenzaban a pararse. Terry Jo y Buddy llegaron en su Explorer y Buddy que tenía el labio roto y la mandíbula hinchada se bajó primero. Connie Cameron saltó de su Sunbird.

Luther golpeó el brazo de Jimbo Thackery, obligándolo a dar un paso atrás.

– ¿Has perdido el juicio? ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

– ¡Bobby Tom! -Suzy gritó el nombre de su hijo mientras bajaba corriendo por la carretera con Way Sawyer a su lado.

Thackery miró con furia a Luther.

– Él se escapó de la cárcel. Y ella me atacó. ¡Los arresto a los dos!

– ¡Estás como una cabra! -gritó Buddy ante sus palabras.

Luther clavó su dedo índice sobre el pecho de Thackery.

– ¡No te bastaba con ser un grano en el culo, no, Jimbo! ¡Tenías que ir y joderla bien!

La cara de Thackery se puso roja. Abrió la boca, luego se mordió la lengua y la cerró y dio otro paso atrás. Suzy corrió hacia delante sólo para que Way la retuviese al ver cómo los brazos de Gracie se cerraban protectoramente alrededor del pecho de su futuro hijastro.

– ¡Qué se aparte todo el mundo! -gritó Gracie, con su pelo cobrizo destelleando bajo la luz del sol y una expresión tan feroz como la de una amazona-. Que nadie lo toque, ¿habeis oído? ¡Qué nadie lo toque!

Bobby Tom, con las manos esposadas a su espalda, la miró, con una expresión débilmente aturdida.

El que él no pareciera estar en peligro inminente no hizo que Gracie bajara la guardia. Cualquiera que intentara lastimarlo tendría que pasar sobre ella primero.

Ella sintió la presión de su mejilla contra su coronilla, y él comenzó a murmurar las cosas más maravillosas del mundo tan bajo que sólo los que estaban muy cerca de ellos podían oírlas.

– Te amo tanto, cariño. ¿Me perdonarás por lo de anoche? Sé que todo lo que dijiste de mí es cierto, lo sé; Soy insensible, egocéntrico, egoísta y un montón de cosas más. Pero voy a cambiar, lo juro. Si te casas conmigo, cambiaré. Pero no me dejes, porque te amo demasiado.

Alguien había debido quitar sus esposas porque repentinamente sus brazos la rodearon. Ella miró hacia arriba y vio que sus ojos, incluso el que estaba hinchado, brillaban por las lágrimas. El sentía cada palabra que decía, descubrió ella con un sentimiento de admiración. Esa declaración de amor no tenía nada que ver con el orgullo herido ni ninguna otra cosa por el estilo. Él estaba hablando con el corazón en la mano.

– Dime que lo vas a reconsiderar -murmuró él, ahuecando su mejilla en la palma de su mano-. Dime que de alguna manera, aún me amas a pesar de todo.

Se le hizo un nudo en la garganta por la emoción.

– Es mi debilidad.

– ¿El qué?

– Amarte. Te amo, Bobby Tom Denton; Y siempre lo haré.

Ella sintió como temblaba su pecho contra el suyo.

– Nunca sabrás lo feliz que me hace oír eso. -Por un momento cerró los ojos con fuerza como si estuviera armándose de valor. Cuando los reabrió, tenía las pestañas húmedas-. ¿Te vas a casar conmigo, no es cierto, cariño? Dime que te casarás conmigo.

La incertidumbre que oyó en su voz la hizo amarle todavía más, y lo miró plenamente.

– Oh, claro que voy a casarme contigo. Puedes apostar algo.

Durante unos momentos, olvidaron todo el mundo a su alrededor. Estaban solos al lado de esa carretera de Texas con un brillante sol sobre ellos y un futuro aún más brillante delante. Uno lleno de risas, niños y abundante amor. Él la besó con su pobre boca hinchada y ella presionó sus labios suaves contra los de él. Suzy finalmente rompió su abrazo, tocando el rostro magullado de su hijo para asegurarse que no estaba mal herido, mientras Way abrazaba a Gracie cuando Bobby Tom la soltó. Gradualmente, todos fueron conscientes de puertas de coches que se cerraban de golpe y más ciudadanos de Telarosa que se acercaban bloqueando la carretera para ser testigos de la fuga de prisión de Bobby Tom. Gracie vio a Toolee Chandler y Judy Baines, junto con el Pastor Frank y el club de bridge de Suzy.

Jimbo Thackery se apartó a un lado del camino, donde Connie Cameron pareció reportarle algo de sosiego. Luther aunque parecía suspicaz, pareció bastante contento consigo mismo cuando miró a Bobby Tom, que otra vez abrazaba a Gracie.

– Voy a darte un par de horas para arreglar las cosas con Gracie y luego, tú y yo vamos a tener una bonita reunión con el Juez Gates. No tiene fama de juez inflexible así porque sí, B.T. Antes de que terminemos, te puedo asegurar que te vas a encontrar con un montón de multas y algún tipo de servicio comunitario realmente duro. Esta escapada te va a costar un dineral, chico.

Gracie no pudo resistirse a apartarse del pecho de Bobby Tom para dar su opinión.

– En el centro de la tercera edad comentaron lo bien que vendría disponer de un autobús con rampa motorizada.